Desgarrador caso de portuario que se recupera de una fractura de cara: "Ya no soy el mismo"
Sergio Guzmán demandó a Muellaje Central por un trágico accidente laboral que casi le cuesta la vida en abril pasado. "De un momento a otro no tenía nariz, ni ojo ni la mandíbula", relata.
Siempre supo que esa llamada, faltando pocos minutos para las dos de la madrugada, era importante.
Carmen González (47) dormía sola en su cama aquella madrugada del 3 de abril de 2016 cuando sonó su celular. Su marido se encontraba trabajando en el sitio 4 de la concesionaria Puerto Central y la estaba llamando a su celular.
"Algo presentí", dice a cuatro meses de aquel día que cambió sus vidas para siempre.
"Cuando contesto, una mujer me habla. Me preguntó si mi marido es Sergio Guzmán. Yo le dije que 'sí'. Luego me dice que esté tranquila, porque había sufrido un accidente grave, que estaba con vida, pero que no sabían por cuánto tiempo más".
Sergio Guzmán (48), sentado al lado de su mujer, está al borde del llanto. Sus ojos están vidriosos. Su voz tiembla. Y sus manos tiritan mientras su amada Carmen recuerda aquella noche en la que su esposo estuvo a punto de morir de manera trágica.
El reloj marcaba la 1.30 de la madrugada y este vecino de Bellavista estaba a bordo de la nave Spruce Arrow.
Él, junto a otros operarios, debía descargar una serie de rollos de alambres que pesaban, según les habían asegurado, 1.500 kilos cada uno.
"Pero nos dimos cuenta que el peso era de 2 mil 500 kilos. Se lo informamos a la persona a cargo y nos dijo que debíamos sacar menos. Si el mínimo era sacar 15 rollos con una grúa a la vez, ahora debíamos sacar 10. Además esta faena se hace con diez personas y andábamos ocho", agrega.
Mientras Sergio realizaba la tarea de conectar el rollo de alambre con un arnés, de un momento a otro sintió que algo lo golpeó violentamente en su cara. Cayó inconsciente al piso. Cuando volvió en sí, ya no era el mismo.
"Desperté en el mismo lugar con el ojo derecho colgando, sin mi nariz y sin una parte importante de la mandíbula. Sentía que no tenía cara. De un momento otro no tenía nariz, ni ojo ni mandíbula ", detalla.
A Sergio le cayó un rollo de alambre de 2.500 kilos en su rostro. El peso le arrancó parte importante de su cara y pese a que fue trasladado rápidamente a la clínica Las Condes, donde le reconstruyeron gran parte de la zona dañada, él dice que no es el mismo de antes.
"Mi ojo quedó chueco. Mi nariz y la parte derecha de mi cara la reconstruyeron con platino. No siento nada en ese lado. No puedo sonreír. No puedo comer, ni siquiera un completo, porque no puedo masticar. Tengo varios pernos en la encía... ¿Pero sabe qué es lo peor? Me quitaron mi felicidad".
Y continúa: "Antes podía salir con mi hija a comer, a dar una vuelta y hoy no puedo. Me quedan mirando y, comprendo, porque mi cara no es normal. Yo me veo al espejo y no soy yo. Soy otra persona".
Debido a esta situación, Sergio, asesorado por su abogado, demandó a la empresa por daño moral.
"La empresa no se ha preocupado de mí. He trabajado con ellos desde que están en la zona. Además llevo como 10 años en esto y nunca he fallado. Sufrí un accidente y ni siquiera se han preocupado de la parte sicológica, como en otros casos", dice enojado e impotente.
"Sergio no es el mismo. El matrimonio ya no es el mismo, porque anda enojado, de mal humor. Es otra persona, pero vamos a salir adelante", afirma su mujer con algo de esperanza.
2.500 kilos pesaba el rollo de alambre que le cayó al portuario Sergio Guzmán en su rostro.