"Estoy en verdad muy nervioso. Aunque uno lleva 30 años trabajando y espera un momento como éste, creo que me supera mucho en la expectación, en el sentimiento, en el estado de ánimo" dice al teléfono desde Miami Conrado Cogle, nombre real de Bonco Quiñongo, el humorista de 47 años que tendrá la misión de hacer reír al Monstruo el 1 de marzo, fecha en que finaliza la edición 2019 del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar.

"Es mucha emoción, porque es importante para mi vida, para mi carrera, incluso para la comunidad cubana que yo me presente en ese lugar tan importante como la Quinta Vergara", agrega el comediante

Sin tabúes

Bonco Quiñongo nació en el barrio de Santos Suárez en La Habana, Cuba, desde donde salió para radicarse en Miami, donde también hace radio. Comenta que para él estar sobre la Quinta Vergara es uno de sus más grandes logros, sobre todo por todos aquellos artistas que han estado antes que él.

Las expectativas son grandes, aunque su nerviosismo no lo deja en paz. "Me decían 'no te asustes, no lo veas' -relata- pero me arriesgué a ver a quienes se los ha tragado el Monstruo", y su análisis es que "ese lugar se merece un respeto para pararse ahí, por la magnitud que tiene, hay que estar bien preparado. No se puede parar ahí alguien a hacer una tontería".

Por lo mismo, adelanta, "yo no voy a hacer nada nuevo. Voy a hacer lo mejor que he hecho en mis 30 años. Lo voy a adaptar, lo voy a llevar aquí, lo voy a hilvanar". Advierte, además, que "voy con mi mensaje como cubano, como inmigrante, como negro, como minoría", el cual es "uno positivo" y que pretende que "termine con una sonrisa, con una afirmación, con un aplauso".

"No estoy hablando de triunfar -explica-, lo que estoy hablando es que la gente, que es el objetivo de mi carrera, me quiera, se divierta conmigo, sonría y diga 'uy, qué bien'. Lo que quiero es ser agradable".

Por ello, asegura, "les doy el toque humano a muchas cosas que por cánones sociales podrían ser tabú, pues yo lo hablo en primera persona siempre: lo que he pasado como inmigrante, lo que he pasado como negro, como latino, como una persona que ha llegado a otras tierras a conquistarla, pero no de una imposición, sino de una adaptación".

Un reto

Bonco Quiñongo será el encargado de poner la cuota de humor en una jornada para la cual están confirmadas las actuaciones de Bad Bunny y Becky G, algo que el humorista califica como "duro, pero a la vez es un reto muy agradable porque voy a estar con los jóvenes. Un público joven que es prácticamente para el que yo trabajo".

"Estoy en la edad -continúa su relato- en que puedo parecer maduro, pero físicamente y por apariencia... yo hablo que los negros no se ponen viejos. Los negros viviendo con aire acondicionado y con tranquilidad no se ponen viejos".

Además, en Miami trabaja en la radio para el público que escucha a los representantes de la música urbana con los que compartirá escenario: "Es el target que yo manejo", comenta. Siente, a su vez, "alegría" por "ser una incógnita, de estar la última noche y de sentirme esperado".

Desde esta perspectiva, "el reto es más grande, pero también la satisfacción de lo que se logra, lo que uno vino a esta vida: desafiarse", sostiene. Y finaliza asegurando que "estoy contento con eso. Preocupado, pero muy puesto porque es algo muy importante".

por Eduardo Riquelme, subsecretario de Pesca y Acuicultura.

"Es muy difícil o acaso imposible dar una noticia de las verdaderas dimensiones del boliche, porque en ellas hay variedad casi inapurable…" La prevención, que consta en un diccionario publicado hace más de 200 años en España, evidencia cuán lejos pueden rastrearse en el pasado, las raíces de un arte de pesca, cuya vigencia se mantiene en Chile gracias al trabajo del sector artesanal.

En el libro, de 1791, Antonio Sáñez Reguart, a la sazón comisario real de guerra de marina, describe minuciosamente ese método de captura con red. Y los detalles que entrega tienen coincidencias notables con el modo en que los pescadores de las regiones de Atacama, Coquimbo y Valparaíso, particularmente los de San Antonio, siguen empleándolo para atrapar dorado, conocido también como palometa.

Nadie sabe exactamente cuándo el bolinche llegó a las costas nacionales, pero en todas las caletas donde se lo utiliza, concuerdan en que se trata de un arte de pesca "ancestral", vale decir de una técnica extractiva muy antigua.

En términos simples, consiste en una red capaz de encerrar cardúmenes de peces que nadan cerca de la superficie del mar y a escasa distancia de la costa. Al contar con flotadores (arriba) y plomos (abajo), opera en la práctica como una "pared" que se recoge manualmente desde el bote, cuando la faena ha concluido.

Desde hace varios años, el sector artesanal de esas tres regiones venía solicitando una autorización para emplear el bolinche en la extracción del dorado o palometa, que hasta ahora solo podía capturarse -en regla- con sistemas menos idóneos, como el arpón o la trampa.

Meses atrás, los pescadores expusieron nuevamente el problema. Al analizarlo, la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) concluyó que la demanda era razonable desde un punto de vista técnico, pero también social. Lo que permitió entregarles una respuesta y poner fin a su larga espera.

En concreto, Subpesca acaba de dictar una resolución que autoriza el empleo del bolinche en la extracción del dorado o palometa, en Atacama, Coquimbo y Valparaíso. El dictamen se alinea con las instrucciones del Presidente Sebastián Piñera y las orientaciones del ministro de Economía, José Ramón Valente, en el sentido de atender oportunamente los planteamientos de la actividad artesanal y adoptar medidas que fortalezcan al sector.

En este caso, el permiso para usar bolinche beneficia a la pesca de pequeña escala. O sea, aquella que se practica a bordo de pequeñas embarcaciones, de menos de 12 metros de eslora (largo).

El sistema, de hecho, lo emplean generalmente pescadores modestos. En algunos casos, para la mera subsistencia. Y, por lo general, sin la ayuda de elementos tecnológicos, como motores para "virar" (levantar) la red.

Los rasgos artesanales del bolinche son evidentes. Así, la detección de los cardúmenes se apoya en la agudeza visual de los tripulantes de los botes, bongos o chalupas. O en la tarea de un centinela que, desde tierra, avisa la ubicación de los peces a quienes están a bordo de la embarcación.

En la solución del problema relativo al bolinche fueron gravitantes las conversaciones sostenidas por los pescadores con nuestra subsecretaría. Lo que demuestra el carácter esencial del diálogo y la buena voluntad mutua para ir resolviendo las dificultades que se presentan en el sector artesanal.