Jesús Farías Silva

Exequiel Ortega llama la atención adonde quiera que vaya. No tiene que decir ni una sola palabra, solo pararse frente a una audiencia para que todos se queden en silencio esperando qué mensaje saldrá de su boca.

El poder de su atracción viene de su altura. Mide solo 120 centímetros. Es, según su propia descripción, "de talla baja".

Lo que podría ser considerado como una tremenda desventaja en una sociedad que no piensa en quienes miden menos de lo normal, para él es una ventaja.

A sus 40 años es un solicitado orador motivacional. Su misión: que todos exploten los talentos naturales, que, de acuerdo a su filosofía, son dados por Dios.

Punto de partida

Ortega se fue a los 18 años de San Antonio para perseguir el sueño de convertirse en periodista.

"Nunca olvido mis orígenes. Están en la población Juan Aspeé, donde tuve una infancia muy linda", cuenta en conversación con Diario El Líder.

Allí, en esa emblemática población del puerto de San Antonio, su madre siempre le dijo: "hijo, usted puede".

"Mis primeros años fueron en la gloriosa escuela D-482 Grupo Escolar de Barrancas, donde hice toda la enseñanza básica", recuerda.

Antes de viajar a Antofagasta a estudiar a la Universidad Católica del Norte completó la enseñanza media en el Colegio Cristo Rey.

Son al menos tres instituciones que nunca olvida y que añora al hablar de ellas.

"San Antonio es parte importante de mí, siempre nombro que soy de allá -dice al teléfono desde Santiago- y siempre voy. Mi familia está ahí".

En la capital le sacó provecho a sus estudios, habilidades con las comunicaciones y su "talla baja".

"Estoy dando charlas motivaciones en todo Chile y el mundo", cuenta.

En ellas ayuda a las personas a buscar un propósito que los guíe en la vida y que, como él, encuentren un lado positivo a las desventajas.

"Si yo soy chico, tengo que ser el chico más grande", asevera.

Es algo que siempre quiso hacer.

Acción consciente

"Se trata de conectar los dones y los talentos de las personas y ponerlos al servicio de los demás. Siempre me ha gustado ayudar a las personas y las incentivo a encontrar acción consciente de su propósito", explica.

-¿Acción consciente?

-Creo que hay un propósito para todo en la vida. Todo se mueve con una razón de ser. No hay nada que no se mueva con un propósito. En mi caso creo en Dios, por lo tanto es él quien me lo dio.

Sus charlas, sin embargo, no están relacionadas con la religión. "Tienen que ver con un mensaje positivo", confidencia.

En los tiempos que corren, ese mensaje positivo tiene tres receptores fundamentales: los jóvenes, quienes están en posición de liderazgo y los emprendedores.

Vuelta al mundo

En esa tarea ha recorrido al menos trece países. España, Alemania, Italia, Inglaterra, Israel, Bolivia, Argentina, Perú y el Principado de Andorra son algunos de ellos.

Sin importar la raza, composición política, creencia o idioma de cada nación, en cada una de ellas hay un común dominador: en todas se busca ser mejor y feliz.

"Las sociedades son distintas, hay variantes, pero todo el mundo quiere ser feliz. La forma de llegar a ello es la que cambia", reflexiona.

Su experiencia le dice que Chile es un país donde hay oportunidades de emprender.

"Al otro lado de la cordillera no es así", puntualiza.

"Pero siempre, siempre -recalca- está la constante búsqueda de los sueños".

-Solo por curiosidad, ¿qué tan lejos estamos de la felicidad, según su visión?

-La mentalidad acá es distinta. En España, por ejemplo, increíblemente las universidades no están llenas de gente de ese país, sino que de latinos. Ellos hicieron un cambio de mentalidad en que la educación formal no es lo fundamental.

-Es decir, en lugar de ser todos iguales, mejor sacar a relucir lo que nos hace distintos.

-Exacto.

Talla baja

Exequiel Ortega se muestra confiado. Está seguro de lo que expresa aun cuando hablar de felicidad es abstracto. No podría ser un "motivador profesional" si no tuviera esa característica, que probablemente nació de la lucha constante de enfrentarse a un mundo que no está a su escala.

Su baja estatura se debe a un déficit de hormonas del crecimiento detectado a temprana edad.

"Es algo congénito (que se nace con ello) y se descubre cuando tenía más o menos cuatro años", recuerda.

A pesar de someterse a varios procedimientos médicos, no pudo contrarrestarlo.

"He estado tres veces en tratamientos en Chile y en Estados Unidos, pero ninguno mejoró esta condición", detalla.

"Hay algo de Dios que quiere que sea así", sentencia.

-¿Hubo algún momento en que tener esta "talla baja" lo desalentó para perseguir una carrera, o como tus sueños como usted dices?

-Hubo un periodo de aceptación, pero nunca de depresión ni acomplejado. Siempre me alentaron mucho en la casa y transformé mi debilidad en una fortaleza.

"En la calle, frente a una audiencia o en cualquier parte, llamo la atención y eso para comunicar es una ventaja, porque uno llama la atención naturalmente", cuenta.

"Aquello que te avergüenza debe ser mejorado en una herramienta para marcar la diferencia", sentencia.

Pero no todo es bueno. Exequiel debe esforzarse para hacer tareas cotidianas.

"Yo actúo de manera normal, voy al Metro, al banco, tomo la micro, a pesar de que por la calle llamo la atención, pero este mundo no está hecho a mi medida. En el banco no hay una caja más baja, el transporte público tampoco. En la casa tampoco. Tengo que saltar para encender la luz", revela.

Antes de terminar la entrevista, Exequiel hace un llamado a los sanantoninos, a la ciudad de sus amores.

"Espero que los jóvenes vean mi ejemplo y se motiven. Lo mismo que con los emprendedores, que den cuenta de que ellos también pueden. Quién iba a pensar que un joven como yo, de una población que entonces era muy vulnerable y con muchas carencias, iba a salir adelante. Esa marginalidad y pobreza se transformó en una bendición y por eso puedo estar dando este mensaje".