El asistente policial de la PDI que a punta de sacrificio le ganó al destino
Alfredo Adán Sanhueza vivió 17 años en un hogar de menores de Llolleo, hasta donde llegó tras la separación de sus padres. Eso no fue impedimento para lograr todas las metas personales y profesionales que se ha propuesto.
Cada vez que puede, Alfredo Adán Sanhueza Aguilera (46 años) cuenta una triste vivencia de su niñez que retrata en parte lo que ha sido la historia de su vida.
Pese al paso del tiempo, aún tiene grabada en su memoria la época en que cursaba la enseñanza básica en la ex Escuela 5 de Llolleo (hoy España). Ahí veía, con algo de pesar, cómo sus compañeros de curso iban al quiosco y compraban dulces y golosinas. Él, en cambio, se metía la mano al bolsillo y no encontraba un solo peso. "Yo miraba eso y decía 'no importa, cuando sea grande me voy a poder comprar lo que yo quiera'", recuerda en uno de las salones de la Gobernación Provincial.
Sin padre
Adán, como lo conocen sus cercanos en San Antonio, tenía apenas cinco años cuando su padre abandonó la casa familiar del cerro Bellavista y se fue para siempre a Argentina, donde reside hasta hoy.
Su madre, agobiada por una precaria situación económica y buscando un mejor futuro para el único hombre de sus cinco hijos, decidió enviarlo al hogar de menores de la Fundación Mi Casa, en Llolleo, dependiente de la Iglesia Católica.
"Viví 17 años en el hogar y estoy profundamente agradecido de toda la ayuda que me brindaron", confiesa.
Un día, cuando ya había cumplido los 18, uno de los encargados del hogar le dijo que horas antes se había presentado una persona que se identificó como su padre, quien, al no encontrarlo, volvió al día siguiente. "Ese encuentro fue medio frío, porque yo no conocía el rostro de mi padre ni nada de él. No tenía ningún recuerdo".
-¿Qué le dijo él en ese reencuentro?
-Sólo me contó que se había ido por problemas familiares. Luego volvió a Argentina y nunca más regresó.
-¿Y se volvieron a ver?
-Sí, yo viajé tres veces a Argentina, pero la relación siempre fue fría, porque era como estar con un desconocido. Él nunca estuvo conmigo y nunca me ayudó en nada.
-¿Quedó usted con algún resentimiento hacia él?
-No, yo no tengo resentimientos con nadie. Creo que fue bueno haberlo conocido, porque, como se dice, salí del empacho. Fue positivo desde el punto de vista sicológico.
-¿A su mamá la cuestionó en algún momento por haberlo enviado al hogar?
-No. Ella tuvo que tomar una decisión que no era fácil. No la culpo, porque lo hizo pensando en un mejor futuro para mí. Y al final creo que fue lo mejor.
-¿Y con ella mantuvo una relación cercana?
-Sí, porque en el hogar estaba de lunes a viernes, y los fines de semana volvía a la casa para estar con mi mamá y mis hermanas.
Excelente alumno
Adán Sanhueza ingresó a la Escuela Industrial de San Antonio con la misión de convertirse en técnico de nivel medio en mecánica de combustión interna y automotriz. Y no solo lo consiguió, sino que egresó de quinto medio -sí, quinto-, como el mejor alumno de la especialidad.
Con la beca Presidente de la República -que le había otorgado Patricio Aylwin- y mientras aún residía en el hogar, estudió y se tituló en el Inacap de técnico superior en mecánica automotriz.
El desafío que se había autoimpuesto en su época de enseñanza básica, estaba cada vez más cerca.
A la PDI
Como mecánico automotriz trabajó bien poco, pues decidió postular a la Policía de Investigaciones. Tenía 27 años.
En la escuela de la PDI volvió a demostrar sus condiciones académicas. Egresó con el grado de asistente policial, similar a lo que son los suboficiales en las otras ramas de las Fuerzas Armadas. "De mi promoción fui la tercera antigüedad (el tercer mejor alumno), algo que obviamente es motivo de orgullo para mí".
Ya como policía, efectuó una larga lista de cursos de perfeccionamiento. Uno de los más importantes fue el Programa de Entrenamiento para Equipos de Protección Cercana de Naciones Unidas, destinado a custodiar a personajes importantes y trabajar en misiones de paz en países que hayan vivido algún conflicto.
Gracias a su alta capacitación, en marzo de 2017 fue seleccionado -entre 150 postulantes- por el alto mando de su institución para cumplir funciones de escolta del actual embajador de Chile en Perú, Roberto Ibarra García. "Estuve un año en Perú y fue una buena experiencia. Todo era nuevo para mí, desde la moneda diferente hasta viajar en avión, ya que nunca lo había hecho".
Más antiguo
Salvo el año que estuvo en Perú, Sanhueza ha desarrollado toda su carrera policial en la Prefectura de la PDI de San Antonio, lo que lo convierte en uno de los funcionarios más antiguos de la unidad. "He trabajado en casi todas las brigadas, como Antinarcóticos, Delitos Sexuales y Menores, Investigación Criminal y en la de Homicidios", cuenta este asistente policial que actualmente está en cometido funcionario -algo así como comisión de servicio- trabajando junto a la gobernadora provincial, Gabriela Alcalde.
Tragedia
Durante sus 17 años en la PDI le ha tocado asistir a los más diversos procedimientos policiales, muchos de ellos de alta connotación pública.
Pero hay un caso que lo impactó especialmente, pues se vio involucrado un efectivo de la PDI que venía desde Santiago. "Iban en una diligencia policial en Lagunillas, persiguiendo a otro vehículo a alta velocidad. Lamentablemente, producto de la neblina, el carro en el que iba el colega chocó por atrás a un camión. Pese a los esfuerzos por reanimarlo, finalmente murió. Ese hecho me dejó muy marcado", reconoce.
Feliz de la vida
A sus 46 años, se declara feliz y agradecido de la vida. Está soltero y sin hijos, aunque comprometido. Hace menos de un año se reencontró con una ex polola de la juventud con quien inició un nuevo romance, ahora con la madurez que regalan las canas.
Con esa misma madurez y haciendo un balance de su existencia, Adán Sanhueza dice que está satisfecho porque cumplió lo que se propuso cuando veía a sus compañeros comprando lo que se les ocurría en el quiosco de la escuela. Hoy tiene casa propia, una moderna camioneta y, tal como lo pensó en su niñez, puede comprar lo que desee.
"Yo sé que es difícil vivir en un hogar de menores, pero quiero decirles a los niños que están en esa condición que con sacrificio, perseverancia y esfuerzo, se puede conseguir todo en la vida", aconseja.
-¿Le queda algún sueño u objetivo profesional por cumplir?
-Soy un agradecido de todo lo que me ha tocado en la vida, incluso de haberme criado en el hogar. Siento que he cumplido todo lo que me he propuesto, incluso más de lo que pensaba cuando niño.