Para nutrir la piel
Lo más recomendable es preferir productos que sean naturales, sin potenciadores de aroma ni colorantes. Ideal aceite de oliva con lavanda o caléndula.
Lo más recomendable es preferir productos que sean naturales, sin potenciadores de aroma ni colorantes. Ideal aceite de oliva con lavanda o caléndula.
La ducha es un ritual tan cotidiano que, por lo mismo, no se analiza ni se cuestiona, sino que se realiza casi de memoria. Sin embargo, es posible cometer ciertos errores sin darse cuenta, pequeños detalles y excesos que pueden dañar la piel.
En este sentido, lo primero que hay que tomar en cuenta a la hora de llevar a cabo este hábito, es la temperatura del agua que caerá sobre tu cuerpo. "Tienes que sentir cómo estás para elegir la temperatura a la que vas a tomar tu baño y el tipo de piel que tengas, pero nunca te tienes que ir a los extremos, ni muy fría ni muy caliente", sugieren las expertas en bienestar integral, Carolina Troncoso y Analaura Aguilar de Naturalmente.
Así, por ejemplo, si sientes tus piernas cansadas, lo ideal es que sea una ducha fresca, porque energiza, estimula y alivia. Una temperatura tibia es más relajante y facilitadora de una higienización más profunda, mientras que la caliente no es para nada recomendable.
Rodrigo Loubies, dermatólogo de Clínica Orlandi, apunta que también es importante que cada uno se fije en el tipo de piel que tiene. De esta manera, si es seca, con el agua caliente habrá una mayor tendencia a desarrollar una dermatitis o inflamación en una zona específica.
"Sin embargo, la mayoría de la población no tiene problemas, pero si es muy caliente puede dañarte, porque provoca mayor congestión facial vascular y la piel se pone roja. Ahora, si tienes rosácea, ahí están prohibidas porque ya tienes un daño previo que requiere cuidado. Además tienes que evitar los cambios de temperatura o los baños poco ventilados", aclara.
El especialista añade que el agua fría ayuda a descongestionar la piel cuando está irritada o inflamada, pero advierte que debe aplicarse en cantidades pequeñas y tiempos cortos.
Respecto a la duración que deben tener las duchas, los entendidos dicen que deben ser cortas, de no más de 5 minutos. ¡Ups! Ésa es una meta alta.
Si la rutina matinal incluye la aplicación de máscaras faciales, es importante leer las instrucciones de uso de estos productos para saber si lo indicado es usarlas antes o después del baño. "Algunas están hechas para ocupar en el agua, fundamentalmente las que son de limpieza, también hay otras que se aplican antes y otras para las pieles grasas que se ocupan después del baño".
Mascaras
Respecto al aseo propiamente tal, Loubies explica que la mayoría de los jabones tienen un PH que desengrasa la piel y arrastra el manto lipídico o graso que protege su superficie, lo que no es recomendable .
"El jabonado tiene que ser corto y preciso en las zonas más sucias del cuerpo. En pieles delicadas secas o alérgicas, se debe usar productos que sean sustitutos del jabón o aceites de ducha que resecan menos la piel", afirma.
Esta sugerencia sería válida también para adultos mayores y niños pequeños.
Además, el dermatólogo llama a evitar los productos con excesos de colorantes y perfumes, porque podrían irritar las pieles sensibles. Y, en caso de que se usen, hay que eliminar los residuos que puedan quedar en la piel.
Por su parte, las expertas en vida sana, salud y belleza de Naturalmente también son de la idea de no usar jabones, porque en su experiencia han comprobado que empastan la capa córnea de la piel.
"Los jabones y geles pueden tener fases grasosas en sus componentes, y en las zonas íntimas dañan la flora protectora natural. Nosotras recomendamos para la higiene de la piel, realizar un buen cepillado pero suave, con movimientos ascendentes desde los pies y hacia arriba.
Una buena forma de higiene es usar un cepillo de plástico para remover la capa córnea de la piel. Esto activa la circulación linfática venosa y energética.
No siempre el agua es sinónimo de salud y su uso intensivo puede generar debilitamiento en la piel ya sea en las capas superficiales o profundas.
Se puede elaborar una loción suave con un litro de agua y 1/4 de cucharadita de té rasa de sal de mar. Aplicarla sobre la piel del cuerpo, rostro y cuero cabelludo inclusive, y friccionar en forma suave y constante. No enjuagar. El tratamiento no es instantáneo.