La comida chilena tiene su lugar en el restaurante "Margarita"
Ubicado en calle Luis Alberto Araya, en el sector de Barrancas, el local impulsado por Mónica Pozo y su hija Mónica Victoria cumplió seis años de funcionamiento la semana pasada.
Mónica Alejandra Pozo Gómez tenía cuatro años de edad cuando llegó a San Antonio para hacerle compañía a su padre Lientur Pozo, quien se había trasladado desde Talcahuano hasta la ciudad puerto debido a su trabajo justamente como portuario.
Padre e hija se instalaron en una casa en calle Luis Alberto Araya, donde la dueña, la señora Margarita Martínez Vásquez (quien era una modista muy reconocida en el sector de Barrancas), les arrendaba una pieza.
"Yo no conocí a mi madre biológica y fui criada por mi padre, por eso soy una mujer un poco diferente a otras, con harto carácter, más dura. Porque ser criada con el papá no es lo mismo que con la madre", recuerda Mónica, agregando que "mi padre comenzó a buscar un lugar donde quedarnos en San Antonio, y fue así que llegamos a la casa de la señora Margarita. Ella era viuda y nunca tuvo hijos, por lo comenzamos a formar una relación de hija y madre con el paso del tiempo. Por eso es que yo pienso ahora que fui privilegiada: tuve la posibilidad de elegir a mi madre y ella de elegir a su hija".
Cuando la señora Margarita estaba a punto de cumplir 95 años (le faltaban dos semanas), falleció acompañada en su casa junto a Mónica. Ella, en un acto de generosidad, le traspasó la propiedad ubicada en Luis Alberto Araya.
"Estuvimos junto a ella hasta el último día. Falleció por la edad, porque de salud se mantenía impecable. Las dos fuimos afortunadas en habernos conocido", reconoce.
El inicio
Hace casi diez años, la señora Mónica quiso emprender con un pequeño almacén y remodeló un espacio de la casa de Luis Alberto Araya para abrir el local bautizado como "Emporio".
"Era una especie de minimarket que atendía con mi hija Mónica Victoria. En el verano vendíamos pan amasado, empanadas además de pollos congelados, chuletas. Preparábamos sandwiches a la gente que trabajaba por acá. Estábamos atendiendo hasta las doce de la noche durante la semana. En este negocio estuvimos cerca de tres años", comenta.
Luego de recibir buenos comentarios de los clientes, e impulsada también por su hija que había estudiado Gastronomía, Mónica Pozo decidió dar el paso más importante que seguramente ha dado en su vida. "Nos la jugamos por empezar un restaurante. Yo hasta los 40 años ni siquiera sabía cocinar, pero fuimos aprendiendo poco a poco. En un comienzo teníamos seis mesas (actualmente son 23) y la idea que teníamos era hacer algo chiquitito, pero donde no tuviéramos a nadie que nos dirigiera o diera órdenes, que era algo que habíamos soñado desde hace tiempo", explica.
Cuando tuvieron que elegir un nombre para el nuevo restaurante, Mónica Pozo no lo pensó dos veces y lo bautizó como "Margarita", un homenaje para quien ella considera su madre. "Yo digo que ella es mi angelito que nos protege y que nos ha ayudado a que vayamos creciendo con nuestro proyecto familiar", afirma con orgullo.
Comida casera
La idea que tuvieron desde un principio madre e hija fue la de ofrecer comida casera en porciones contundentes para que los clientes tuvieran una buena aceptación.
"Siempre pensé en comidas caseras. Uno veía cuando iba a un restaurante que te ofrecían gastronomía quizás más gourmet, pero mucha gente quiere comerse, por ejemplo, un plato de pantrucas bien preparadas ,a la antigua, con huesitos. Además que a veces te cobran cuentas excesivas; entonces, la idea fue hacer algo rico, fresquito y que estuviera al alcance de las personas que tienen que almorzar todos los días afuera", detalla Mónica.
Los primeros platos que comenzaron a ofrecer fueron pollo relleno, sierra al horno, entre otros. Pero el público comenzó a pedir otras preparaciones que fueron bien aceptadas. "A medida que iba llegando más gente iban preguntando o proponiendo otros platos y los hacíamos al otro día. Uno tiene que tener la capacidad de aceptar la sugerencia que hace el cliente y no enojarse. Por eso es que decimos que trabajamos al gusto del cliente, no al gusto personal de nosotras".
Dentro de las anécdotas que tuvo el "Margarita" en sus comienzos, Mónica recuerda cuando su hija, impulsada por sus conocimientos culinarios más actuales, cocinó unas papas rústicas que incluían la cáscara de la papa. "Obviamente que estaba todo bien lavado, cepillado, pero estaba con su piel y un cliente nos dijo 'qué creen que soy un chancho', así que no hicimos más, jajajaja", cuenta esta emprendedora sanantonina.
Durante la semana, cuentan con una lista de 13 platos para elegir, donde el más pedido es la tradicional cazuela. "Hay gente que viene desde Isla Negra, El Tabo, que les gustan las cazuelas de vacuno o piden guatitas a la jardinera. En estos momentos tenemos para atender 55 personas con la capacidad llena del restaurante, y en la cocina trabajan dos personas más, entre ellas la Perlita, que está desde hace rato con nosotras y acá ha aprendido harto", acota Mónica, quien entrega dos fórmulas para mantener a los clientes "no cambiar la mano de la cocinera ni el tamaño de las porciones, ya que en algunos lados comienzan los primeros meses entregando platos grandes y con el tiempo se van reduciendo".
"nunca lo esperé"
La semana pasada, exactamente el jueves 7 de junio, el restaurante de comida criollo "Margarita" estuvo de aniversario, cumplió seis años desde que abrió sus puertas en el 2012.
"La verdad es que no me imaginaba algo así. Yo pensé que íbamos a tener algo más chico, quizás un tipo carrito, algo tranquilo. Pero después la misma gente tenía que esperar afuera, así que fuimos agrandando el local en la casa. En seis años ha sido harto el trabajo y la clave es ser perseverante. Hay que ir de a poco y no echarse a morir si al comienzo las cosas no salen bien", reflexiona Mónica Alejandra Pozo Gómez.