El fantástico mundo de metal del artesano barranquino Iván Freire
Desde que era un niño ayudaba a su padre en el taller de metales no ferrosos (sin hierro) para fabricar piezas de embarcaciones, industrias y camiones, pero ahora moldea los fierros para crear obras ciento por ciento exclusivas.
En la casa de Iván Freire (50) el dicho "en casa de herrero, cuchillo de palo" no tiene nada que ver con la realidad. Él es un artesano en fierro, y cada rincón de su casa es testigo de su avance como artista.
En las murallas hay réplicas de cascos, espadas, ballestas, lanzas, pistolas y escudos que serían la envidia de cualquier coleccionista, ya que son piezas exclusivas.
El sanantonino, que ha vivido toda su vida en el sector de Barrancas, trabajaba en el taller de fundición de metales no ferrosos (sin hierro) de su padre, en donde elaboraban piezas para las embarcaciones, industrias y camiones.
"Por ejemplo, trabajábamos con el bronce y el aluminio en moldes de arena", recuerda sonriente.
Prendía el fuego para calentar el fierro, y cuando llegaba al punto exacto, comenzaba a golpearlo y a doblarlo para darle una nueva forma.
"Yo manejo el fundido y el forjado. La diferencia es que en el último se debe agarrar el fierro y ponerlo al rojo vivo para moldearlo. Es más difícil, un trabajo más arduo y tiene un tiempo largo de elaboración".
Cuando está en su taller, agarra con las tenazas el fierro ardiendo y lo golpea, lo enfría y lo vuelve a calentar hasta darle la forma que más le guste. "Son horas y horas de trabajo", agrega. Sin embargo, el método de fundido no tiene menos mérito. "Es más industrial, pero no deja de ser complejo. Es un proceso metódico".
Cuando falleció su padre, el local de fundición debió bajar sus cortinas, pero este no fue el fin de las creaciones de Iván.
El alemán
Luego de un tiempo, durante los años noventa, llegó un extranjero a pedirle que le realizará un trabajo en fierro.
"Quería una reja y me trajo un plano. Lo calculé y le hice el presupuesto. Cuando estaba listo lo comencé a montar, pero al verlo me dijo 'saque ese cachureo'. Yo pensé que me había quedado malo".
Como buen chileno, lo primero que se le vino a la cabeza fue "qué hue... (sic)".
-¿Y que había pasado?
-Él reaccionó y me dijo que estaba bien, que me iba a pagar, pero que no le gustaba y me pidió un diseño diferente porque el otro era muy sencillo.
Lo que quería el alemán era exclusividad, así que eso le dio.
Primero le hizo la nueva reja. Después un pasamanos.
-¿Cómo era el pasamanos?
-Tenía unas maderas grandes y los cuernos de un carnero. Entonces, del palo salía la cabeza del carnero y con los cachos se hacía el pasamano.
El alemán quedó tan impresionado y maravillado con su trabajo que lo volvió a buscar, esta vez para que le hiciera un quincho.
"Le hice una pared de cobre con un marlín y un águila de dos metros en fierro. Él estaba encantado porque le hice un águila alemana".
De a poco fueron llegando nuevos clientes, que veían en las manos de Iván, la forma más fácil de conseguir diseños únicos y de buena calidad.
"Yo también estudié para trabajar la madera, y un día me encargaron una ballesta. Empecé a leer un poco de historia y descubrí que las ballestas llevaban diferentes diseños".
-¿Qué forma llevaban?
-Los caballeros llevaban los leones o los escudos de armas, y el perraje sólo el palo (ríe). Esa es la diferencia entre todos, pero yo le tallé el león. Después no la entregué porque quedó como una real, tenía un alcance de 200 metros.
Hacer una réplica, para él, es un trabajo minucioso e importante, que puede durar meses.
"Trato de hacer la replica lo más fidedigna a lo que usaban. Me da buenos resultados porque utilizo las técnicas antiguas", aclara.
-¿Cuál es el método antiguo?
-Caliento el fierro, lo doblo y le voy dando la forma. Son horas en donde hay que estar martillando, observando y calentando el material.
Iván se para del sillón de su casa y se acerca a una pared para sacar uno de los cascos. Lo toma con sus manos y se lo coloca lentamente sobre su cabeza. "Son de mi tamaño porque no tengo modelo", cuenta entre risas.
Los cascos, escudos y armaduras son bastantes pesados, a lo que Iván agrega que "con solo un empujón puedes botar a alguien, puedes dejarlo caer al suelo y quebrarle el pie a alguien. La gente lo mira como cualquier cosa, pero es un arma".
¿Cuanto vale un casco?
-Cuesta $600 mil, porque me demoré un mes y medio en hacerlo. Entonces, si divides los días por la plata gano como 13 mil pesos diarios. La gente quiere cosas artísticas muy baratas y eso no se puede.
Sus escudos van decorados con cobre y con remaches para ser lo más idéntico a los originales. "Siempre escucho lo que quiere la gente y le hago comentarios para que tengan una buena figura".
Entre las creaciones de Iván destaca una danzarina forjada en fierro. "Era un perno de dos pulgadas, lo tiré al fuego, lo corté por la mitad para hacerle las piernas y le fui sacando la forma".
Cuando el perno quedó como una plasticina caliente comenzó a moldearle la postura, y ponerle características femeninas. "Hay que ir con cuidado para que vaya quedando bien", comenta.
-¿Se ha quemado mientras trabaja?
-Sí, pero con el tiempo uno genera resistencia al dolor.
robo cristiano
Una de las anécdotas que recuerda sobre sus trabajos es la creación del rostro de Jesús.
"Vino un profesor que me pidió una protección para su mausoleo y quería algo bonito y relacionado con el tema".
Iván le comentó lo que quería hacer y el señor aceptó. "Eran unos fierros que al llegar al centro proyectaban el rostro de Jesús. Era bellísimo".
-¿En qué cementerio está?
-Se la robaron. No duró ni un mes porque quedó espectacular (ríe). Le cortaron los anclajes y se lo llevaron. Siempre se roban las cosas de bronce o cobre, pero si vendieron el fierro no deben haber sacado mucho dinero. Incluso, fui a preguntar si lo habían visto y nada.
Iván especula que robaron el rostro para donarlo o regalarlo. Pero por ahora, todavía espera reencontrarse con su trabajo. "Era muy lindo y no alcancé a sacarle ni una sola foto", finaliza riendo.