El inevitable camino que llevó a Susana a convertirse en artesana
Desde este año se dedica exclusivamente a la artesanía, a la que decidió abocarse al ciento por ciento por la enfermedad que aqueja a su hijo, aunque su amor por las manualidades había comenzado mucho antes.
Fuerte, decidida y tranquila es Susana Contreras Fuentes, una joven artesana de Santo Domingo que se dedica exclusivamente a crear figuras de fieltro desde su propia casa, las que ofrece a través de Facebook.
La joven, de 31 años, aprendió hace tres años la técnica, pero a partir de marzo pasado este trabajo se volvió su principal fuente de ingresos.
"Siempre me gustó hacer artesanías. De hecho, antes hacía collares, aritos, anillos y diversas artesanías tejidas, las que iba a vender a las ferias. Tenía ganas de hacer algo distinto, hasta que un día una amiga me enseñó a hacer una muñeca de fieltro y me gustó, porque no estaba de moda y es muy bonito, además se pueden hacer muchas cosas con este material", cuenta.
Tras la primera muñeca que aprendió a hacer, Susana no se detuvo.
"Comencé a buscar en internet y a sacar ideas. Me dije 'aquí tengo que hacer algo distinto', porque el hilo negro ya está inventado, y empecé a hacer mis propios modelos", relata.
Este año Susana decidió dar el salto para dedicarse ciento por ciento a la creación de sus coloridos modelos, motivada por su pasión por la artesanía y, principalmente, por el amor que siente por sus hijos.
Su hijo menor tiene hemofilia, una enfermedad hereditaria que afecta la coagulación de la sangre por una alteración genética. Sus heridas o lesiones sangran más y pueden provocar hemorragias.
"Mi hijo tiene hemofilia leve, gracias a Dios. Este año él tuvo un accidente en el colegio, se cayó de un resbalín y se pegó en un codo, por lo que tuvo que estar en tratamiento durante un mes y medio en la casa. Por eso preferí dejar el trabajo que tenía y dedicarme a cuidar a mi hijo", afirma.
Susana agrega que tomó esta decisión porque "prefiero prevenir y adelantarme a las situaciones. Mi pareja trabaja y yo aporto con mi emprendimiento, que me permite estar con mis hijos, que es lo más importante".
A diferencia de otras madres, Susana tiene que estar mucho más atenta en el cuidado de su hijo, pero ella no se victimiza y asume con entereza lo que le tocó: "Para mí no es tema, nosotros ya estamos acostumbrados a la enfermedad que tienen los chiquillos, porque la tenía mi abuelo y la también algunos sobrinos y primos", señala.
-¿Ha sido muy complejo lidiar con esta enfermedad?
-Sí, pero estamos bien. Hay gente que lo está pasando mal de verdad. Nosotros estamos bien, la enfermedad la cubre el plan Auge y te entregan gratuitamente las inyecciones necesarias. En otros países, en cambio, la gente tiene que comprar los medicamentos que son muy caros. Nosotros estamos bien y somos afortunados".
Susana no se queja. Siempre ha sido aperrada. "Yo trabajaba de chica, tenía una pega en el verano y trabajaba los fines de semana, no porque me lo exigieran, sino para ayudar en la casa".
A los 18 años, quedó embarazada, otro hecho que la hizo esforzarse para salir adelante. "Fuimos papás jóvenes, por lo que tuvimos que esforzarnos de chicos. Con mi pareja íbamos a vender a la feria los fines de semana para tener plata para nuestra hija, porque no queríamos ser una carga más para nuestras familias", cuenta sobre cómo enfrentaron la paternidad hace 12 años.
Herencia artística
Los abuelos maternos de Susana eran artesanos de Rancagua, un oficio que ella siempre admiró.
"Mi abuelito hacía escobas, sillas y canastos de mimbre y eso siempre me llamó la atención. Mi abuela le hacía la ropa a todos sus hijos y cuando yo iba tenía siempre cosas hechas a mano, como bolsas, ropas de muñecas que hacía con géneros reciclados. Creo que ellos eran muy inteligentes, de la nada hacían algo bonito", manifiesta.
Además, por parte de su familia paterna también tiene una veta artística. "Tengo una tía que es monitora en Santo Domingo, donde hace clases de distintas técnicas de artesanía. Ella hace cosas hermosas. Mi abuelo paterno tocaba guitarra y cantaba canciones folclóricas. En verdad, son todos artistas en mi familia".
Es por esto que su amor por la artesanía comenzó a gestarse a temprana edad.
"Hace poco estuve en un curso y me acordé que cuando era chica hacía muñequitas con tiritas de lana. Cuando era niña no todos los papás tenían plata para comprarnos cosas y no cualquiera tenía una muñeca, entonces yo hacía mis propias muñecas de lana, tenía varias y andaba siempre con ellas", recuerda.
Sus creaciones
Todas las tardes, después de hacer sus labores de la casa y preparar a sus hijos para el colegio, Susana se pone a trabajar en sus creaciones, las que hace completamente a mano.
En promedio, se demora tres horas en confeccionar cada muñeco, los que se pueden ver en "Coreflora", su página de Facebook.
"Hago telares decorativos, retratos familiares 3D, personajes de conocimiento general, como la Violeta Parra y mujeres mapuches e hindúes, y las típicas hadas que le gustan a las niñitas", cuenta Susana sobre las figuras que realiza con la técnica del fieltro con aguja.
Además, ella se prepara para cada festividad. En este momento tiene en stock muñecos con motivos navideños.
"Tengo pesebres, duendes, monos de nieve y adornos navideños. Además, hago diseños a pedidos, como los retratos familiares que han tenido una gran aceptación por parte de mis clientes", asegura la joven, a quien se puede contactar en el teléfono 954325905.
-¿Cuál es su sueño como artesana?
-Me gustaría tener un local para mostrar a las personas mis creaciones y así llegar a más clientes, porque es difícil vender solo por las redes sociales.
Otra aspiración que tiene a futuro es compartir con más personas lo que ha aprendido: "Más adelante, cuando aprenda más sobre las distintas técnicas con lana, que me encantan, me gustaría hacer clases. Acá hay círculos cerrados, donde las personas que saben no le enseñan a otras, son un poco egoístas en ese sentido. Yo por ahora siento que me falta un poco para enseñar, como tener más materiales o un lugar físico, pero lo voy a hacer algún día", afirma.
"Creo que las circunstancias de la vida me llevaron a ser artesana. A uno le meten en la cabeza desde niño que tiene que estudiar y cuando uno no lo hace se frustra harto, porque la sociedad te dice que si no estudiaste no eres nada. Desde que conocí a otras artesanas me he dado cuenta que no es así, no todos tenemos las mismas habilidades y quizás si hubiese estudiado haría algo que no me hace feliz. Me encanta lo que hago y estoy feliz de dedicarme a hacer artesanías", reflexiona Susana, orgullosa de los caminos de la vida que la llevaron a transformarse en una artesana.