El famoso bajativo araucano podría emigrar de la región
La empresa de licores Tres Torres, creada por el visionario Virgilio Brusco y hoy administrada por su nieto Emilio, fabrica actualmente 30 tipos de los más diversos brebajes. Ahora quieren expandirse.
Es un viaje a la nostalgia al Valparaíso de principios de 1900. Una antigua casa con siglos de recuerdos, pisos de madera rechinando a cada paso y con cuadros de fotografías de antaño colgados en las paredes.
Entrar a la empresa de licores "Tres Torres" es un viaje directo a otras épocas. Está escondida en calle Yungay 2480 y es donde se fabrica el famoso bajativo Araucano.
Con sus técnicas de fabricación tradicionales europeas a base de maceraciones de hierbas y de semillas nacionales e internacionales, "Tres Torres" obtiene los nostálgicos sabores del pasado en sus botellas de brebaje.
La empresa tiene un catálogo con más de 30 licores diferentes, no obstante, durante toda su historia el trago Araucano ha sido su caballito de batalla y hoy día siguen luchando para que la fábrica sea una competencia en la industria del alcohol.
Su actual dueño, Emilio Brusco, sueña con seguir modernizando la empresa que su abuelo construyó hace tanto tiempo atrás: "Esta fábrica fue construida en 1918, está ambientada a las necesidades de las industrias de ese siglo y por lo que ya hace años se nos hizo chica", indica Brusco. Y quizás los deseos del hombre no se encuentren muy lejos de realizarse.
Tres Torres
Todo comenzó con el famoso brebaje Araucano, que estaba muy lejos de ser consumido como una bebida alcohólica y más cercana a ser considerada una cura de malestares estomacales. El bajativo nació como un tónico para combatir los dolores de estómago y también como una mezcla para "levantar muertos".
El creador de la mítica receta del famoso bajativo porteño fue Fritz Hausser, un refugiado alemán que luego de llegar a Chile, inició una pequeña farmacia en cerro Alegre.
Sin embargo, con la llegada de la Segunda Guerra Mundial los negocios locales sufrieron altas repercusiones y la farmacia de los Hausser terminó por cerrar y la receta del Araucano terminó siendo vendido a la familia Brusco.
Por esos lejanos días de guerras, Virgilio Brusco, abuelo del actual dueño, compró lo que años más tarde se convertiría en el laureado trago tradicional.
"Mi abuelo compró la receta entre los sesenta, pero él ya tenía esta fábrica", indica Emilio.
"Lo único más antiguo en Valparaíso que esta receta y esta fábrica es el edifico de El Mercurio", menciona Emilio Brusco mientras camina por los pasillos de madera de la fábrica.
Con sus 70 y siempre años (se negó a dar su edad exacta) Brusco es ingeniero de la Universidad Católica de Valparaíso e hizo clases en la Universidad Técnica Federico Santa María de Valparaíso y de Concepción. Según él, jamás pensó que terminaría trabajando en el negocio familiar: "Qué iba a pensar yo que me iba tocar quedarme con esto". Agrega que "yo estaba en Concepción en esos años y ni siquiera tomaba alcohol, yo no sabía nada de esta vida".
En la actualidad, generan más de 30 licores diferentes y hace un par de años comenzaron a producir jarabes de variadas hierbas. "Tenemos tragos que hoy en día son muy sabrosos y que se han promovido muy bien como el licor Bruja, pero ya no tenemos la capacidad para producir nuevas bebidas. Ya no podemos seguir fabricando más".
Debido a la alta demanda que tienen por el Araucano, la empresa se ha visto en variadas ocasiones en la necesidad de agrandar su lugar de producción.
400 cajas semanales
A pesar de ser una empresa relativamente pequeña en comparación con las otras grandes industrias de alcohol, Tres Torres despacha alrededor de 400 cajas semanales. Todas con destino a Santiago, ya que es desde la capital donde se envía la mercancía hacia el resto del país, incluido el puerto de Valparaíso.
"Me sale más económico despachar a Santiago todas las cajas y que desde allá las distribuyan. Porque el flete me cobra más caro acá que enviarlas en encargo a la capital", menciona el empresario.
Además, agrega que: "En Valparaíso es muy raro, porque a pesar que el negocio partió acá, contamos con pocos clientes. Pero en la Región Metropolitana tenemos más del 80% de nuestros consumidores, porque el negocio se desarrolla allá, todo está centralizado allá".
Por el alto nivel de producción que tiene la empresa, se han modernizado durante los años.
Emilio Brusco sueña con una fábrica que sea totalmente moderna: "Me gustaría que toda la producción fuera a base de máquinas y con procesos mucho más rápidos (...) pero ahí tenemos que ir viendo", menciona.
Sin embargo, tan atrasados en la producción no se encuentran, ya que el embotellamiento es realizado por máquinas, por lo que la necesidad de capital humano es cada vez menor.
Hoy en día no tienen más de 15 trabajadores (incluyendo al dueño).
Emilio no espera contratar a más trabajadores ni a corto o largo plazo, ni siquiera si lograra mover la fábrica a Casablanca o Santiago.
"Si nos vamos de acá es para seguir automatizando la fábrica, sería para dar abasto con todos los licores y eso solamente lo podríamos lograr con más máquinas y con mayor rapidez" , indica el dueño.
Junto a Emilio Brusco se encuentran dos de los trabajadores de la empresa, Roberto Morales quien lleva 22 años en el lugar y Antonio Salinas quien hace 40 años está en la fábrica.
A pesar de tener un espacio reducido para realizar el sellado de las botellas, ninguno de los dos hombres tiene pensado abandonar aún el lugar . "Hay harto trabajo aquí, los horarios más complicados son en la tarde, es algo rústico, pero es un buen lugar donde trabajar", indica Roberto Morales. "Llevo hartos años trabajando acá y hay harta pega, pero es un sitio tranquilo para estar", agrega Antonio Salinas.
El futuro
El empresario aún no ve la idea del retiro cercana y no tiene seguro cuál de sus tres hijos tomará el liderazgo una vez que él se retire. Indicó a esta periodista entre risas que : "Los trabajadores acá se van cuando se mueren, le pasó a mi abuelo, a mi padre y a mi tío, así que ahí veremos que pasará conmigo".