La Blanca Rosa que cumplió 100 años y sigue con ganas de vivir
Blanca Rosa Jorquera Fuentes es un verdadero canto a la vida. Tras un siglo, continúa lúcida y llena de recuerdos y sentimientos. Hoy se reunirá toda su familia para celebrar este acontecimiento.
Como si fuera un ejercicio matemático, Blanca Rosa Jorquera Fuentes piensa en los 100 años que acaba de cumplir. Tras un par de segundos de reflexión, responde: "La vida se pasa volando. Yo siempre decía cómo voy a cumplir cien años, y aquí estoy".
Nació el 30 de agosto de 1918 en la localidad de Lo Abarca, fruto del matrimonio de Rufino Jorquera y Rosa Fuentes, un conocido lechero del pueblo y una dueña de casa, respectivamente. Ellos tuvieron ocho hijos, de los cuales sólo sobreviven Blanca Rosa y María Jesús. Esta última tiene 102 años y hasta hace poco ejercía como profesora en la comuna de Cabildo, al interior de la Quinta Región. Al parecer, la longevidad está en sus genes.
Con una lucidez impresionante, la señora Blanquita, como la conocen sus cercanos, recuerda que tenía seis años cuando sus padres se trasladaron a la casa de calle Almirante Latorre con Bilbao, en el sector de Playa Grande de Cartagena. En esa misma vivienda de tres pisos, levantada a pulso por su familia, ella ofrece esta entrevista.
"Cuando llegamos a Cartagena las casas llegaban a dos cuadras de la playa en este sector. El resto era puro bosque y naturaleza. Hoy está todo poblado hasta los cerros", rememora sentada en el pasillo del tercer nivel, que tiene una vista maravillosa de gran parte de la costa del Litoral Central, la misma que ella ha contemplado y admirado durante los 94 años que lleva en esta residencia.
-¿Qué Cartagena le gusta más?, ¿la de antes o la de hoy?
-No cambio el Cartagena de antes porque no había tanta gente ni tanta delincuencia ni violencia. Se vivía mucho más tranquilo.
Mamá y pastelera
La señora Blanquita confiesa que tuvo una infancia feliz con su familia y en la antigua escuela de Cartagena donde estudió. A los 29 años se casó con Modesto Vega (murió en 2004), con quien tuvo seis hijos: Jorge, Braulio, Osvaldo, Iván, Rosa y Patricio.
Pese a toda la alegría que la embarga en estos momentos, tiene una "espinita" que parece molestarle en su corazón: su primogénito, Jorge, emigró a Venezuela en 1978 y hoy está sufriendo los sinsabores de la crisis política y económica que tiene convulsionado al país caribeño. Blanca piensa en su hijo y parece extrañarlo más que nunca.
Mientras su marido se dedicaba al comercio -tenían un pequeño almacén en su casa- y luego a los fletes con un camión, ella fue ganando fama como repostera. Sus especialidades eran las tortas de biscocho con manjar o piña picada, y una crema para chuparse los dedos. Los clásicos chilenitos también eran su fuerte.
"Tenía harta clientela y lo bueno es que a todos les gustaban mis tortas y pasteles", comenta esta dulce mujer, quien sigue echándole cinco cucharaditas de azúcar a cada taza de té. La diabetes, al menos hasta ahora, jamás se ha cruzado en su camino.
Enfermedades
Cualquiera podría pensar que para llegar a los 100 años hay que gozar de buena salud. Claramente eso no se cumple en el caso de esta cartagenina. "Ya ni me acuerdo de todas las enfermedades que he tenido", dice.
Ha sido operada de bocio (aumento de la glándula tiroidea), de la columna vertebral y del útero, entre otras patologías. Hace poco más de una década un problema vascular obligó a los médicos a cortarle su pierna derecha. Pero ella no se echó a morir. Por el contrario, se puso nuevamente de pie y aprendió a caminar con una prótesis, en una auténtica demostración de fuerza y superación personal.
Hoy, producto del paso del tiempo, está la mayor parte del tiempo en una silla de ruedas, pero se ve tan fresca como una lechuga recién salida del huerto. De hecho, sus pasatiempos preferidos son descifrar las sopas de letras, tejer, jugar naipes y leer religiosamente Diario El Líder, medio que la mantiene conectada y al tanto de lo que ocurre tanto en su comuna de toda la vida como en la provincia de San Antonio.
-¿Esto de las marejadas que arrasan con toda la playa de Cartagena es un fenómeno nuevo o antes también ocurría con frecuencia?
-Antes no se veía esto. La Playa Grande siempre estaba linda y con mucha arena. En cambio ahora, el mar se lleva hasta los quioscos de la playa.
-¿Cuál es el lugar más lindo de Cartagena para usted?
-La plaza (de Armas) antigua era muy hermosa, tenía más áreas verdes y más árboles. Todos los niños iban a jugar ahí. Por suerte ahora la van a remodelar.
La señora Blanquita es una amante de Cartagena y, por ello, quiere seguir por siempre ligada a su tierra. Cuenta que durante dos años estuvo viviendo en Santiago en las casas de sus hijos, pero nunca se acostumbró. "Echaba de menos el aire, el mar y a mis amigas, especialmente a Olga Rasse, con quien hablábamos todos los días por teléfono".
Otros de sus grandes amores son el New Life, club del que es socia-fundadora, y Colo Colo. Ella, al igual que todo el pueblo albo, celebró en los últimos días con el triunfo ante la "U" y la clasificación a cuartos de final en la Copa Libertadores.
-¿Cuál es su secreto para mantenerse tan bien a los 100 años?
-No lo sé, pero yo creo que el trabajo me mantuvo activa. Toda la vida hice muchas cosas. Además, siempre he leído, y eso yo creo que me ayuda a mantener la memoria.
-¿Le gusta celebrar sus cumpleaños?
-Sí, ahora me gusta más que antes porque la celebración permite reunir a la familia. Los niños, que ahora en realidad están viejos (dice por sus hijos), siempre tratan de venir a saludarme y acompañarme, aunque no solo en mi cumpleaños.
Efectivamente, sus hijos y nietos se reunirán hoy sábado nuevamente para conmemorar en grande este acontecimiento. Ella, por supuesto, no sabe los detalles de la sorpresa que le brindarán.
-¿Hasta qué edad le gustaría vivir?
-No lo sé.
-¿Pero le tiene miedo a la muerte?
-No, yo sé y tengo claro que algún día me tendré que morir nomás.
-¿Tiene algún hijo que sea más regalón?
-No, para mí son todos iguales. Mis nietos se pelean cuando hablan de quién es el más regalón, pero yo siempre digo que los quiero a todos igual.
-Si le dieran a elegir un último deseo en esta vida, ¿qué pediría?
-Lo único que pediría es que mi hijo Jorge se venga de Venezuela, porque allá está todo muy malo.