Las dramáticas historias del hombre que salva vidas en las playas de Cartagena
Gabriel Robledo tiene 54 años y trabaja como salvavidas hace 25. Si bien ha rotado en distintas playas como San Sebastián, Algarrobo, San Carlos, siempre regresa a Cartagena por ser la playa en que nació.
Sus primeras experiencias con el mar están en ese lugar. "Tenía 12 años cuando sacaba machas en la orilla de la playa, con el tiempo las machas se empezaron a ir más adentro. Se forman canaletas y el banco está al otro lado. Entonces cuando la mar estaba baja entrábamos y sacábamos las machas, pero después eso se llena y la corriente se lleva a la gente. Ahí me gritaban ' Y yo tenía que ir a tratar de sacarlos", recuerda el salvavidas mientras mira el mar preocupado, siempre alerta a lo que pueda pasar.
Creció en una familia donde el mar era la principal fuente de trabajo. Tenía dos hermanos mayores y algunos primos salvavidas. Además, hoy su hijo y sus sobrinos también lo son, sin olvidar que hay más de un buzo mariscador en la familia. Por eso, para este hombre salvar vidas es una forma de ver el mundo. "Yo tenía 12 años y estaba bañándome en la laguna. Había dos niños jugando en el agua, cuando los veo levantando las manos. Fui, se me subieron arriba de la espalda y quedaron agarraditos, ahí respiraron. Yo no tenía idea de rescatar ni nada, así que actué por impulso", rememora Gabriel, orgulloso de su vocación por el trabajo que desempeña hace tantos años.
Historias
-La del argentino. Esa historia nunca se me ha olvidado. Ese hombre entró a la mar a sacar a su hija de 16 años que se ahogaba, porque estaba con trago. Y la sacaron. Cuando salieron lo echaron de menos a él y ahí me tiré a rescatarlo. No era mi hora de trabajo, pero cuando vi la situación inmediatamente me acerqué. Lo vi con la cara luminosa y supe que se iba a salvar, fue como ver un ángel.
Muy afligido, Gabriel habla sobre la decisión más difícil que debió tomar. "Le enseñé a mi hijo todo sobre la mar, lo incentivé a ser salvavidas y todavía no sé si me ha perdonado por lo que elegí hacer. Estábamos los dos en la playa y los demás se habían ido a almorzar a sus casas, cuando se empezaron a ahogar dos personas y le prohibí entrar a la mar. Me metí yo solo y los saqué a los dos. No quería ponerlo en riesgo, es mi hijo, pero no sé si él entendió eso".
La vocación de Gabriel por salvar vidas es más grande de lo imaginable. Fue capaz de hacerlo mucho tiempo sin ningún tipo de remuneración, según su propio relato. "En la televisión salió que se había ahogado una niña en Cartagena y que su mamá por salvarla también se ahogó. Eso fue hace muchos años. Entonces me molesté con la situación. Tomé un chaleco salvavidas viejo y fui todos los fines de semana por mucho tiempo sin que me pagara nadie, hasta que los restaurantes de del sector se dieron cuenta y me daban almuerzo".
"Una vez vi a lo lejos unos colores morados y azules, y salí corriendo a ver que era. Era un joven que usaba el pelo de colores. Lo rescaté. Jamás me habían agradecido de esa forma. Su familia era muy religiosa y me daban las gracias, rezaban", comenta sobre esta otra anécdota que quedó grabada en su memoria.
experiencia
Robledo es rescatista hace 25 años, por lo mismo, ha visto generaciones de salvavidas pasar por las playas de la región. Su opinión en cuanto a las nuevas generaciones es tan noble como la causa que los une y también el consejo que les trata de entregar.
"Ellos son jóvenes, entonces quieren salir corriendo y salvar vidas. Está bien que lo hagan, pero soy una persona con varios años en el mar y haciendo esto. Por eso pienso que hay que ser consciente de lo que uno está haciendo y los más nuevos son muy arrebatados".
-Por salvar una vida o sacar un cuerpo del agua, podemos dejar a mucha gente sin protección. Muchas veces corren todos y sin pensar en cómo está el mar, la corriente o si realmente vale la pena hacerlo, porque quizá ya no hay tiempo. Entonces, yo siempre digo que si muere un salvavidas quién va a reemplazar su labor.
A su vez, el entorno de Robledo nota que el salvavidas tiene un nivel de conocimiento superior en ciertos aspectos, situación que sólo se puede adjudicar a la experiencia. "Lo que sí nos pasa con mis compañeros es que creemos que Gabriel está súper lejos, pero se está ahogando alguien y aunque tenga 30 años más que uno llega cinco veces antes a rescatar y a entregar auxilio", dice Leonardo Cuevas, salvavidas de la Playa Grande de Cartagena.
Culpa
"Si eres salvavidas y te va mal en el trabajo, quiere decir que no pudiste salvar a una persona. Cuando esto ocurre hay un significativo sentimiento de culpa", confiesan Robledo y su compañero Cuevas.
"Sentir culpa es lo más terrible, por eso yo siempre hago un llamado a prevenir antes que lamentar y estoy constantemente diciéndole a la gente que se bañe más cerca de la orilla", comenta Gabriel.
Para rescatar a una persona hay dos posibilidades, explica Robledo. "Una de ellas es advertir al individuo de que el sector no es apto para el baño o que se está bañando muy lejos. Y la otra es ir cuando la persona está pidiendo auxilio".
No obstante, Gabriel, por su experiencia y paciencia, prefiere prevenir de forma insistente al público de Playa Grande antes de lamentar una tragedia mayor.
El problema, en general, es que los veraneantes no obedecen las instrucciones de los salvavidas. "Si la misma gente pone en riesgo su vida es aún más complicado ayudarlos. En Cartagena hay mucho alcohol y eso por supuesto que afecta en la actitud que toman los visitantes con los salvavidas y también en la falta de respeto hacia el mar", afirma Robledo para expresar su descontento con la gente que tiene poca conciencia de lo difícil que es llevar la responsabilidad de ser salvavidas.
"Además, la gente ignora lo que pasa en el mar, ignoran cómo funciona, cómo está la corriente y entran igual. Pero yo veo desde afuera y me doy cuenta inmediatamente si está apto para el baño o no, porque llevo años trabajando acá", agrega Robledo, que aparte de llevar 25 años en calidad de salvavidas, también fue buzo mariscador y toda su vida ha estado conectado con el mar de Cartagena.
Emoción
"Lo importante en la vida es hacer lo que más te haga feliz. En mi caso es ayudar a los demás a través de lo que más conozco, que es el mar. Porque hay que saber mezclar lo que queremos hacer con lo que sabemos hacer. Por eso siempre digo que querer bañarse en el mar es una cosa, pero para meterse hay que tener un conocimiento de cómo funciona y si la gente no lo posee, nos tiene a nosotros. Así, todos vamos a poder disfrutar del verano, culmina Robledo. J
"Ver a una
persona
prácticamente
volver a la vida,
no tiene precio",
Gabriel Robledo,
"Por salvar una
vida o sacar un
cuerpo del agua,
podemos dejar a
mucha gente sin
protección".