David Muñoz Castillo
El domingo 24 de noviembre del año pasado se cerró un ciclo en la vida de Juan Luis Contreras Tapia (67 años). Ese día arbitró su último partido en una carrera que se prolongó por medio siglo. En Tejas Verdes, las segundas adultas de Río Maipo y Carlos Condell fueron testigos de la despedida de este enérgico juez que fue capaz de erradicar la violencia en varias asociaciones del litoral y que deja un legado: es el patriarca de una casta de jueces que imparten justicia en las canchas de la provincia.
Nació en Lo Abarca, donde sus padres Luis e Hilda formaron una familia. Eran siete hermanos y de su papá Juan heredó la profesión que le permite vivir hasta el día de hoy, la construcción.
En el hermoso valle cartagenino defendió la portería del club local, pero un lesión a los meniscos lo llevó a dejar la práctica, cuando solo tenía 26 años.
Una década antes encontró en el arbitraje una vocación, porque para ser juez y especialmente en el fútbol amateur hay que tener vocación de santo y mártir para aguantar desde improperios hasta agresiones físicas. De eso sabe muy bien Juan Contreras, quien vivió ingratos episodios durante su carrera, pero también momentos alegres.
Por eso a la hora de hacer un resumen de sus cinco décadas no duda en decir que "el arbitraje es bonito, hay que saberlo llevar".
Sabe que los hombres de negro, en ocasiones, son los malos de la película. "A veces soy odiado por los hinchas porque soy drástico".
Ese rigor en la conducta lo llevó a forjar un nombre en el referato local y muchas veces fue convocado por los dirigentes para erradicar uno de los males de la actividad, la violencia.
Vocación
Antes que terminara su carrera como futbolista, Juan Contreras ya incursionaba en el arbitraje.
Tenía solo 17 años cuando empezó a cobrar faltas en las canchas de las localidades rurales de la comuna de Cartagena y de otros puntos cercanos.
"En esos tiempos, cuando empecé a arbitrar Lo Abarca estaba en una competencia con El Turco, Las Palmas y Lagunillas, ahí me llevaban a arbitrar. Me gustaba eso. Todos los equipos mandaban un árbitro y me mandaron a mí.
-¿Alguien le enseñó a arbitrar?
-No, aprendí solo porque veía y hasta el día de hoy lo hago, cuando voy a un partido me dedico a ver a los árbitros, nunca a los jugadores. Así fui sacando árbitros en mi carrera. Recorría todas las asociaciones del litoral y si uno me gustaba lo invitaba para que se fuera a mi asociación. Llegué a tener en un momento a 52 árbitros.
En los primeros años del nuevo milenio, Juan Contreras se independizó y formó su propia asociación de árbitros, la que se radicó en Cartagena. Con el tiempo y con otros dirigentes a la cabeza pasó a llamarse "Juan Contreras".
"Hace 17 años formé mi asociación de árbitros en Cartagena y actualmente es la única que existe, le pusieron Juan Contreras, estoy agradecido por lo que hicieron", sostiene con orgullo.
Este grupo de árbitros recorre las canchas de la provincia e incluso, como el propio Juan sostiene, hay planes de extender sus fronteras e impartir justicia en Melipilla. "Un hijo mío me está haciendo los contactos. En el verano quiero ir a ver", anticipó.
Mientras concentran sus actividades en el Litoral Central. "En el año arbitramos acá y en el verano nos vamos para las competencias del campo, además arbitré copas Anfa, Litorales, los campeonatos de superseniors de Estrella de Chile y ahora quiero ver si nos quedamos con la Copa Litoral, vamos a ver si resulta, porque tenemos harta gente joven", proyecta Juan Contreras, quien dejó el arbitraje en las canchas, pero sigue activo como un líder dentro de los jueces de la asociación que lleva su nombre.
Violencia
Uno de los aspectos que caracterizaron a Juan Contreras durante su carrera como árbitro fue su tolerancia cero con la violencia.
Sin duda que un ingrato episodio en su trayectoria lo llevó a tomar esta drástica postura.
Eran los primeros años de la década de 1980 y Juan Contreras fue víctima del actuar irracional de un supuesto hincha del fútbol.
"Una vez me agredieron, me fracturaron la mandíbula de un combo. Fue en Cartagena. Estuve hospitalizado como dos semanas. Después un abogado puso una denuncia, el hombre se fue castigado de por vida y tuvo que pagar todos los daños y se fue detenido", recordó.
Su relato sobre este triste episodio sigue, aunque sus recuerdos son difusos. "Llevábamos como cinco minutos del partido, era entre New Life y Unión Libertad, en la cancha de New Life. Fue como en el año 80 y tanto. Estaba de línea y de repente pasó un cabro drogado. Me dijo 'hola profe', le respondí 'hola muchacho' y de repente siento el golpe. Y arrancó. Llegaron los carabineros, desperté en el hospital. Lo conocía, todos lo conocían. Me fracturó la mandíbula de un puro combo".
Pero Juan Contreras no claudicó. "Muchos decían que no iba a arbitrar más y a los dos meses ya estaba arbitrando de nuevo. Me gritaban, me amenazaban, me decían 'querís que te venga a pegar el tal por cual'. Ahí la asociación de fútbol me empezó a apoyar y nunca más me gritaron cosas", rememoró.
Ese capítulo en su trayectoria lo marcó para siempre. Quizás por eso siempre fue implacable en no aceptar ningún acto de violencia contra los árbitros. Lo hizo cuando negoció con los dirigentes de Algarrobo que solicitaron sus servicios. Lo repitió en Cartagena y también en la Puerta del Pacífico. En 2014 esa actitud y consecuencia derivaron en una drástica determinación.
"Ese año hicimos otro convenio, si agredían a un árbitro hasta ahí nomás llegábamos y no arbitrábamos más. Y pasó y el campeonato no terminó. La agresión no fue grave, pero quedó la embarrada", contó.
Aunque algunos colegas de San Antonio no querían que los árbitros se retiraran, para "no perder la pega", contó con el respaldo de sus colegas de Cartagena. "Muchos me llamaron para decirme que me pusiera firme, porque era la única forma de terminar con la violencia en el fútbol. Fui a una reunión donde estaban citados todos los presidentes y dejaron la decisión en mis manos".
Para Juan Contreras esta determinación fue clave para el futuro. "Creo que le cambiamos la cara a la asociación y hasta el día de hoy se mantiene, creo que es una de las mejores asociaciones del litoral, no tenemos miedo de hacer nuestro trabajo y la mayoría de los dirigentes tiene un respeto único por los árbitros", destacó.
Futuro
Juan Contreras no puede dejar definitivamente el arbitraje. No estará en las canchas, pero quiere aportar con el referato.
"Voy a morir en esto, no voy a arbitrar, pero ya he hablado con algunas asociaciones para dar charlas y buscar gente nueva", planteó para su futuro.
Será muy difícil que se quede en su casa de Lo Abarca un fin de semana, porque "quiero seguir ligado al arbitraje, no tengo un cargo en la asociación, pero estoy todos los domingo en las canchas".
Ya no estará con el pito y las tarjetas, pero sí seguirá al servicio de una actividad que lo ocupó por medio siglo. Juan Contreras vive el arbitraje con pasión, rectitud, compromiso y entrega. Eso es lo que les quiere enseñar a las nuevas generaciones.