La historia de esfuerzo y fortuna de Marcelo Wallis, el verdadero rey de la parrilla
lsa
Se viene el '18' y los asados y las empanadas se toman las casas sanantoninas. Uno de los encargados de proveer la carne a varias ramadas de la comuna es Marcelo Wallis Pinto, un querido carnicero que hace poco más de medio año se independizó y formó su propio negocio.
'Llevamos como seis meses y nos ha ido excelente. Yo trabajé como 21 años en otros negocios de carnicería y por eso se vino harta gente conmigo', contó Marcelo, orgullo del negocio que ahora dirige.
Es que Marcelo, junto a su esposa y su cuñado, cumplió el sueño de toda su vida: tener su carnicería y, además, en el lugar que siempre soñó. 'Todos los días, mientras estaba construyendo mi casa, miraba el local (ubicado en calle Luis González) y decía '', dijo el emprendedor.
Marcelo es un sanantonino de tomo y lomo. Su papá era pescador y su mamá hacía el aseo en casas de las Rocas de Santo Domingo para ayudar a solventar los gastos del hogar. Se emociona al recordar su historia.
'Cuando yo tenía 12 años mis papás se separaron y antiguamente el papá partía para allá y la mamá para el otro lado. Entonces yo me tuve que hacer cargo de la casa. Dejé de estudiar y empecé a trabajar', dice con la voz entrecortada por la emoción.
Cuenta también que tiempo después, cuando sus papás se reconciliaron, volvió 'a estudiar en la nocturna hasta tercero medio, pero de ahí le agarré el vuelo a la plata y no paré más, aunque hice algunos cursos por el Fosis, pero nada que ver con carnicería', recuerda.
Wallis trabaja en el rubro de la carnicería desde que estaba el supermercado Marmentini Letelier, cuando recién tenía 18 años. 'Empecé en el supermercado haciendo el aseo y ahí miraba a todos los compañeros de la carnicería y me llamaba la atención, pero no conocía ni la carne molida', cuenta con su sentido del humor característico.
'Siempre trabajé haciendo el aseo, pero un día se pegaron la falla todos los muchachos de la carnicería y un amigo me dijo . Entonces agarré el cuchillo y no lo solté nunca más', explica con evidente orgullo.
Es que Marcelo siente que atender clientes en su carnicería es lo que más le gusta, lo que le hace sentirse plenamente feliz. 'Yo siempre he trabajado en esto. No se clavar ni un clavo, pero con el cuchillo me defiendo', asegura con una sonrisa.
La vida de Marcelo está llena de golpes de suerte que al ser combinados con esfuerzo se convierten en grandes sueños cumplidos.
'Tenía un auto de soltero. Cuando empecé a pololear, un día fui a un carrete y había un socio que vendía una casa. Leseando le dije que me la vendiera y del mismo carrete lo llevé a que me la mostrara. Es la casa que está frente de este local', apunta con una enorme sonrisa el emprendedor y dueño de la Carnicería La Económica.
Después de mostrarle la casa, el ex dueño le dijo: 'Marcelo, a mí me gustó tu auto' y Wallis de inmediato aceptó el cambio.
'La casa valía nada todavía, pero empecé a construirla y me demoré dos años, pero siempre con mi señora. Ella me afirmaba los palos y yo clavaba. No me rompía los dedos en la carnicería pero los tenía todos rotos con los martillazos', rememora Marcelo.
Para este emprendedor sanantonino su señora es también otro golpe de suerte, otra bendición en su vida, ya que lo acompaña codo a codo en todos sus proyectos. Ahora, además, tienen a su pequeño hijo de dos años y cada vez que Marcelo habla de ellos su cara se ilumina.
Marcelo trabajó en las carnicerías más importantes de la comuna puerto, por lo mismo tiene una clientela que lo sigue donde vaya.
'Lo sigo desde que estaba en la Mil Til, porque iba a buscar a mi hija y pasaba a comprar carne. Después lo encontré acá y ya no fui más para abajo a comprar, me quedo aquí nomás', cuenta Verónica Salazar, una de sus más fieles clientas. 'Lo que más me gusta es que siempre hay música y nos alegra la vida. Además, uno entra a esta carnicería y no encuentras ese olor a carne pesado, aquí hay olorcito rico, a prietas y a arrollado', explica Verónica.
En La Económica, Marcelo prepara sus propias cecinas y el tradicional chancho a la chilena. 'Acá tengo la fábrica, donde hacemos longanizas, perniles, queso de cabeza, prietas y todo lo que es el chancho a la chilena para que esté fresquito siempre'.
Pero al principio no todo fue tan fácil. 'Vendimos el auto, la tele, el DVD y el equipo de música porque necesitábamos plata para iniciar el negocio. Quedamos casi durmiendo en el sillón y empezamos de a poquito. Ahora, a los seis meses ya se ha recuperado casi todo. Si hace poquito volvimos a comprar hasta auto', cuenta Marcelo con alegría y humildad.
Cuando comenzaron con el proyecto de la carnicería Wallis y su cuñado Pablo repartieron afiches en todas las casas del sector de Luis González para promocionar su negocio, pero poca gente llegaba. Después instalaron parlantes y Wallis llamaba a cada una de las personas que pasaba por la calle. 'Les decía que si entraban iban a tener una promoción. Ahí la gente me reconocía y se quedaba a comprar. En ese tiempo hice de todo para llamar la atención, tenía que jugármela', recuerda.
Cada cliente que entra a la carnicería La Económica se va con una sonrisa en la cara. 'En el supermercado llaman al número y le entregan lo que pide, nada más. En cambio uno no, uno les sabe la vida a los compradores porque a veces la familia no las escucha y uno sí. Después hasta traen regalos. Nosotros juntamos hartas botellas de cola de mono, pero yo no tomo ni fumo, así es que se amontonan ahí', bromea Marcelo.
'De aquí los clientes se tienen que ir contentos, aquí es pura talla', remata este emprendedor sanantonino.
Además de su señora y su negocio, Marcelo es un amante del folclore. Hace once años que pertenece al Conjunto Folclórico Puerto de San Antonio. 'En el conjunto bailo, toco el pandero y el tormento, pero no canto, si hasta me retan cuando trato de cantar', cuenta entre risas.
Este joven carnicero comparte su pasión por el folclore con su señora, pero cuenta que ella tuvo que parar de bailar un tiempo para cuidar a su pequeño hijo.
Ahora, porque tiene que atender su negocio, Marcelo no podrá participar tan activamente en la ramada del conjunto folclórico, 'pero los voy a proveer de las longanizas para la ramada, algo es algo', cuenta Wallis.
Y si estábamos con un experto, no podíamos dejar de preguntarle la receta para un asado que cumpliera con las tres B.
'Para un asado bueno para cinco personas hay que tener unas cinco chuletas, aliñadas o no, unos choripanes, un pedazo de abastero y de ahí pulpa de cerdo o costillar. Eso sale como 10 mil pesos', aconseja Marcelo. J
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