La historia de la mujer que trajo al mundo a miles de sanantoninos
lsa
'Traer un niño a la vida es siempre una maravilla, es como recoger flores'. Así define la octogenaria matrona Luisa Negrete Cepeda su oficio de asistir a una madre en el parto, rol que ejerció por varias décadas en la provincia, principalmente en el hospital de San Antonio donde por sus manos pasaron sino cientos, miles de sanantoninos.
El domingo pasado, en plena celebración del Día de la matrona, conversamos con ella en su casa de Villa las Dunas. Allí, esta mujer de mirada vivaz, formada en la Escuela de Obstetricia de la Universidad de Chile, no ceja en su quehacer cotidiano. Ahora que la sala de partos ya es un recuerdo, se mantiene activa escribiendo poesía e incluso viajando a visitar a sus cuatro hijos, algunos de cuales están fuera de Chile.
'Soy hija de gente de mucho esfuerzo. Mis padres tenían en muy alto valor la educación y ellos me instaron a estudiar. Yo elegí esta profesión sin saber que mi abuela allá en la pampa salitrera había sido matrona en el pueblo de Huara. Será que en mi sangre estaba ese llamado', dice.
En 1953 se graduó de matrona y por un tiempo viajó a Angol, pero un llamado del fallecido doctor Olegario Henríquez la hizo quedarse en San Antonio, donde tuvo su primer destino en Navidad. 'Allí estuve en la casa de Socorro, donde no solo veía parturientas, también tenía que recibir a personas con otras dolencias. Lo increíble es que trabajaba con recursos muy básicos y aun así los niños nacían sanitos'.
De esa época recuerda cuando en una ocasión tuvo que traer de urgencia a una mujer que fue a buscar a caballo hasta Pupuya. 'Los hombres del lugar armaron una camilla artesanal y así la llevamos hasta Navidad. Luego conseguí con el cura del pueblo su camioneta, cruzamos el río Rapel en balsa y por los caminos de tierra llegamos hasta San Antonio donde logramos que la madre tuviera un parto normal'.
En 1954 ya estaba trabajando en San Antonio. 'Por años fuimos muy poquitas matronas. Estábamos a cargo de todo. Los médicos llegaban sólo cuando había dificultades'. En su memoria guarda afecto para sus colegas Luzmira Villagrán, Sara Larraín y Narcisa Muñoz.
Entre los momentos especiales, recuerda el terremoto de 1972. 'Tuvimos que trasladarnos a una escuela cercana y luego a una iglesia. Allí improvisamos un espacio para que los niños nacieran en las mejores condiciones posibles, y siempre lo logramos porque hacíamos las cosas con responsabilidad y más que nada con mucho amor'.
Un momento trágico fue el golpe de Estado de 1973. 'Yo estaba en el policlínico, y allí juntaron a todos los funcionarios cuando se hizo presente el entonces coronel Manuel Contreras. Llegó en tenida de guerra y rodeado de soldados armados con fusiles. Nos trató de lo peor. Nos amenazó y nos dijo que si no obedecíamos al gobierno militar podrían fusilarnos de inmediato. Fue horroroso'.
Sin embargo, las añoranzas de su trabajo siempre suman más gratificaciones que tristezas. 'Lo más hermoso es cuando una madre se acerca y me da las gracias por haber estado en su parto, o una persona ya adulta me dice, yo nací en sus manos', asegura llena de emoción. Sus ojos se humedecen y parece revivir su profesión de matrona.
Ella no sólo es una matrona jubilada. De eso tiene muy poco, porque sigue activa escribiendo poemas, recopilando historias de su querida Villa Las Dunas y escribiendo sus memorias las que quiere heredar a sus hijos y nietos.
Sobre el San Antonio del siglo XXI dice que es tiempo que la gente se preocupe más del vecino y que defienda su ciudad. 'Necesitamos más espacios para la recreación y no tanto mall. Yo me quedé en este puerto porque soy una enamorada del mar, pero con cada cosa que hacen nos quitan más la vista del horizonte. Cuesta ver una puesta de sol desde las ventanas de cualquier hogar'.
Luisa Negrete habla desde la tranquilidad de sentir que ha hecho bien su misión de vida hacia la comunidad. Por eso cuando uno le pregunta qué consejo le daría a las nuevas matronas, ella responde con sencillez: 'qué le podría decir yo. Sólo que cumplan con lo que es ser obstetra, que en latín significa 'estar al lado', pero lo más importante es que siempre sean buenas personas. A mí cada niño que vi nacer me alegró el corazón'. J