Jubilada cuenta cómo nació la idea de vestirse de abeja para vender miel
Sally Godoy supo que sus 90 mil pesos de pensión mensual no le alcanzarían para vivir, por eso buscó una forma de aumentar sus ingresos. Dejó la vergüenza de lado, preparó su disfraz y salió a la calle para comercializar el producto. Esta es su historia de esfuerzo y perseverancia.
Cuando Sally Godoy (62) comenzó a recibir su jubilación se dio cuenta que los 90 mil pesos mensuales que obtenía de pago no le alcanzarían ni para cubrir la mitad de sus gastos.
Con un hijo terminando sus estudios superiores de Odontología, el camino se le ponía cuesta arriba a esta vecina de Algarrobo. Por eso de inmediato buscó una forma de generar nuevos ingresos.
Esta historia tiene un inicio. Con apenas 9 años y a pedido de su madre, Sally comenzó a trabajar cuidando niños. Desde ahí nunca más descansó, por eso cuando se enteró de la jubilación que recibiría, la angustia se apoderó de ella. "Haber trabajado toda una vida para después tener que recibir una jubilación de apenas 90 mil pesos, era para morirse. Al final a uno no le queda más opción que encalillarse y pedir préstamos tras préstamos para poder seguir adelante".
"Cuando no me alcanza, voy y pido un avance, pero al final tapo un hoyo, para destapar otro", agrega.
Junto a su marido, quien recibe una pensión de 150 mil pesos, comenzó a vender cuchuflís y dulces en distintos puntos del litoral, pero con el pasar de los días se fue dando que cuenta que no era suficiente. Decidió independizarse y buscar otra forma de conseguir recursos
"Ahora mi hijo ya se recibió de odontólogo. El dice que apenas gane un sueldo, debemos dejar de trabajar porque él nos ayudará, pero al final uno nunca sabe qué pasará. Además que yo no lo eduqué para que después me retribuyera. Mi otro hijo está enfermo y no tiene ganas de hacer nada, así que nosotros tenemos que ayudarlo".
Miel
Luego de buscar y buscar posibilidades, se le ocurrió la idea de salir a la calle a vender miel, por lo que buscó un carro y se aventuró.
"Al principio no fue fácil. Nadie me compraba. Andaba todo el día en la calle, pero aún así no pasaba nada con la miel, hasta que se me ocurrió vestirme de abeja", cuenta.
Buscó un pedazo de género que tenía en su casa, se compró unas alas, unos anteojos y un sombrero con antenas, todo de color amarillo y negro. Sin pensarlo dos veces, salió a la calle a vender una vez más, sus productos. "Uno de mis hijos me dijo 'mami tú no tienes personalidad para salir así. Te apuesto a que no te atreves' y yo bien orgullosa le respondí 'cómo que no'. Recuerdo que tomé mis cosas y salí".
Reconoce que al principio sintió mucha vergüenza y que en más de una ocasión algunas personas se acercaron a ella solo con la intención de burlarse. "Una vez unas mujeres se acercaron y me dijeron que era ridícula. Eso me hizo sentir muy humillada y triste, pero sabía que lo que estaba haciendo no era malo porque yo no andada robándole a nadie, así que dejé la vergüenza de lado y seguí adelante".
Al principio se instaló al lado del supermercado Líder de Algarrobo, teniendo muy buena acogida del público. Esto la motivó a buscar nuevos puntos de ventas y fue así como se trasladó a diferentes sectores del litoral.
"No me gusta quedarme solo en un lugar. En San Antonio ya tengo mi clientela. Paso por algunos locales, pero a veces los inspectores me echan", cuenta.
Andar todo el día en la calle requiere de harto esfuerzo para Sally, sobre todo por el peso que carga y por el traje que es un poco caluroso, "por eso cada vez que puedo me paro en la sombrita".
"También me han pasado algunos accidentes. Como ando en micro, una vez se me dieron vuelta todos los envases de miel y en otra oportunidad, se me cayó el carro y quedó la escoba, pero ahora ya tengo más experiencia", relata.
En estos tres meses que lleva comercializando miel, Sally se ha hecho muy conocida. Asegura que incluso en Santiago la han reconocido.
"Varias personas se me han acercado para decirme que me han visto en Algarrobo o en San Antonio, así que yo les respondo que la abejita debe volar a otros lugares para tener miel", cuenta, entre risas.
-¿Usted hace la miel?
-No, yo la traigo de Curicó, pero es bien buena porque la gente que me compra jamás ha tenido problemas con ella. Hay personas que venden miel adulterada, pero lo que yo vendo es ciento por ciento natural.
Sally tiene pensado seguir adelante con la venta de este producto durante el invierno porque en este tiempo ya ha formado su clientela, aunque a veces se traslada durante el invierno a Santiago porque señala que en el litoral hace mucho frío.
"A esta abejita no le gusta el frío (ríe), pero este invierno me quedaré acá porque entrego miel en varios lugares y no puedo dejar a mis clientes", sostiene.
En su afán por buscar nuevos puntos de venta intentó probar suerte en la capital, pero estuvo a punto de ser engañada, por lo que optó por regresar a la provincia.
-¿Cuánta miel puede vender diariamente?
-Hasta 25, pero a veces cuando no me va muy bien, la cambio en la feria por verdura.
La conversación se ve interrumpida por un potencial cliente que felicita a Sally por su iniciativa.
"Menos mal que no se me ocurrió vender leche porque el disfraz sería otro", bromea esta simpática vecina de Algarrobo ante la carcajada espontánea de su nuevo cliente.