La "Dama de Hierro" de las canchas sigue arbitrando, pero en el hospital
Joanna Carrasco Amigo repasa sus 25 años de trayectoria en el Claudio Vicuña, sus tiempos como árbitro de fútbol en San Antonio y cuando fue reina del Carnaval de Murgas y Comparsas.
El cañonazo de las doce sonó hace menos de media hora, pero en el hospital Claudio Vicuña ni se sintió. Al ajetreo normal se suman los preparativos para la visita del ministro de Salud, Emilio Santelices, a la construcción del nuevo edificio y al actual recinto. Es el lunes 18 de febrero.
Por el acceso principal, caminando hacia la derecha, pasando un grupo de personas que esperan una atención en la ventanilla de Fonasa, se llega a la oficina de Joanna Patricia Carrasco Amigo (49). Se instaló ahí hace tres meses. Su escritorio comparte espacio con otros cuatro módulos, por eso decidimos conversar afuera, en la terraza.
Allí, a plena luz del día, sus ojos brillan más. Tiene una sonrisa en el rostro que parece no desaparecer nunca. También es dueña de una larga historia, un currículum difícil de igualar. Es técnico paramédico, orientadora familiar, árbitro de fútbol y reina del Carnaval de Murgas y Comparsas de San Antonio 1986.
Hoy, con 25 años de trayectoria en el hospital Claudio Vicuña, se desempeña en la Oficina de Informaciones, Reclamos y Sugerencias (Oirs), en la Unidad de Atención a las Personas (UAP), acogiendo las quejas, formulando sumarios y recibiendo felicitaciones. En cierta medida, sigue siendo la árbitro que se ganó el apodo de "La Dama de Hierro" entre 2004 y 2006.
Es, entre otras cosas, una mujer pionera. Acá está la razón.
Paramedico
"Entré a estudiar técnico paramédico en la Escuela de la Clínica Alemana, en Santiago. Mi papá me pagó una pensión en ese entonces para no tener que viajar todos los días", dice.
Joanna es sanantonina de tomo y lomo. Sus primeros años fueron en Barrancas y cuando tenía diez años su familia se trasladó a Placilla.
"Al salir de la escuela (para ser paramédico) me vine a San Antonio y entré al Instituto de Seguridad del Trabajo (IST), de ahí me mandaron a Coresa como la primera mujer paramédico", rememora.
Por entonces la empresa de fabricación de plásticos "era totalmente de hombres", asegura.
"Éramos un staff de enfermería que estaba atento a si pasaba algo. Había accidentes, cortes, recuerdo alguien que se cayó del techo. Además, había enfermedades relacionadas al trabajo, como el lumbago", describe.
Era 1994 y estaba logrando su sueño de ayudar a los demás como siempre quiso.
En mayo de ese año, con su hijo mayor, Nicolás, entonces una guagua de meses, entró a trabajar al Consultorio Adosado de Especialidades (CAE) del hospital local.
"Me hubiera gustado ser médico, pero cuando di la Prueba de Aptitud Académica (PAA) les quedé debiendo puntos. Sin embargo, como paramédico me gustó mucho el trabajo, porque uno está dedicado totalmente al bienestar del paciente", revela.
Ingresó haciendo un reemplazo para ver las atenciones broncopulmonares. Trabajaba en los box 15 y 16 del CAE, en el primer piso entrando por Luis Reuss.
"Se veían pacientes hasta con tuberculosis, es algo que hoy existe menos, pero mucho menos que en esa época", recuerda.
Fue rotando por varios tipos de atención hasta que en 2006 comenzó a ver los casos de infecciones de transmisión sexual (ITS).
"Nosotros en ese tiempo trabajábamos con las personas que querían hacerse exámenes voluntariamente (como el test de Elisa), que era algo muy raro en ese tiempo; con las trabajadoras sexuales y con los pacientes VIH. Teníamos que hacer de todo. Desde el diagnóstico hasta el tratamiento", relata.
-Hoy el tema está en los medios, pero en esos días hablar de VIH o de cualquier tipo de enfermedad de transmisión sexual era un tabú...
-Costó mucho llegar a lo que es hoy, porque hablar de eso es difícil, en el sentido que somos un país discriminador. A los pacientes les daba vergüenza entrar (por una atención) porque sentían que los veía todo el hospital. Entraban con miedo. Sentían mucha vergüenza de llegar a un lugar donde decía ITS, pero hasta el día de hoy pasa, porque no falta quien queda mirando.
-¿Cómo lo hacían ustedes para contener o acompañar a los pacientes?
-Había unos que se daban una vuelta por afuera de la oficina, que miraban, pero no entraban, y uno notaba que cuando eso pasaba era por algo. Yo salía y le preguntaba 'qué está buscando' y recién ahí, sintiéndose acompañados, accedían.
Joanna es consejera de VIH. Sabe escuchar las intimidades de las personas, guiarlas y acompañarlas cuando tienen sospechas de contagio y deciden practicarse un examen.
Tiene, también, la pericia para notificar a quienes son portadores y para acompañarlos en el tratamiento.
"La base está en la confianza. Creo que tengo llegada con la gente, entonces se permitía eso. Cuando les daba vergüenza entrar a hacerse el examen yo les decía, 'bueno, si alguien pregunta por qué vino, diga que vino algo por diabetes o por último no le diga nada a nadie. Si no tiene que dar explicaciones'".
Justo antes de entrar a esta especialidad, decidió convertirse en orientadora familiar, entre 2004 y 2005.
Se quemó las pestañas de noche en la Universidad de Los Lagos. La idea era mejorar la capacidad con que entró a estudiar la primera vez.
"Fue un plus que me ayudó harto. Estudié eso antes de entrar a ITS, porque ya le había echado el ojo, quería trabajar en esa área", confidencia.
Fútbol
Fueron los mismos años en que también desfilaba por los estadios de la zona. En 2004 se preparó para ser árbitro de la Asociación de Fútbol de San Antonio.
"Estuve dos años más o menos en eso. Fue una buena experiencia", dice entre risas.
-¿Cómo fue la reacción de la gente cuando la vio?
-Empecé con niños, entonces los apoderados me quedaron mirando raro, con cara de qué sabe esta.
-Ya, pero con los adultos.
-Ahí cambió un poco la cosa. Me insultaban harto. Lo mínimo que me decían era 'weona'. Pero era en la pasión del juego, tampoco era algo personal. Y si se ponían pesados había que ponerse chora nomás.
Aún conserva un recorte de Diario El Líder de la época en que la llamaban "La Dama de Hierro del fútbol".
"Con el tiempo la gente cambió porque yo me reía y contestaba con cualquier lesera que fuera divertida".
En 2006, al quedar embarazada por segunda vez, abandonó las canchas. Esperaba a Andrea, hoy de 12 años.
"Igual hasta ahora, cuando se arma cualquier partido por ahí, voy a arbitrar", afirma.
Cuba
Después de su "retiro" del fútbol dio otro enorme paso en su vida. Esta vez uno profesional y, por qué no, personal.
El 23 de noviembre del 2016 dejó Chile por un mes. Viajó por primera vez en avión para instalarse en Cuba por ese tiempo.
Llegó poco antes de que los ojos del mundo se concentraran en ese mismo lugar. A las 22.45 horas del 25 de noviembre del 2016, en La Habana, falleció el líder de la revolución cubana, Fidel Castro, a los 90 años. Gobernó ese país por 48 años.
Joanna era la única persona de la Región de Valparaíso en participar en una pasantía sobre "Educación sexual integral y derechos sexuales integrales".
"Éramos 33 funcionarios de la salud, la mayoría matrones y asistentes sociales", recuerda.
"Fue una experiencia muy buena como profesional, siempre les digo a los demás que cuando hay pasantías que sean del área de uno, hay que aprovecharlas. Pero, además, en este caso, fue algo histórico, por el fallecimiento de Fidel".
El duelo nacional no alteró el calendario de Joanna. La pasantía estaba a cargo de la sexóloga y diputada Mariela Castro Espín, la sobrina de Fidel e hija del entonces presidente, Raúl Castro.
"Se vieron los dos lados. Había gente triste y otros que no", recuerda.
Y… como si todo lo anterior no fuera suficiente. Joanna aún atesora otro recuerdo.
En 1986 fue la reina del Carnaval de Murgas y Comparsas de San Antonio. Era algo muy distinto a lo que se hace ahora. Hacían un único pasacalle.
"Me fueron a buscar a la casa, tenía 16 años, y no me costó decir que no", dice. Representó a Placilla.
En la actualidad, sigue siendo reina, árbitro y paramédico. Cuando golpean su puerta siempre hay un caso que necesita uno de esos talentos.
"A veces hay que mediar, solo gestionar. Estoy arbitrando todos los días. Nunca dejaré de ser la paramédico que soy y, claro cuando la gente se va contenta…
-Ahí es reina otra vez…
"No, nunca tanto", dice otra vez con la risa y el brillo en los ojos que no perdió ni un segundo en esa fría mañana en la terraza del hospital.