Valeria Barahona

La Quinta Vergara no podía más de amor con Luis Fonsi en el escenario cuando, de pronto, en la platea, Freddy Rodríguez sacó el anillo para pedir matrimonio a Daniela Pacheco, frente a un séquito de cámaras coordinadas por el galán con Chilevisión. El "sí" tardó apenas unos segundos y quedó todo sellado con un beso. En paralelo, las redes sociales ardieron con la discusión sobre si fue una buena idea o se trató de un acto invasivo en que la, ahora novia, estaba prácticamente obligada a aceptar.

"Que te lo hagan en público, de esa manera, es causal para decir que no", afirma el escritor Rafael Gumucio, traductor del libro "Sobre la pasión, el amor y los celos", de François de La Rochefoucauld.

"En el fondo, este tipo de petición de mano permite que uno diga que no, porque demuestra que estás loco, no estás bien de la cabeza y nadie quiere casarse con un loco. Ya ahí tienes una disculpa: 'mira lo que hiciste'", aconseja.

Convencimiento

Un acto así, a juicio del psicólogo y profesor de la cátedra de existencialismo de la Universidad Alberto Hurtado, Gonzalo Osorio, "es acercar mucho más la posibilidad de que te digan 'sí', porque alguien tiene que tener muchos cojones para decir 'no' en esas circunstancias. Tienes que, probablemente, estar muy convencida de que nunca te casarías con esa persona".

El problema, en el caso de la novia del Festival de Viña iluminada por los neones del espectáculo y los focos de las cámaras, es que en caso de negarse a la propuesta, habría quedado muy mal "para todo el universo. Qué vergüenza", añade Gumucio.

"Es tremendo, por eso no recomiendo hacer estas cosas, ya que siempre dan ganas de decir que no: es como cuando uno sube a las alturas y dan ganas de tirarse", recalca el escritor y académico de la Universidad Diego Portales.

Intimidad

Las peticiones de matrimonio dan cuenta del modo de ser de la pareja, del carácter que han creado en conjunto, plantea el psicólogo, donde, además de las personas que "gritan" sus sentimientos, hay gente "que tiene un amor un poco más silencioso (como los que casi no suben fotos juntos a Facebook), que nunca se le ocurriría pedir matrimonio en estas circunstancias (públicas)".

Esta reserva en el romance "no dice que sean más o menos pareja, porque el amor se puede llevar de manera silenciosa y no por eso menos intensa", sostiene Osorio.

Sin embargo, de acuerdo a su experiencia clínica, "hay 'algo' en buscar que todos sepan que te amo y me amas, que es parecido a la negación, a decir: 'no, a mí no me duele eso' y uno lo anda diciendo porque, en el fondo, te duele", conducta que "es un poco a contrapelo, algo paradójico".

"Lo encuentro terrible (la escena vivida en la Quinta), pero emociona", reflexiona Gumucio.

"apostar"

Este tipo de determinaciones, afirma Osorio, son "difíciles, porque en realidad cada uno nunca está tan seguro. Cuando uno toma decisiones de esa índole, se arriesga y confía. Uno puede estar seguro de la intuición, pero aún así uno sabe que, en el fondo, es una apuesta, tanto casarse como vivir juntos o, inclusive, pololear".

La situación "habla de mi intimidad, la cual en un concierto, frente a las cámaras, probablemente no va a existir", dice el psicólogo, motivo por el que recomienda pensar antes de "tomar, en un contexto así, una decisión que está prevista para toda la vida".

Y pese a lo tentador que pueda ser tener videos de la tele con el momento exacto, Osorio advierte que "es transformar el amor en un objeto. Esto es clásico de los gringos, ellos piden matrimonio en partidos de la NBA o el Superbowl, lo que hace ver el amor como un objeto que se puede comercializar, un producto".

"Es tremendo, por eso no recomiendo hacer estas cosas, ya que siempre dan ganas de decir que no: es como cuando uno sube a las alturas y dan ganas de tirarse"

Rafael Gumucio,, escritor"

En el minuto mismo

El especialista en salud mental, Gonzalo Osorio, afirma que "cuando te dicen que no, pudiste haberlo sabido antes", dado que, en esta época, es aceptado que las personas vivan juntas antes de contraer el vínculo: "Antes, las parejas no hablaban sobre el tema y lo natural era pedir matrimonio y sorprenderse". En caso de una respuesta negativa, el psicólogo sostiene que se debe enfrentar la situación "con el mayor aplomo posible" y reflexionar, porque la persona que preguntó "está muy perdida en la relación".

Terminar o no la relación

El psicólogo opina que "si no quieres cerrar la puerta a que, en el futuro, pueda existir una posibilidad (de un 'sí, acepto'), lo mejor, en el sentido de la dignidad de uno y el respeto por la libertad del otro, es aceptarlo y dar espacio a la otra persona", sin terminar con la relación, porque la respuesta negativa "puede tener relación con inseguridades o miedos que, en realidad, si se piensa mejor, a lo mejor después dice que 'sí', pero insistiendo se va a conseguir lo contrario o, lo que sería peor, obtener una aceptación forzosa".

Esperar para volver a conversar

Tras la tormenta, Osorio aconseja "no volver a tocar el tema, porque ya se pusieron las cartas sobre la mesa al decir: '¿te quieres casar conmigo?' Y la otra persona sabe cuáles fueron las causas para el 'no'. Si realmente lo ha pensado, va a iniciar la conversación. Si no lo hace, es porque realmente no tiene ninguna intención". En aquel momento es donde "se puede seguir en la relación, o resignarse a que no va a haber matrimonio, a no ser que haya pasado mucho tiempo y sea el momento de hablar las cosas como son no más".