Padres del "Rambito" recordaron a su hijo en el Día de Todos los Santos
Todos los días, Carmen Toro ordena la pieza de su hijo José Segundo Santis. Le hace su cama, cambia las sábanas, encera el piso y deja todo en perfectas condiciones. Su marido, también llamado José Segundo, le llama la atención. La reta y le regaña aquella acción que Carmen realiza de forma espontánea. "Todos los días tengo la esperanza que mi hijo va a entrar por la puerta de la casa", reconoce.
Su hijo, conocido por muchos en San Antonio como el "Rambito" (le pusieron así en el Lucernita, debido que no tenía problemas en ir a dejar completos y churrascos a domicilios hasta altas horas de la madrugada), fue asesinado misteriosamente la madrugada del 15 de noviembre de 2013 a la edad de 37 años en las inmediaciones de la cancha de Torino en Llolleo. Casi dos años después de aquel macabro hecho, aún no hay certeza de quién lo asesinó.
Eso hace que el círculo íntimo de Carmen con su hijo José Segundo esté lejos de cerrarse. "Por eso es que vivo con esa extraña esperanza de que un día aparecerá. Para mí el día que mi hija Rosa y mi nuera me comunicaron el fallecimiento de mi hijo fue como si hubiera sido ayer", asevera con dolor.
Ayer, para el Día de Todos los Santos, acudieron como todas las semanas al cementerio Parque del Sendero de Llolleo para sentarse en el pasto junto a la lápida del querido "Rambito". Allí, en la intimidad de aquel ritual, Carmen, con sus ojos llenos de lágrimas por los recuerdos y emociones, clama por justicia. El próximo lunes 23 de noviembre se realizará el nuevo juicio oral que tendría que ser definitivo.
"Estamos muy agradecidos por el apoyo que hemos tenido de la abogada, del fiscal Álvaro Pérez, y de personal de la PDI. Lo único que queremos es que se haga justicia, porque a mi hijo lo mataron sin razón alguna. Seguiremos luchando hasta las últimas consecuencias", afirma.
Camino al cementerio, muchos se detuvieron a saludar al matrimonio Santis-Toro. "También tenemos que darle las gracias a toda esa gente que nos ha dado apoyo y que nos desea lo mejor. Incluso gente nos ha ido a acompañar a nuestra casa".
Actualmente, Carmen Toro está con licencia médica por depresión. En su casa ubicada en calle Ginebra, población Viuda 6 de Llolleo, pasa sus días bajo una rutina que la llena de angustia.
Su marido José Segundo, con el corazón más fuerte, es el que la ayuda a salir adelante. El padre del "Rambito" también tiene su rutina: todos los días, como si se tratara de una peregrinación, acude a persignarse a la animita ubicada en avenida Los Áromos que recuerda a su hijo. Y una vez a la semana, cuando lo va a visitar al cementerio, llega con su radio a pilas para sintonizar música ranchera, la favorita de José Segundo Santis Toro. Allí puede pasar largos minutos, mientras el acordeón de los corridos mexicanos ambienta el íntimo momento.
Pese a que el próximo 15 de noviembre se cumplirán dos años exactos desde la muerte del "Rambito", sus padres no harán ninguna conmemoración. Van a esperar unos días, hasta que se sepa la sentencia del juicio en el Tribunal Oral en lo Penal de San Antonio. "Nadie ha querido hablar por miedo a represalias. Queremos saber por qué el sujeto que está acusado de matar a mi hijo tenía sangre de él en sus manos. Aún nadie nos puede explicar aquella situación", comenta Carmen Toro, antes de reconocer que "la partida de mi hijo es una pena que nunca voy a cerrar en mi vida, hasta que me muera". J