Cura Berríos: "hay preguntas que son válidas de hacer, porque este no es un país pobre, es un país desigual"
El conocido sacerdote analiza el gran descontento que gatilló el movimiento social en Chile, advirtiendo además los peligros que el actual sistema genera . Critica a los políticos, los que agrega... "han terminado viviendo en una burbuja".
En la radio vieja que se encuentra en la salita que hace de living, ahí en una vivienda precaria en la que vive el padre Felipe Berríos en el Campamento Luz Divina VI de La Chimba en Antofagasta, se escucha "Volver a los 17" de Violeta Parra. Mientras el sacerdote sirve té y unas galletas Tritón, cuenta que la gente de este asentamiento se mantiene pendiente de la crisis social y política que estalló en el país y que hoy continúa.
El jesuita, conocido por sus críticas al sistema de desigualdad y también hacia la misma Iglesia Católica, reflexiona y lo primero que comenta es que hoy nadie está ajeno a la situación que vive el país, la misma que es conversación en los almuerzos familiares, en la calle, en el trabajo.
"El país fue creciendo y al principio estábamos preocupados de bajar el 40% de la pobreza y teníamos algo básico. Superamos eso, entonces afloró todo el conflicto del Estado con los mapuches, el matrimonio homosexual, otros temas que no es que antes no existían, pero que estaban en segundo plano. Una vez conversado esos temas, como que hay otro escalón más, aflora el malestar que la gente está sintiendo. Como que no tiene sentido lo que estamos viviendo: uno vive para pagar deudas, no te alcanza el salario al final del mes, la sensación de que abusan, que te suben los precios no equivalente a como suben los salarios... Yo diría que lo peor es el trato, la sensación de que fueras de segunda clase y eso se resaltó más con las frases bastante hirientes de ministros, que fueron humillantes", dice el sacerdote.
Curiosamente, el sacerdote apunta a que este despertar viene de la mano del fenómeno en el que se ha convertido la figura del conocido astrónomo José Maza: "andábamos todos como a la dormida, agachados, trabajando cada uno en lo suyo y de repente este científico llenó los estadios en distintas ciudades y nos hizo mirar las estrellas y darnos cuenta que en el mundo no todo es puro trabajo o plata, sino que otras cosas. Por algo este gallo hacía lo que ningún político hacía, llenar los estadios con gente sencilla, gente llena de deudas... la gente quiere mirar las estrellas, quiere más cultura, arte, poesía... hay más reflexión. A nosotros se nos olvidó que no hay nada más revolucionario que leer, que mirar las estrellas, que hacer ciencia y arte. Una de las cosas de mirar en menos a la gente es suprimirle el arte y la cultura..."
-Claramente, ha sido una revolución de la clase media...
-Exactamente. No han sido ni los pobres ni la clase alta lo que ha hecho esto y además es la que más ha sufrido esta falta de cultura, por estas deudas... que están aterrados porque si se les enferma alguien de la familia, tienen un accidente o les nace otro hijo, se les desequilibra el presupuesto. En el fondo, hemos creado una cultura en la que a ti te miden por lo que tú produces o por lo que consumes. Entonces, cuando hay una persona que no produce y que es puro gasto como un anciano o enfermo o un niño del Sename, la sociedad no lo toma en cuenta y eso es caer de fondo. Una cosa es subir las pensiones, pero tenemos que cambiar la mirada y no medirnos por lo que uno produce. Esta es una cultura enfocada en que vale la persona que tiene una tarjeta de crédito, que puede consumir.
Conflicto
-En ese sentido, ¿qué le parece cuando se habla de Chile como el "Oasis de Latinoamérica"?
-Lo que pasa es una cuestión contradictoria, porque ciertamente somos los más ricos de Latinoamérica, subiendo los niveles en educación y medicina, pero primero para algunos. Y segundo, porque justamente estamos en otro nivel en donde uno dice ¿y por qué tenemos esto pa' todos? ¿por qué no repartimos mejor la cosa? ¿Y por qué la salud no es un derecho? O sea, otros países están todavía en el primer escalón en el que están luchando por lo básico, pero nosotros planteamos preguntas que son válidas de hacer porque éste no es un país pobre, es un país desigual.
-¿Y qué pasa ahí con la clase política? ¿Cree que es un tema de voluntad?
-Primero, yo no hablaría de clase política porque antiguamente era una clase, en la que todos iban a los mismos colegios, era una elite y hoy tienes mezclado. Pero sí creo que se ha visto la política ya no como un servicio, sino que como una buena pega, con buen sueldo.
Entonces los diputados y senadores han estado conversando entre ellos, con sus peleas de poder y se han alejado de la gente. Yo no espero que un diputado esté todo el día con la gente porque no es su pega, su pega es estar en el Congreso, pero sí conectado con la gente. La gente hoy está en las calle, hay un fervor, está quedando la escoba y los otros están metidos... en vez de preguntarse cosas más profundas. Viven como en otro mundo. Han terminado viviendo en una burbuja.
Hay demandas concretas: el sistema de salud, las pensiones, los bajos sueldos, el abuso e empresas que te suben las cosas, la desigualdad geográfica... pero, detrás de eso hay algo más profundo. O sea, hay que cambiar las reglas del juego, la Constitución. Ahora, lo que pasa es que a lo mejor la nueva Constitución no va a ser demasiado distinta a la actual, pero lo más importante es que la gente la sienta suya. Nosotros hemos ido sintiendo que el país no nos pertenece o que le pertenece solo a algunos y eso es súper peligroso.
-¿Qué le ha parecido la postura que ha tenido el Gobierno?
-El Gobierno ha estado totalmente desconcertado, desconectado. Creo que al principio no supo leer para nada lo que estaba pasando y poco a poco ha ido comenzado a leerlo, pero más lento que los hechos. Le ha faltado más rapidez en leer... y yo sé que no es fácil. Yo tampoco supe leer demasiado esto que venía, o sea, muchos dijimos que esto podía reventar, pero nunca previmos que iba a ser de esta manera. Al Gobierno le ha faltado capacidad de reacción.
-¿Y las medidas que anunció el Presidente?
-Creo que fueron buenas medidas, pero tarde. No basta con acciones económicas, sino que además de eso, porque hay cosas urgentes como las pensiones, hay que cambiar las reglas del juego y tenemos que ponernos todos de acuerdo.
-Pero la gente considera insuficiente las medidas del Presidente. Por ejemplo, el aumento del 20% de la Pensión Básica Solidaria...
-Lo que pasa es que en este momento a la gente ya le da lo mismo, si es el 20, el 30 o el 15... La gente quiere que se le escuche y quiere un Presidente que diga "sabes qué más, estamos más ricos pero no más felices. Conversemos, qué sociedad queremos". Porque detrás de esas medidas concretas había un malestar más profundo y ese malestar más profundo es que algunos tienen privilegios en la justicia, algunos se enriquecen más que los otros, algunos son los que tienen influencia en la sociedad.
-Cuando en Chile existe esta tremenda desigualdad ¿se justifican los millonarios sueldos de funcionarios públicos, especialmente el de los parlamentarios?
-Es un tema complejo. Antiguamente, los parlamentarios recibían menos sueldo, pero todos venían de familias con plata. Entonces, podían dedicarse a la política. Por eso es importante que la política la financie el Estado y es importante si es una persona que no tiene plata, si es hija de obrero, que tú le puedas financiar no solo su sueldo, sino que todo su equipo de trabajo. No sacas nada con pagarle 300 lucas si el gallo no puede tener una oficina para trabajar. Hay que hacer leyes, hay que viajar.
Entonces, el aumento de la dieta de los parlamentarios ha ido a la par en que se ha democratizado más el sistema. El diputado René Alinco (ex obrero de la construcción) nunca antes podría haber sido diputado en Chile. Eso es una cosa.
Otra cosa es que se ha perdido el servicio público como tal, como servicio y entonces, creo que se han exagerado los sueldos y los privilegios, porque son demasiado altos y entonces la gente se chorea, pues si el 50% de los chilenos gana menos de 400 lucas y hay otros que están ganando 10 millones de pesos y con asignaciones, entonces da rabia. Hay que hacer una reforma sustancial para ver que el servicio público es un servicio y no para hacer negocios.
Hay que financiar a los congresistas, pero que sea algo proporcional, que sea lo que gane un profesor... pero ellos ganan lo de un gerente y eso hace que se alejen de la realidad.
-¿Qué le pareció el cambio de gabinete?
-Me sorprendió porque creía que iba a ser un cambio más radical. Algunos de los ministros que puso el Presidente son buenos, como el de Economía o de Hacienda, pero me sorprendió que no hayan salido más. Porque había algunos que han sido conflictivos.
-Usted se refiere a los ministros Jaime Mañalich, Marcela Cubillos y Gloria Hutt...
-La única que se podría haber salvado es la ministra de Transportes Gloria Hutt, porque ella advirtió esto. Pero los otros claramente deberían haber salido.
Finalmente Berríos, hace una reflexión: "Creo que el millón 200 mil personas que se juntó en Santiago, más la gente de Antofagasta, mueve mucho más a un Gobierno. De hecho, fue una noticia a nivel internacional.
No creo que sea necesaria la violencia y el saqueo, porque a los que más se ha dañado es a la clase media y más pobre. Es violento que se te muera un pariente en la lista de espera; es violento la injusticia de que tu hijo va a un colegio de bajo nivel y que después no va a poder desarrollarse; es violento vivir aquí sin alcantarillado, pero es un engaño creer que con la violencia se van a hacer esos cambios. Al contrario, la violencia lo único que ha hecho es desprestigiar.
Creo que la masividad de gente en la calle ha hablado más fuerte que las estaciones de Metro quemadas".