La comerciante que con la venta de frutos secos combate su depresión
Un día se instaló tímidamente con una bandeja con bolsas de nueces en las afueras del hospital Claudio Vicuña y en menos de una hora ya no le quedaban. Desde ahí no paró más con su negocio.
Jeannette Cáceres (59) ha tenido una vida ligada al comercio. Desde pequeña lo aprendió de su abuela. Además, sus tíos, primos y algunos hermanos también se dedican al rubro.
Por lo mismo, no es raro que su puesto de frutos secos y dulces afuera del hospital Claudio Vicuña haya tomado fuerza e impulso con el paso de tiempo.
En un principio, esta oriunda de Santiago, que llegó a San Antonio a los 15 años, vendía pan amasado y empanadas en su casa en Santo Domingo.
"De a poco fui haciendo que eso creciera, se convirtió en una especie de negocio más grande, tenía de todo y bien surtido", comenta Jeannette Cáceres.
Sin embargo, aquel trabajo debió terminar por la instalación de otro local con el que sus ventas empezaron a bajar.
"Además de la llegada de ese otro local, me dio artrosis por estar amasando tanto. Por día utilizaba entre uno y dos sacos de harina y amasaba yo misma porque no tenía máquina. Por lo mismo eso fue atrofiando mis manos", confiesa Cáceres.
Inicios en el comercio
Hace casi 30 años esta emprendedora debutó oficialmente en el comercio.
En esa época tenía un puesto de artesanía en los terrenos que hoy ocupa el mall.
"Con el tiempo conseguí tener dos locales que posteriormente vendí y ahí me fui dedicando a otras cosas hasta llegar a esto. No me gusta estar quieta, siempre busco cosas que hacer", dice entre risas la comerciante.
Los frutos secos
Su comienzo en la venta de frutos secos no fue hace tanto tiempo y tuvo diversos cambios.
Un día, motivada por una intuición, decidió comprar nueces porque pensó que las podría vender en el local que tenía en su casa. No tuvo resultado y poco después lo cerró.
"Entonces, después quise vender bolsitas en San Antonio, pero tampoco me dio mucho resultado. Un día vine al hospital y pensé que era un buen lugar para vender el producto. A los días volví, pero con nueces peladas y vendí todas las bolsitas en menos de una hora", recuerda Jeannette.
Hoy lleva casi tres años con su puesto que cada vez adquiere más fuerza y clientes.
Esta madre de dos hijos cuenta que consiguió, a punta de esfuerzo y perseverancia, el permiso municipal que posee para instalar su pequeño emprendimiento afuera del hospital.
"El alcalde Omar Vera me ayudó para poder agilizar el tema del permiso y poder estar acá. Fue un trámite muy largo", detalla.
La ayuda
Hoy la vendedora de frutos secos trabaja con la ayuda de su amiga Verónica, para así contar con alguien más que atienda el puesto cuando ella tiene otra actividad.
"Ella me ayuda porque el trabajo aquí es harto, estamos desde las 7.30 de la mañana hasta las cinco de la tarde. A veces tengo que ir a reuniones de la Fundación Banigualdad, entonces debo cerrar aquí o faltar", afirma Jeannette Cáceres, quien está por recibir un nuevo microcrédito de Banigualdad para continuar con su negocio.
La emprendedora padece depresión crónica reagudizada, la cual puede surgir en cualquier momento.
Sin embargo, sostiene que su puesto de frutos secos y dulces la mantiene viva y con ganas de seguir adelante cada día.
"Hay épocas del año en que estoy más decaída, pero ahí está mi puestito. Me distrae, permite que me mantenga en constante movimiento, que es lo que mi doctor más me recomienda. Este local, por sobre todo, me hace querer seguir viviendo y me dan ganas de hacer cosas nuevas", precisó Jeannette Cáceres.
3 años han pasado desde que Jeannette Cáceres instaló su puesto de frutos secos y dulces afuera del hospital Claudio Vicuña.