El pastelero que le pone dulzura a los cumpleaños y celebraciones
Alejandro Guerra continúa con el negocio de elaboración de tortas que crearon sus abuelos hace más de 70 años.
En la céntrica calle Centenario 362, se encuentra la conocida pastelería Santa Elena, un negocio familiar que comenzaron los abuelos de Alejandro Guerra (54) en los años '40, cuando llegaron a San Antonio provenientes de Santiago.
"Mis abuelos allá (Santiago) trabajaban en pastelería tradicional y aquí empezaron a formar de a poquito el negocio, pero no recuerdo la fecha exacta en la que se establecieron ahí en la fábrica que había en puente Arévalo. Si no me equivoco fue en los años 60. Ahí todos fuimos aprendiendo el oficio", cuenta el dueño de la Nueva Santa Elena.
Producto del fallecimiento de los padres de Guerra, quienes eran los dueños de la pastelería ubicada en el sector de Puente Arévalo, se produjeron problemas entre los hermanos, por lo que él decidió independizarse.
Para no estar en una fábrica, como lo hacíamos antes, "las tortas ahora las elaboramos en Placilla y después las traemos al local. Desde que me cambié, llevamos aquí cerca de cinco años", explicó Guerra, heredero de las tradicionales tortas que hacían sus abuelos.
Tortas
Este pastelero siempre se desempeñó como maestro en la fábrica de puente Arévalo mientras sus padres comandaban el negocio. Hoy, en su propia pastelería, ha intentado innovar en las preparaciones, sin dejar de lado la esencia del negocio familiar.
La torta tradicional está hecha a base de bizcocho, con manjar o mermelada, y merengue. Sin embargo, Guerra ha llegado a preparar tortas de hasta ocho pisos para matrimonios y otras especiales para despedidas de soltera, diabéticos y con fondant, que es una decoración parecida a la plasticina, pero comestible.
"La gente se ha puesto más exigente, ven cosas en internet y quieren algo similar. Ahora también estamos elaborando tortas con fondant, una niña de las que trabaja conmigo en Placilla lo hace. Sin embargo, los clientes tradicionales siguen pidiendo de los mismos tipos de siempre, sobre todo porque ya casi no existe este tipo de torta, no se hace mucho", expresó el dueño del local.
-¿De hasta cuántas porciones puede ser una torta?
-He preparado tortas chicas que son de 10 o 12 porciones, hasta las de 60. Eso es como lo típico, pero están las de novios también que son de dos hasta ocho pisos. Esas alcanzan hasta 350 porciones. En esas circunstancias necesito por lo menos dos semanas de anticipación, porque es un trabajo arduo.
-¿Ha tenido que innovar mucho sus preparaciones con el tiempo?
-Sí, principalmente por las exigencias de la gente. Antes no se pedía tanto la frambuesa o el fruto seco o, por ejemplo, las tortas mixtas, que son con bizcocho y milhojas, pero ahora sí se piden y las preparo igual.
Clientes
Este padre de dos hijos -la mayor comenzará a estudiar arquitectura y el menor aún está en el colegio- asegura que al independizarse de su familia, muchos clientes lo siguieron.
"Hubo una confusión al principio como de 'cuál pastelería es cuál', pero la gente después se dio cuenta de cómo era todo", contó Alejandro Guerra.
-¿Ha tenido pedidos de gente de fuera de San Antonio?
-Sí, por supuesto. Mañana (hoy) llegará un caballero que me encargó desde Valdivia. Vendrá a pasar el fin de semana a San Antonio, entonces quería una torta. Hay otra señora que todos los años me contacta desde Nueva York para el día de la madre y después nosotros la vamos a entregar.
-¿En qué ocasiones se compran más tortas?
-Cuando más gente viene es en ocasiones como el Día de la Madre, del Padre, el Día del Niño, también harto para la Navidad. Para mí, a diferencia de otros comerciantes, el invierno es una buena fecha, suben harto las ventas.
-¿Ha comenzado a vender más productos aparte de tortas tradicionales?
-Sí, porque quise innovar. No es con lo que inicié el negocio, pero la gente lleva harto estas cosas. Los "chacales" (unas tablillas de masa con manjar, similares a un alfajor) son muy solicitados. Han viajado por todo el mundo y son solo de acá. Si alguien los conoce es porque vivió en San Antonio. Cuestan 350 pesos. Incluso una vez me los pidieron para un aniversario de la Municipalidad de San Antonio.
Trabajo en la pastelería
Durante la semana el equipo de trabajo puede realizar aproximadamente entre 40 y 45 pedidos. Sin embargo, durante los fines de semana, independiente de la temporada, las solicitudes de torta pueden subir a más de un centenar.
Por lo mismo, Alejandro Guerra concuerda con su ex esposa y actual colega Vilma Sáez en que este es un rubro muy esclavizante que casi no deja tiempo para otras cosas.
"Es complejo, no nos tomamos vacaciones porque tenemos que seguir siempre, así son los negocios. No me gustaría tanto que mis hijos se dediquen a esto. A mi hija le gusta la pastelería y todo, pero lo veo más como un hobby. De verdad espero que ella siga en la arquitectura", dice el pastelero riéndose.
Por ahora, Alejandro Guerra, nacido y criado en el centro de San Antonio espera comprar el antiguo local del sector de puente Arévalo donde todo comenzó y seguir con el legado que su familia inició al llegar a la ciudad.
Además, de esta forma podrá tener la fábrica y la sala de ventas en el mismo lugar. "El tema de tener que ir a Placilla a preparar o a buscar tortas y después traerlas para acá me tiene un poco cansado, pero con esto (el otro local) me facilitaría la situación".
Sin embargo, aseguró que "continuaré yo con este negocio familiar un tiempo más, mientras más pueda. Después veremos qué pasa".
Las reservas se hacen con dos días de anticipación en el local de Centenario 362 o al teléfono 352232791.