Emprendedor sanantonino cambió los juguetes por los bidones de agua purificada
Durante cinco años Juan Aburto Campos estuvo a cargo del outlet Mundo Bebé, pero hace dos meses dejó ese negocio y ahora se dedica a un rubro totalmente distinto.
Marzo del 2007. En el aeropuerto de Oslo, en Noruega, el sanantonino Juan Aburto Campos, en aquel momento de 29 años de edad (nació el 8 de diciembre de 1978), se encuentra vestido con jeans y polera, mientras por su lado los pasajeros pasan con parkas y abrigos. Acaba de viajar desde Chile hacia el Viejo Continente en búsqueda de nuevas oportunidades laborales y no tenía la menor idea que en el país nórdico en esa época del año estaban en pleno invierno, incluso con tormentas de nieve.
"Nunca había salido de Chile ni viajado en avión, y por ignorancia no tenía idea que en Noruega estaban en invierno. Yo viajé desde Santiago con pura polera y en las maletas no tenía nada de ropa abrigada. Llevaba solo ropa de verano y cuando llegué y vi todo nevado se me cambió todo el panorama que llevaba, ya que afuera del aeropuerto había un metro de nieve", recuerda Juan con una mezcla de nostalgia y alegría.
-¿Y por qué eligió Noruega para ir a trabajar y dejar San Antonio?
-Como estaba buscando una mejor calidad de vida y sabiendo que acá sin tener título universitario no te valoran mucho y las posibilidades de surgir son limitadas, me metí a internet y comencé a buscar información sobre los países con los mejores PIB en el mundo para ver dónde irme a trabajar. Pensé primero en Japón pero por el tema del idioma creía que me iba a costar más adaptarme. Luego vi Noruega y ahí me decidí, ya que pensaba que podía comunicarme con el inglés y que podría ser menos complicado.
Fue en ese momento, cuando estaba eligiendo el destino para emprender el viaje, cuando Juan Aburto recibió los consejos de un amigo que le ayudaron finalmente a tomar la decisión.
"Un muy buen amigo, Mauricio Toro, que había tenido la posibilidad ya de ir a trabajar a Noruega, fue el que me convenció y partí. Mi amigo me decía que si bien allá la vida era bastante sacrificada, en lo económico se ganaba bien, por lo que en una temporada de trabajo, que duraba cerca de nueve meses, podía alcanzar para ahorrar dinero, mantenerse viviendo allá e incluso mandar plata a Chile", detalla.
-¿En qué se pudo desempeñar en Oslo, Noruega?
-Apenas llegué, me empecé a mover y conseguí trabajo pintando interiores de departamentos y fachadas de edificios. Mi amigo Mauricio Toro, a quien le agradezco mucho, me entregó los datos de algunos contactos y así fui que encontré el trabajo. Vivía en un departamento con otros seis chilenos y ahí nos íbamos arreglando. Todos andábamos en la misma que era trabajar. El 2007 estuve durante nueve meses y volví a Chile, y el 2008 nuevamente fui por la temporada otros nueve meses.
-¿Qué le llamó la atención de la vida en un país como Noruega?
-La gente allá es muy cuadrada, son bastante fríos. Puedes estar viviendo con tu vecino 20 años y ni siquiera sabes cómo se llama. Pero lo que sí el país es muy lindo, ya que cuando tenía algo de tiempo libre pude recorrer. Hay castillos muy antiguos, conocí la senda y las tumbas de los vikingos. Son una cultura con mucha historia.
Trabajo desde chico
Juan Aburto Campos creció en la población 30 de Marzo junto a su familia y reconoce que desde chico "me gustó estar en la calle". Por eso, cuando tenía aproximadamente 12 años, se aventuró en ir a trabajar hasta la comuna de El Quisco.
"Siempre he sido bien movido y desde que tengo memoria que he trabajado. Lo primero que hice era vender ensaladas o humitas que cocinaba mi abuelita. Me iba hasta El Quisco solo y las ofrecía allá en la playa. Antiguamente eran otros tiempos, no había tanta maldad como hoy en día, por eso que nadie se sorprendía que yo estuviera trabajando", confiesa.
-¿Por qué a tan temprana edad decide ponerse a trabajar?
-Por varias cosas, entre ellas también necesidades económicas familiares. Yo quería trabajar para aportar en la casa, ya que provengo de una familia de escasos recursos. Por eso que era bien callejero y me gustaba andar la calle.
Cuando Juan tenía 17 años se convirtió en padre y aquello lo hizo pensar inmediatamente en buscar un mejor futuro para su hija.
"Apenas supe lo de mi hija me salí del colegio para ponerme a trabajar, por lo que luego terminé en la escuela nocturna. Estuve trabajando en Chilquinta tomando el estado de la luz y se podría decir que ha sido la única parte en la que he trabajado con jefe, ya que a mí me gusta desarrollarme como independiente. También incursioné en la comida rápida, cuando instalé un local en Llolleo que se llamaba La Casa del Kebab", hace memoria.
Hasta que después de su experiencia en Noruega, Juan Aburto pudo juntar un pequeño capital para comprar un camión tres cuartos con el que empezó a trabajar en San Antonio.
"Llegué desde Noruega y a los tres días me compré el camión. Ahí empecé a viajar a La Calera a comprar verduras, a Rapel a comprar sandías, y las vendía acá por el Litoral Central. Y después de este trabajo empecé a incursionar en la construcción como contratista. Hacíamos restauración de casas coloniales, lo que era un trabajo muy delicado. En eso estuve durante cuatro años", admite.
Sin embargo, un problema familiar le hizo replantear el negocio. "Mi hijo menor se enfermó y como yo pasaba prácticamente todo el día en la calle, con mi señora decidimos dedicarnos a estar más en familia. Y junto a ella comenzamos a armar un nuevo negocio que era un outlet de ropa y artículos para bebés".
"El outlet Mundo Bebé empezó a funcionar en el 2014 en el patio de nuestra casa, donde colocamos repisas y estantes con los productos que ofrecíamos. Estuvimos trabajando a full junto a mi señora hasta que las ventas comenzaron a bajar ya que los supermercados ofrecían juguetes más baratos y contaban con promociones con las que era imposible competir", reconoce.
-¿Fue así qué comenzaron a pensar en otro proyecto junto a su señora?
-Así es, el año pasado empezamos a planificar un negocio nuevo, ya que los juguetes venían en decadencia. Y como me dijo una vez un amigo, de los negocios no hay que enamorarse, así que tomé ese consejo, ya que la cosa estaba decayendo con los juguetes. Así que en mayo de este año cerramos el outlet Mundo Bebé. Por eso que comenzamos a analizar algún emprendimiento que fuera de uso vital básico de la persona. Pensamos en panadería, pero era muy sacrificado por los horarios, luego en una botillería, pero era muy peligroso. Y así fue como llegamos al agua purificada.
El elemento vital
Junto a un socio, Juan Aburto se instaló finalmente con este emprendimiento de elaboración y producción de agua purificada, el que lleva por nombre AquaZero y que tiene sus instalaciones en calle Luis Mandujano Tobar en el sector de Barrancas.
"Conversé con mi amigo Marcos Cordero, ya que como yo no tenía el capital suficiente para comprar las máquinas, le propuse este negocio y le gustó, por lo que junto a él armamos este negocio que está funcionando desde mediados de octubre de este año".
-¿Y cómo le ha ido durante este poco tiempo que lleva en este nuevo rubro?
-Ha estado muy bueno el negocio, ya que la gente cada vez toma más conciencia de la calidad del agua que sale de la llave, la que es diferente al agua purificada. Así que hemos tenido buena acogida con muchos clientes y estamos andando mejor de lo que pensábamos.
-¿No tuvieron problemas con el estallido social, ya que abrieron sus puertas justamente en octubre?
-Gracias a Dios, nosotros hicimos la transición del outlet Mundo Bebé hacia el negocio del agua purificada, porque si seguíamos con los juguetes hubiésemos tenido más pérdidas.
-¿Qué novedades tendrán para los clientes?
-Estamos creando una aplicación para teléfonos celulares donde puedas pedir desde ahí mismo los bidones de agua. Nos estamos modernizando para que sea más fácil para la gente. La tendremos disponible muy pronto en nuestra página web que es www.aquazero.cl. La aplicación es simple y amigable para aquellos que la utilicen y creemos que dentro de un mes ya estará en funcionamiento.
Respecto a este nuevo proyecto comercial en el que también está trabajando su señora y familia, Juan Aburto reconoce que en estos momentos "me siento bastante bien, ya que puedo compartir más tiempo en familia y estar con mis hijos. Es harto esfuerzo y trabajo pero eso vale la pena finalmente".