Gigantes en nuestras costas
Hace millones de años, el litoral nacional estuvo habitado por colosales tiburones y voluminosos reptiles.
Cuando llega mayo, insigne Mes del Mar en Chile, escuelas y liceos efectúan trabajos, pruebas y tareas que permiten a sus alumnos memorizar hechos bélicos y nombres asociados a nuestra enorme porción de océano. Así surge el listado de nuestras islas más importantes, corrientes que nos visitan, mayores puertos y más oscuras depresiones. También vemos en las calles de la ciudad a los pequeños con cajas de zapato convertidas en acuarios, en la que quizá sea la labor estudiantil más tradicional de mayo. Una de las caras de la caja de cartón está cubierta de papel celofán, simulando vidrio. Y en su interior hay moluscos de cartón -machas, choritos, locos- más otros invertebrados de nuestra costa -pulpos y jibias-, algunas aves -en especial pelícanos y gaviotas- y un sinfín de peces: reinetas, jureles, merluzas, y muchos más.
Algunos más arrojados, a veces, se atreven con una orca o un delfín. Todos habitantes actuales de nuestro mar que, con su belleza, nos hace olvidar que miles de años atrás la vida en el Pacífico frente a Chile era otra. Y sus exponentes más destacados, si los quisiéramos incorporar a este didáctico acuario, habrían sido especies muy distintas, y bastante más grandes.
Entre los habitantes más sorprendentes de nuestro pretérito mar estuvo el colosal megalodón, reciente figura en las pantallas de los cines de todo el mundo. Su nombre científico era carcharodon megalodon, y vivó en casi toda nuestra costa. Era un voraz carnívoro, como todos sus parientes vivos, actuales predadores acuáticos, como el tiburón blanco o el tiburón tigre.
De él no se ha encontrado esqueletos completos, pues su anatomía era mayoritariamente cartilaginosa. Pero gracias a los enormes dientes fosilizados, se ha podido recrear su cuerpo. Estudios de hace más de un siglo suponían que podía llegar a los treinta metros de largo. Sin embargo, investigaciones más frecuentes acreditan que los ejemplares más grandes llegaban a los dieciocho metros.
Un gigante que habitó nuestra costa fue el mosasaurio plotosaurus. Era un saurópsido -animal perteneciente a los reptiles- con un cuerpo estilizado y evolucionado para funcionar de manera perfecta en el agua. Más que patas y cola, tenía aletas, como las de los lobos marinos, y su cabeza era alargada y dentada, similar a la de las barracudas. Se alimentaba de peces y superaba los ocho metros de longitud. Otras especies no chilenas sobrepasaban los trece metros.
Otro mosasaurio del que se tiene evidencia de que vivió frente a Chile es el tylosaurine, que de hecho es el único ejemplar hallado en América. Igualmente carnívoro y de patas palmeadas -característica común a toda la familia mosasauridae-, su cuerpo era similar al de un pez, muy alargado y de prolongada cola. La cabeza, también, era una mezcla de reptil y pez.
Aunque en el mundo se han hallado especies que llegan a los diez metros, el que rondaba los mares de Chile 'apenas' llegaría a los cuatro metros. De los foráneos, el espécimen fósil descubierto en 1908 por Charles Stemberg es el más llamativo del planeta, pues tiene en el interior de su zona estomacal restos de un no menor plesiosaurio.
También en nuestro mar, pero cerca de nuestro territorio antártico, se ubicaron restos del llamado mosasaurio kaikaifilu hervei. Como todos los tilosaurios, este lagarto marino vivió en el período Cretácico. Fue descubierto en el año 2011 por una expedición paleontológica chilena y es uno de los mayores jamás descubierto. Solo su cráneo medía un metro y veinte centímetros, lo que hace suponer que el largo total de su cuerpo bordeaba los diez metros.
Su nombre, Kaikaifilu, se debe a un semidiós mapuche, con forma de serpiente. Es, hasta el momento, el mayor depredador conocido del continente antártico.
Un año atrás, al oeste de Calama, fueron encontrados tres ejemplares de plesiosaurios e ictuisaurios. Este último era de los reptiles marinos el que más se asemejaba a los mamíferos acuáticos actuales, dado su gran diámetro toráxico, que lo ponía estéticamente al nivel de un delfín de hocico muy alargado. El encontrado en el norte de Chile medía cerca de dos y medio metros.
Tortugas
Pero hubo otros reptiles que habitaron nuestras costas, cuyos descendientes de vez en cuando se dejan ver a mar abierto. En la década de 1980 se hallaron restos fósiles de una enorme tortuga denominada austrolobaena chilensis. A diferencias de otras tortugas prehistóricas, como la ocepechelon, que llegaba a los tres metros de largo, la chilena alcanzaba el metro desde el hocico a la cola.
Luego del maremoto del 2010, en Cocholgúe, se encontraron restos fósiles de un cráneo completo de una gran tortuga, de la familia Euclastes. La primera de las euclastes fue encontrada en 1867, y casi todas ellas refieren al hemisferio norte, por lo que la nuestra es considerada como un gran hallazgo paleontológico.
Otros reptiles
En la localidad de Pichasca, cercana a Coquimbo, años atrás se descubrió el fósil de un cocodrilo. Los predecesores de los cocodrilos actuales -el temible sarcosuchus, por ejemplo, también de América del Sur- podían superar los once metros de largo.
El chileno era teóricamente terrestre y de aguas dulces, aunque no son pocos los paleontólogos que se cuestionan, a partir de este hallazgo, si hubo otros 'suchus' en nuestro país, pero cuyo hábitat fuese ese mar que tranquilo nos baña… casi siempre.