Tras 40 años, grupo de militares revivió sus mejores anécdotas
A la reunión asistieron ex integrantes del Curso C, que hoy residen desde La Serena hasta Punta Arenas. Aprovecharon de celebrar como antaño, con un fin de semana entero de "malón" y con muchas sonrisas.
Ante la voz del primer llamado a reunirse, los casi 20 hombres que se encontraban a las 9.30 de la mañana de ayer en el mausoleo del Ejército en el Cementerio Parroquial, realizaron de inmediato un círculo perfecto y guardaron riguroso silencio. Así comenzó una reunión que llevaba varios meses gestándose y que logró juntar a este ex grupo de conscriptos luego de 40 años de haber egresado de la Escuela de Ingenieros Militares de Tejas Verdes.
Estos camaradas celebraron todo el fin de semana con un "carrete de aquellos", tal como en sus mejores tiempos, aunque decidieron iniciar la aventura recordando a los cinco integrantes de su curso, el C, que ya partieron.
"El año 80, haciendo una instrucción de boga (ejercicio militar) en el río Maipo, se volcó un pontón (bote), cayeron los soldados al agua y había algunos que no sabían o no pudieron nadar", contó Juan Javier Vidal, uno de los organizadores de la reunión.
"No murió ninguno, a excepción de un compañero de nosotros que se llamaba Luis Acosta, porque él estaba a cargo del grupo y sacó a algunos conscriptos del agua. Se paró en una islita, pero mientras venían a sacarlo, como faltaban 15 a 20 metros para llegar a la orilla, se tiró para salir, pero no apareció hasta 13 o 18 días después. Él, en concreto, rescató a dos soldados que estaban a su cargo. Y él es quien está acá (en el mausoleo del Ejército). Por eso partimos nuestra aventura haciéndole un pequeño homenaje", agregó Vidal.
Los otros cuatro camaradas a los que recordaron ayer se encuentran en otros cementerios del país.
Luego del responso, y con la tradicional marcha fúnebre interpretada en trompeta, se produjo un emotivo minuto de silencio, donde varios ojos se llenaron de lágrimas, tal vez al recordar tantas vivencias que pasaron en esos dos años.
"Nosotros tuvimos un suboficial mayor, Alejandro Martínez Villalobos, que fue muy conocido en San Antonio, que nos inculcó la lealtad entre compañeros y la familia, por eso todo esto es muy especial", dijo Vidal.
Al igual que en 1976, ayer llegaron estos muchachos desde distintas partes del país, inclusive de Punta Arenas.
Después del responso, se dirigieron a una parcela en Bucalemu, donde disfrutarían todo el fin de semana recordando las incontables anécdotas que surgieron en sus años de juventud y de estudio en la Escuela de Ingenieros.
Maldades
"¿Maldades?", se preguntaron los presentes. "Hay muchas, pero pocas que se puedan contar", dijo entre risas Vidal.
Sin embargo, este grupo de camaradas igual quiso compartir algunas. "En el Ejército existía la escuadra de servicio. Nosotros éramos una escuadra de diez miembros y tenían que repartir el rancho (comida). Cuando había cazuela, por ejemplo, les daban pura agua a los otros y para la escuadra de servicio tocaban las presas más grandes. Después se iba rotando, pero al final todos hacíamos lo mismo", contó el suboficial retirado José Carlos Cid Castro, uno de los ex alumnos.
Además, "apostábamos el pan del día o el berlín, haciendo gimnasia o flexiones de brazo y el más forzudo siempre le ganaba al resto", agregó el también suboficial retirado y ex alumno del curso C, Anastasio Riquelme Valderrama.
Uno de los instructores que estaba a cargo del grupo, el suboficial mayor en retiro Ernesto Cabrera Vera, los defendió diciendo que "como en todo orden de cosas, hubo altos y bajos, pero no fueron tantas rabias, aunque en la forma en que ellos estaban fue bien alta la exigencia y no tenían mucho tiempo para hacer cosas malas".
El instructor
Este grupo de camaradas, como se llaman entre sí, estuvo a cargo de tres instructores y uno de ellos era el suboficial mayor en retiro Ernesto Cabrera Vera, quien además agregó que era "el más lolo" de todos los que estaban ayer en el reencuentro. Otro de los encargados del curso era Fernando Aguilera, quien también participó de la iniciativa.
"Los miro a todos y tengo una imagen de cada uno, aunque hoy los veo y estamos todos viejos, pero es una alegría volver a encontrarme con ellos, porque hay algunos a los que no veía hace menos tiempo, como 30 años, pero hay otros a los que no veía desde que salieron", contó este hombre de 63 años.
"Todos ellos eran buenos, a algunos ya los conocía y al resto los conocí durante el curso, porque fui su instructor con mi compañero Fernando Aguilera y nuestro recordado suboficial mayor, que tenía una característica muy especial porque tenía un estilo medio alemán de la doctrina. Ninguno como él", manifestó con nostalgia Cabrera al recordar al suboficial mayor Alejandro Martínez Villalobos.
El suboficial Cabrera cumplió casi 34 años de servicio y luego de formar a este grupo de muchachos, fue trasladado a Coyhaique, donde además de completar sus años de servicio vio nacer a su hijo menor.
En Coyhaique también cumplió con una labor muy especial, ya que participó en la construcción de la Carretera Austral. "Las máquinas entraron por zona argentina y era la primera vez que los niños de Villa O'Higgins veían esos vehículos, entonces para uno era una etapa bonita", explicó Cabrera.
Amor a la Escuela
Tanto el suboficial en retiro Riquelme como el suboficial Cid formaron parte de las líneas del Ejército por varias décadas, pero ambos en distintas destinaciones del país.
Los dos y el resto del grupo coinciden en que fue una época que les enseñó mucho. En broma, lo primero que comentaron fue que "a puros palos nos corrigieron, pero somos todos profesionales y no salimos traumados", dijeron entre risas.
Pero luego, y ya serios, enfatizaron que siempre están orgullosos de su escuela, "porque estamos agradecidos y donde estemos siempre la tenemos muy arriba, porque gracias a la Escuela de Ingenieros somos lo que somos, por la formación que nos dieron, por las enseñanzas. Eso es independiente de lo lamentable que haya pasado", dijeron los hombres.
Tiempos complejos
Es indudable que la época en que este grupo de hombres realizó el servicio militar fue extremadamente compleja. Sin embargo, guardan los mejores recuerdos de su formación.
"Nosotros fuimos formados a la instancia de la época en que se vivía", explicó Cid.
"Fuimos la primera y única promoción de dos años de escuela, el resto hacía cursos de tres o cuatro meses. En un año sacaban tres hornadas", rememoró Riquelme.
"Por ejemplo, nos tocaba hacer guardia en Bucalemu y sabíamos que podíamos estar hasta tres días apostados y nadie decía nada, porque en ese tiempo las comunicaciones no eran buenas", contó Cid.
"Quedábamos aislados en los cerros, en bajar eran cuatro horas y en volver, otras cuatro. Ahora las comunicaciones son instantáneas, pero antes no. Uno tenía que ir preparado con su cocaví por el tiempo que uno creía que iba a durar", completó su camarada.
"Fuimos forjados así y estamos orgullosos de eso, de haber pasado por la época más dura por la parte física, mental y todo eso. Si no hubiese sido de esa manera tal vez no seríamos lo que somos ahora, con nuestras familias y con la mayor parte de nuestros hijos profesionales", añadió Cid.
Actualidad
La mayor parte de estos hombres de armas ya se encuentra en retiro, desempeñándose en otras labores.
José Cid es un reconocido escultor sanantonino y actualmente su camarada Anastasio Riquelme se desempeña en una escuela de fútbol, donde también dirige "a un equipo de mujeres el fin de semana, siempre con la instrucción. Eso se lleva en la mente", terminó en broma el suboficial Riquelme.