El "Cacha la niña" cuenta las alegría y penas sobre su camión
Darío Ampuero Cornejo dejó los viajes largos por un tema de seguridad. Dice que ya está viejo pero, por sobre todo, explica que la violencia y la delincuencia lo retiraron de los periplos hasta el norte del país.
Dicen que la vida del camionero es sacrificada y difícil, sobre todo cuando hay que trabajar en fechas importantes como la Navidad, el Año Nuevo, el Día del Padre y los cumpleaños de los hijos.
"Eso es lo más complicado para uno. No puedo negar que esta pega es linda, me gusta, la llevo en el ADN, pero a veces tiene sus cosas ingratas", revela Darío Hernán Ampuero Cornejo (57), conocido popularmente por su particular apodo: "Cacha la niña"
-Buen sobrenombre le pusieron...
-Jajajaja. Sí. Esto viene desde mi papá. Le decían "Cacha el anciano". Son apodos de camioneros, que después pasaron a la familia.
Y así es. Darío es el tercer hermano de un total de 12 que tuvo el matrimonio compuesto por Ceferina Cornejo y Ceferino Ampuero. La gran mayoría de los hijos siguió la tradición del patriarca, quien pasó toda su vida frente al volante de un camión, hasta hace ocho años, cuando se le apagó el motor de su corazón.
"A mi hermano grande, Ernesto (70), le dicen 'Cacha la vieja'; al siguiente, Guillermo (59), le dicen 'Cacha la cabra'; y a mí 'Cacha la niña', porque soy el más chico de los tres que nos dedicamos a este rubro. Igual en mi familia, a los sobrinos, les tenemos sobrenombres parecidos, de alguna forma, manteniendo esta tradición de los camiones", confiesa enérgico este trabajador de Vic-Mar.
Hoy Darío presta labores a esta empresa, que tiene sus oficinas en el sector de calle Arrayán, Tejas Verdes, a pasos de la planta de revisión técnica King.
Comenta que "hoy tengo que llevar material o máquinas a Santo Domingo para los trabajos que se están realizando allá. A veces voy a Santiago y así trabajo. Pero esos piques largo ya casi no los hago".
-¿Cuánto tiempo lleva como camionero?
- Toda la vida. Con mis hermanos andábamos a las paradas de mi viejo y aprendimos de él todo esto. Siempre estuvimos metidos en el rubro de los camiones. Uno ama las carreteras y los camiones. Es como un sentimiento. Es bonito pero también se sufre harto, por las fecha importantes que uno no está con la familia y por todo lo que pasa en las carreteras.
Darío cuenta que lleva casado 34 años con su mujer, quien lo ha soportado, lo ha "echado, pero siempre querido. Nos queremos con las mismas ganas. La señora se porta bien, nada que decir, después que ha pasado tantas por uno, para qué vamos a decir otra cosa".
-¿Por qué se alejó de la carretera, de esos viajes largos?
-Porque estoy viejo. Jajajajaja. Por eso es. Uno ya no está para esos viajes largos, más aún con los tiempos de ahora, cuando uno no sabe si volverá o no a la casa.
-¿Ha cambiado la vida de los camioneros?
-Mucho. Antes cuando veía a mi viejo trabajar era otra cosa. Acá había una cooperativa de camioneros. Había más unión. Uno iba en la carretera, lo digo porque también yo vivi eso, y uno se bajaba y ayudaba a un conductor cuando quedaba tirado en la carretera. Ahora uno no puede hacer eso. No por mala voluntad o flojera, sino porque te pueden asaltar, robar tu camión o hasta agredir. Uno arriesga mucho. La vida está distinta. Todos vemos como está la situación hoy en día: asaltos por todos lados, que roban los camiones, que le pegan a los choferes y esas cosas.
Darío menciona que "durante varios años se desempeñó trasladando materiales a la mina Chuquicamata (Antofagasta). Los viajes eran largos, pero no tan peligrosos como hoy en día".
"Los viajes eran largos. A veces uno quedaba en panne y te ayudaban los otros camioneros para arreglar el desperfecto. Eran otros tiempos los que vivimos con mis hermanos. A veces nos juntamos todos y nos ponemos a recordar esto en la casa de mi mamá, pero la señora a veces se enoja y nos termina echando porque no nos vamos más de su casa. Somos muy hermanables, aprendimos de mi viejo muchas cosas, entonces tenemos algo en común que nos hace más hermanables", expresa con emoción.
Sin duda, uno de los momentos más tristes para esta familia de camioneros fue la partida de Ceferino. El hombre sufrió un accidente vascular y 13 días después fue víctima de un mortal infarto al corazón. El 19 de agosto de 2010 finalmente este camionero partió a su último viaje para nunca más volver, pero dejó una huella imborrable en estos hermanos apasionados por las carreteras, las ramplas y los camiones.
"El viejo era como los de antes. Pegaba un grito y ahí estábamos los hermanos cuadrados con él. Sabía harto de camiones. Tenía un Fargo de la cooperativa. Siempre lo vimos trabajar en esto que tanto le gustaba y nosotros seguimos en este rubro. Incluso hoy en día una hermana también es dueña de un camión", afirma.
Ciudad y camiones
Darío Ampuero comenta que desde siempre han existido problemas en la ciudad por el tema de los camiones. Antes mucho menos que ahora, pero la problemática siempre ha estado presente.
Para él la situación es bastante simple. Dice que "muchos sanantoninos hoy son camioneros, porque se necesitan para distintos trabajos y no pensemos solo en el puerto".
"Se necesitan camiones para todas las construcciones, mudanzas y fletes. Yo, como te comentaba, estuve yendo a dejar materiales y maquinaria a Santo Domingo para avanzar en el tema de los caminos. Eso, cómo no va a ser bueno. Cómo no va a ser bueno que las personas tengan mejor acceso con sus vehículos, que ya no se queden pegados en la tierra en los días de lluvia. Para mejorar se necesitan los camiones aunque a veces la gente se moleste", declara.
El "Cacha la niña" asegura que es un tema de respeto, pero también de generar cambios, para que tanto la ciudad como los camiones pueden convivir sin ningún problema.
"Hoy la comuna ha crecido harto y seguirá creciendo por el tema del megapuerto que anunciaron. Entonces hay que estar preparado para eso y tener caminos para no generar tacos", recalca antes de agradecer el aporte de todos los camioneros sanantoninos que ya están retirados.
Él se va contento arriba de su camión. Un crucifijo dice que lo cuida cada vez sube a su máquina. "Uno se sube y no sabe si bajara del camión por sus propios medios. Pero bueno... a uno le gusta esto, le gusta la carretera y los camiones. Es lo que yo elegí", dice mientras arranca su camión rumbo a Santiago.