Profesor del Inco contagió su pasión por la ciencia a sus alumnos
Un grupo de estudiantes del Instituto Comercial de San Antonio, comandados por el docente Pablo Malhue, han desarrollado sorprendentes investigaciones científicas a punta de talento y amor por la investigación.
La ciencia es una forma de vida para el profesor Pablo Malhue. Es por eso que en el Instituto Comercial Marítimo Pacífico Sur de San Antonio ha impulsado su desarrollo a través de la Academia de Ciencias Yecos del Inco, un instancia extracurricular que ha tenido varios y grandes logros a nivel provincial y regional, pero por sobretodo, ha marcado a estos adolescentes positivamente, haciéndolos enamorarse de la ciencia y descubrir que de fome, no tiene ni una partícula.
De taller a academia
Antes era solo un taller escolar, donde los jóvenes hacían algunos experimentos en aula. Ahora, bajo el respaldo del programa 'Explora' de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) pasaron a ser una academia, donde realizan investigaciones científicas más profundas, como las del humedal o los mil genomas, además de participar en las diferentes instancias científicas como ferias y exposiciones a las que constantemente son invitados. "Explora nos pide que hagamos una investigación científica al año para presentarla en distintos espacios", dice Malhue.
Los estudiantes no solo participan en instancias de Explora Conicyt, también son invitados constantemente a participar de otros programas como Neo Innova, de donde consiguieron los recursos para desarrollar una app, la Feria Antártica Escolar, la Feria Científica Juvenil del Museo Histórico Natural de Chile, en donde incluso ganaron el año pasado un premio internacional de turismo sustentable por un proyecto de avistamiento de aves.
Neo innova tech
Una de sus primeras y principales investigaciones se relaciona con los cinco humedales más importantes de la provincia: la albúfera de El Yali, las lagunas de Llolleo, Cartagena y El Peral y la desembocadura del río Maipo.
"Al ojo, sin nada de materiales empezamos a ir a terreno a hacer investigaciones, al principio nos costaba más porque fotografiábamos las aves y luego llegábamos a ver qué especie era; ahora que ya las conocemos, vamos identificándolas en el lugar", dijo el profesor.
Un proyecto adjudicado de Neo Innova Tech de Valparaíso, les permitirá desarrollar una aplicación para celulares que identifique las distintas especies de los humedales de la provincia. "En función de la investigación de los humedales que estábamos realizando, propusimos hacer una aplicación para celulares que sirva para identificar a las aves que habitan en los cinco humedales que trabajábamos. Sin embargo, cuando nos adjudicamos los fondos Explora lanzó una aplicación similar, pero de nivel nacional. Para no tener lo mismo, decidimos incorporar a la app flora y fauna del sector, además de horarios de visita y valores" comentó el docente.
La primera parte (solo aves) estaría lista en diciembre, luego incorporarán el resto de las especies que tienen visualizadas.
Constanza Pichuntru tiene la responsabilidad del proyecto Neo. "Nunca había hecho algo así, significa mucho para mí. Tengo que administrar los dos millones de pesos que nos adjudicamos, una gran responsabilidad", dijo.
1.000 genomas
Una de las investigaciones que más ha marcado al grupo se relaciona con los chanchitos de tierra y la genética.
1.000 Genomas es un proyecto nacional científico orientado a descifrar el genoma de la población chilena y de las especies nativas de nuestro país. Se trata de una iniciativa multidisciplinaria que tiene como objetivo secuenciar el genoma de mil chilenos y de mil especies no humanas.
En agosto de este año, 10 colegios fueron seleccionados para secuenciar el genoma de los chanchitos de tierra. "Con una maquina especial que se conecta al computador, logramos secuenciar los pares de base del genoma de los chanchitos", expresó el docente.
Pasión por la ciencia
"La ciencia es un estilo de vida, ni siquiera lo veo como un trabajo. Hago lo que me gusta y los chiquillos logran percibir eso y se prenden. Ven que es sacrificado, porque son trabajos de meses, a veces estamos sentados en la sala, analizando datos, esa es la parte fea y es la que no se ve. El motor de todo esto es la pasión y también retribuir a San Antonio, porque somos todos de acá y veo que la ciencia no está pagada. Aquí se hace ciencia a nivel escolar, pero falta divulgarlo más", comentó el profe.
"La mayoría de nuestras investigaciones no son dentro de una sala, sino que son preguntas relacionadas a nuestro entorno y eso involucra harto terreno. No es fácil sacar a los alumnos o a un profe el día sábado, pero se puede. Los chicos están sumamente comprometidos".
El grupo fue a Punta Arenas con dos proyectos para presentarlos en la Feria Antártica Chilena organizada por Instituto Antártico Chileno y ganó el tercer lugar en la Feria Científica Nacional del Museo de Historia Natural.
Yecos del Inco
En uno de los momentos de seriedad máxima, nació el grito de la Academia "¡Yecos Yecos atata!". "Estábamos viendo el genotipo del chanchito de tierra y el profe leyó algo así como 'atatata', por una de las secuencias de adn" dijo Fernanda Osorio, riendo mientras contaba la anécdota y veía cómo sus compañeros hacían el grito, que incluye movimiento de manos, como imitando un yeco (especie de ave). Saben cómo mezclar la seriedad de la ciencia con la diversión de ser todavía un niño. "Los chiquillos lo han sabido pasar bien en la academia".
-Pregunta para todo el grupo ¿Lo pasan bien?
-Sí, súper bien. Comemos harta pizza cuando vamos a terreno o cuando vamos a censar aves o tomar fotos. De hecho, una academia siempre es súper seria y nosotros siempre andamos tonteando.
"Si hasta el nombre es medio desordenado. Si buscas otras academias tienen nombres científicos, nosotros votamos por este entre tres. A los chiquillos les gustó porque era como menos serio, más pelusón, como ellos", aseveró el profesor Malhue.
Incluso, señala que unos de sus proyectos más importantes "Principios de alfabetización antártica" nació comiendo pizza en el mall. "Después postulamos al proyecto, quedamos y fuimos a Punta Arenas".
El grupo de investigadores tiene una sala ubicada en el tercer piso del instituto sanantonino. Ahí, entre tubos de ensayo y microscopios, un profesor y sus alumnos juegan a ser científicos, mientras se dan el tiempo para bromear. Y es que se nota que no han perdido la esencia de ser jóvenes, los que seguramente se convertirán el los futuros científicos del país.