Luis Gutiérrez López había ido a comprar el diario al quiosco más cercano que queda en calle Lincon Norte en el balneario de Las Cruces. Caminó unos 300 metros, ida y vuelta en total, para tener en sus manos el Diario El Líder.
Cuando llegó a su casa se sentó en su terraza, que él mismo construyó, y comenzó a informarse de las noticias de la provincia. Sin lentes, eso sí. "Veo de perilla", afirma.
Este vecino de la comuna de El Tabo el pasado 11 de septiembre cumplió 100 años y está como tuna, como dice uno de sus 11 hijos.
"La gente se admira cuando lo ve. Está muy bien. Lee sin lentes, como él te dijo, cocina, riega las plantas, talla en madera y es bien autovalente para su edad", explica Patricio Gutiérrez, quien en unos días más tomará rumbo a Santiago por asuntos laborales.
"Acá él vive solo. Le encanta este lugar, porque dice que aquí está mi mamá", agrega.
FERROVIARIO
Don Luchito, como lo conocen en Las Cruces, es casi un patrimonio de la comuna, pese a que no es nacido en El Tabo.
Gutiérrez, que llegó al mundo en 1915, es nacido y criado en la comuna de Estación Central, Región Metropolitana.
Era un viejo bravo, bueno para la rayuela, la brisca y el vino. Amigo de la noche y un galán empedernido, como él mismo cuenta.
"No sé qué me encontraban las chiquillas, pero siempre se enganchaban conmigo", se cachiporrea.
Durante más de 30 años se dedicó al trabajo ferroviario. En ese lugar a él no le venían con cuentos.
"A mí me respetaban o si no, los agarraba a garabatos. Partí como fogonero en los trenes. Fui uno de los mejores. Siempre me andaban buscando para la pega. A medida que iban pasando los años comencé a especializarme hasta que fui maquinista de primer grado", añade orgulloso.
Por más de 70 años vivió con el amor de su vida, Olga Martínez Vargas, con quien tuvo 16 hijos. Cinco de ellos murieron al nacer y solo sobrevivieron 11, de los cuales ya han muerto dos. Lamentablemente su mujer, con quien estuvo casado solo tres años, falleció en 1997 a los 77 años.
"No nos casamos antes porque éramos muy felices y estábamos bien, no había para qué casarse. Cuando se murió me dio mucha pena, porque fue una gran mujer que me aguantó mucho, debo reconocer. Pero la vida sigue. Nunca he querido estar con otra mujer, porque uno ha visto tantas estafas que le hacen a los viejos que mejor estar solo. Así lo paso mejor", asegura.
"Nunca pensé llegar a los 100 años. No sé si hay un secreto, lo mío fue comer, tomar, trabajar y pasarlo bien. Ya lo viví todo y a mí no me vienen con leseras. Ahora quiero estar acá en Las Cruces nomás, porque aquí está mi viejita. Aquí ella se murió y quiero pasar el resto de mis días acá", cierra este muchachote de cien añitos. J
Luis Gutiérrez, quien cumplió hace pocos días 100 años, cuenta que su gran pena fue ver partir a dos de sus 11 hijos, además de la tristeza de perder a su amada esposa, Olga Martínez. "Para un papá es muy penoso ver morir a sus hijos igual que a mi esposa. Es doloroso y uno sufre harto, pero la vida sigue y hay que echarle para adelante", recomienda este hombre que ya suma un siglo de vida.