Conozca cómo se trabaja arriba de un tren de carga
Cumplimos un viaje junto a un maquinista y un ayudante llevando importante cargamento al puerto.
No son un medio de transporte de personas, pero mueven el trabajo de miles de chilenos sobre las vías de nuestro país. El ferrocarril tiene la capacidad de trasladar, de manera segura, pesadas cargas, a través de las ciudades, desiertos y bosques, y quienes las conducen, brindan su máximo esfuerzo y concentración para que todo llegue bien a destino.
Víctor Tapia es un maquinista de tren de carga. Lleva 25 años en este rubro, quince de los cuales se ha desempeñado en la empresa de Transporte Ferroviario Andrés Pirazzoli (Transap). Es la cabeza que controla una de las máquinas que va desde las empresas a los principales puertos de la Región del Biobío, específicamente, Coronel, San Vicente (Talcahuano) y Lirquén (Penco).
El Líder conversa con él a bordo de la locomotora. Una pequeña "habitación" de unos tres por tres metros de extensión, con "paredes" llenas de perillas, instrumentos, luces y ruido... Sí, mucho ruido.
"Este es un trabajo diferente al cual no muchos se acostumbran. Tiene que gustarte sí o sí, por el tema de los horarios. Es estresante tener que transportar tanto tonelaje con cuidado. Siempre va a haber gente que se atraviesa (en la vía) y debes estar atento, muy atento. Creo que hay que estar un poco loco para trabajar aquí", expresa en voz bien alta mientras el aire se cuela a través de las enrejadas ventanas, algunas de ellas carentes de vidrios.
Sobre el sacrificio que significan los turnos en este trabajo, René Medina, superintendente de Operaciones Zona Sur de Transap, quien acompañó el viaje realizado por nuestro medio explicó que a diario en la empresa se trabaja con cuatro trenes, que pueden estar cargados o vacíos. El único día en que no cargan es el domingo.
Esto, según precisó, significa que normalmente se carga de noche, se viaja de noche y las entregas son de madrugada, por lo que destacó que no existe un impacto en la población, porque prácticamente no se ve el tren cuando pasa por las zonas pobladas.
Víctor Tapia, el maquinista, con tapones en los oídos a causa de los sonidos del motor, los engranajes y los múltiples pitidos, comenta que aprendió a manejar un tren de carga cuando trabajaba en la Celulosa Arauco (61 kilómetros al sur de Concepción).
Recordó que en un inicio no tenía idea de lo que se hacía y que partió como ayudante en las frías noches del Biobío.
"Ya al primer mes quería dejar todo botado. Fue invierno cuando empecé y pasaba mojado 12 horas al día, armando y desarmando trenes. No era ni una gracia, pero después aprendí a tomarle el cariño a esto", expresó.
Full concentrados
A Tapia lo que más le gusta es viajar, la posibilidad de conocer "las hermosas rutas, pasar por la orilla de los ríos, bordear cerros, atravesar túneles y cosas así que el resto de la gente no puede ver".
También hay constantes desafíos. El maquinista mencionó que la tecnología y los avances que significa la transformación de este trabajo, les obliga a estar en permanente capacitación.
"Y hay que tener mucha concentración todo el tiempo. Estar atento a las personas o a los autos que se cruzan. Uno lo hace parecer fácil, pero no lo es. Son los años de experiencia los que crean esa seguridad", aseguró.
Según explicó René Medina, el superintendente, como empresa Transap tienen dos focos principales: la eficiencia, que tiene que ver con el trabajo, y la seguridad, que está relacionado con las personas. Respecto a esto, mencionó que las vías de los trenes "tienen vida", con una gran cantidad de personas que permanentemente están cruzando.
"Tienen un sistema que desarrollan con la experiencia porque ellos necesitan 200 metros para frenar ¿Cómo deciden con 200 metros de distancia si esa persona va a entrar en la zona de tránsito del tren y lo va a impactar? Entonces es un tema que nos preocupa mucho", mencionó.
Otro sacrificio que existe dentro de este trabajo, según contó Tapia, es el tiempo que pasan fuera de casa debido a los turnos. Apuntó que esto se le hizo más difícil al principio.
"Si me preguntaran, ahora diría que no cambiaría este trabajo por nada del mundo. No me gustaría estar encerrado en una oficina. De verdad, espero morir aún teniendo este trabajo", expresó.
Coordinación
Al lado del maquinista, va siempre un ayudante. Juntos se coordinan y están en constante comunicación para saber lo que ocurre en la vía y cómo proceder con la carga que llevan en los vagones. De la completa coordinación de ambos depende no sólo lo que llevan, sino que también la seguridad de la comunidad.
Cristóbal Ríos es uno de esos ayudantes. Lleva cinco años en esta tarea.
"Yo trabajaba en una empresa de envíos de encomiendas, pero me aburrí de la rutina que tenía. Entonces empecé a trabajar con un contratista, entré en el mundo de los ferrocarriles y aprendí del trabajo en ese lugar", recordó en medio de las incesantes llamadas a través de los sistemas de comunicación internos.
Ríos relató que fue un 31 de diciembre cuando presentó su curriculum en las oficinas de la empresa Transap y para el 15 de enero ya estaba de ayudante.
"Este trabajo es algo totalmente distinto a los otros que he tenido. En un principio es complejo. Hay que levantarte muy temprano, a veces trasnochar y pasar días enteros bajo la lluvia, pero uno después se acostumbra a los rigores", aseguró.
Con el paso del tiempo, según el ayudante, no solo se trata de costumbre, sino que también se le toma cariño a la labor. En su caso, dice que le gusta mucho la oportunidad de estar siempre viajando, ver nuevos paisajes. "Me gusta mucho el tener que trabajar en maniobras. En definitiva es el conjunto de todo lo que es este trabajo implica lo que me gusta".
Todos quienes quieren ser maquinistas empiezan siendo ayudantes. En el caso de Cristóbal Ríos, también aspira a convertirse en un conductor de locomotoras. "Creo que todos los ayudantes tenemos el deseo de llegar a ser maquinistas. Uno por lo monetario, pero por otro lado, y lo más importante, es porque te lleva a aprender más", expuso.
El superintendente de Operaciones de Transap aclaró que para ser maquinista primero se debe ser ayudante, y estar acreditado por la Empresa de los Ferrocarriles del Estado (EFE), aprobando todos los cursos necesarios.
Aseguró que la labor en los trenes de carga no está en declive, sino que por el contrario, tiene un gran futuro considerando que cada tren puede llevar hasta dos mil toneladas de cargamento, muy por encima a lo que puede hacer un camión que, además, debe transitar en vías cada vez congestionadas.
"Chile ha vuelto a creer en el ferrocarril", señaló, y agregó que con la descripción del país, "geográficamente, una larga y angosta faja, qué mejor que tener un ferrocarril que nos recorra de punta a punta. Además, un ferrocarril contamina menos".
Medina contó que entre las ventajas que brinda este medio de transportar carga, aparte de contaminar menos que otros, está la seguridad y la eficiencia, por el número de carga que se puede enviar de una vez. "Como país estamos en el rango de 10% de carga ferroviaria, y la media en los países más posicionados es del 40%, por eso la idea es mejorar esa diferencia", señaló.
"Si me preguntaran ahora, no cambiaría este trabajo por nada en el mundo"
Victor Tapia, maquinista
"Este trabajo es algo totalmente distinto a los otros. En un principio es complejo".
Cristóbal Ríos, ayudante en ferrocarriles