Lleve de lo bueno: la tarea de vender y ser cliente en la Feria de las Pulgas
La Feria de las Pulgas ya es una tradición sanantonina, que cada día congrega a más personas y obliga a generar nuevas instancias de participación y cultura. Ayer, casi 500 locatarios vendieron aquello que ya no necesitaban en su casa y las artesanías que producen. Además, se instaló un escenario, donde reconocidos artistas locales promovieron su música, en una instancia diversa que fue desde el hip hop a la trova.
Quisimos conocer en profundidad lo bueno y lo malo de instalarse en un puesto en la feria y, después, transformarnos en compradores muy busquillas.
Lleve de lo bueno
A las diez de la mañana en punto llegamos a ayudar con las ventas a uno de los locales de artesanía que se instaló en la calle Pudeto con Copiapó.
Instalamos los productos, limpiamos y esperamos a que la gente comenzara a preguntar.
A eso de las 10.30, en la feria ya circulaba bastante público mirando y comprando, mientras por el escenario comenzaban a realizar sus shows importantes figuras de la cultura musical local. Al mismo tiempo, los organizadores se preocupaban de verificar que los puestos estuvieran ocupando sus lugares y que cumplieran con todas las reglas.
Estuvimos un par de horas, sin embargo, resultó bastante difícil hacerse un tiempo para comer o ir al baño, ya que no se podía dejar la mercadería sola.
Además, aunque el día estaba bastante agradable porque no había sol, el viento era bastante frío a ratos, pero había que aguantar nomás. Sin embargo, para ser bien honestos, el tiempo pasó bastante rápido, ya que uno se entretenía conversando con la gente que pasaba a comprar o a preguntar por características de las artesanías que vendíamos.
Debemos también reconocer que nuestra ayuda con las ventas fue bastante exigua y cuando nos dimos cuenta de que era poco lo que aportábamos, decidimos cambiar de rol.
Las tres B
En ocasiones anteriores, algunas personas reclamaron porque había poca variedad o porque los precios estaban caros. En esta oportunidad y recorriendo los locales con harta calma, nos dimos cuenta que había de todo: planchas y máquinas de coser antiguas, muebles, cocinas, ropa, zapatos y herramientas. Eso sí, todo a precios bastante razonables, inclusive había netbooks funcionando a 80 mil pesos, conversable.
Además, el precio de la ropa iba desde los 100 pesos. Es decir, si se rebuscaba bien, por 2.000 pesos uno se armaba una tenida (con ropa usada) bastante bonita, con aros incluidos.
Al rebuscar, también aprovechamos de conversar con algunos locatarios. Por ejemplo, conocimos a la señora Carmen Molina, quien tiene a la venta más de 300 cinturones. "Solo vendo acá, porque tengo artrosis y no puedo trabajar, entonces con esto ayudo a mi marido en la casa", contó esta dueña de casa que ya cumplió 27 años de matrimonio.
Ayer también estaba Lidia Rojas, quien junto con la ropa usada, tenía dos antiguas cámaras fotográficas funcionando. Unas verdaderas joyas para los expertos y a un precio regalado (cinco mil pesos). "Estas cámaras eran de mi mamá, que las usó solo un verano y después la guardó hasta el día de hoy, en la misma cajita. Mi mamá me las pasó ahora para que se las vendiera, son ganancia para ella", contó entre risas.
Otro puesto en el que paramos a comprar y a conversar fue el de Camila Fernández. Esta estudiante de tercero medio se la jugó por tener tazones muy especiales y le ha ido bastante bien. "No me puedo quejar", dijo entre risas.
Como el tiempo ya pasaba y nos habíamos saltado el almuerzo, decidimos entrar a uno de los locales de comida, que se instalan en los patios de algunas casas de la calle Copiapó. "Mi mamá es dueña de casa y justo mi papá estuvo enfermo, sin plata y mal económicamente, entonces la feria fue como un respiro que llegó en el momento preciso", contó Mireya Yáñez. "Este local es familiar y todos cooperan, la idea es vender cosas ricas y a precios alcanzables para todos.", dijo la mujer.
El resultado de esta versión fue bastante positivo y los organizadores adelantaron que esperan que la próxima feria de las pulgas se realice el 7 de diciembre, pero todavía falta la autorización municipal. J