Sanantonino en Suiza llama a los chilenos a solidarizar con los compatriotas más necesitados
Gastón Basterrica vivió hasta los 10 años en la comuna puerto, pero nunca perdió el contacto con su tierra natal. Conmovido por la realidad actual, decidió aportar con las familias más pobres de San Antonio y Cartagena.
A las 12 horas en punto de Chile marco el teléfono para llamar a Gastón Basterrica (68), un sanantonino que vive "al otro lado del charco". Él me contesta amable y me felicita por la puntualidad, un hábito muy apreciado en Suiza, donde reside hace 35 años.
El motivo de la llamada es una ayuda que, a través de sus amigos sanantoninos, entregó a familias que atraviesan difíciles momentos a causa de la actual crisis económica. Antes de referirse a esto, Gastón abre una ventana al pasado.
Soy sanantonino
"Yo soy sanantonino. De allí eran mis padres y mi abuelo paterno (Carlos Basterrica). Él fue uno de los fundadores de Placilla, fue regidor a comienzos del siglo XX y trabajó en la construcción del Puerto de San Antonio y de la ferrovía Santiago-San Antonio", detalla.
Al igual que muchas otras personas de su generación, su madre lo dio a luz en casa. "Nací el año 52 en Barros Luco 2124 (altura del paradero 7), ahí vivía. En esa época se nacía en la casa poh, si el hospital Claudio Vicuña era una casuchita nomás que quedaba por 21 de Mayo pa'rriba".
-¿Cómo era la avenida Barros Luco en esos años?
-Era exclusivamente residencial, no había ni un negocio siquiera. Todas eran casas familiares y se conocía todo el mundo. Además, la vereda era mucho más ancha y las casas tenían antejardín y rejas. Con los años les sacaron las rejas, el antejardín y transformaron las fachadas, pero te puedo decir que en 1960 esa calle era hermosísima. Tengo bellos recuerdos de infancia.
Cambio de domicilio
A sus 10 años, la familia Basterrica emigró a Santiago para que él siguiera sus estudios en el Instituto Nacional. Luego ingresó a la Escuela de Artes de la Comunicación de la Universidad Católica, donde surgió su interés por la fotografía.
"Fui fotógrafo de prensa en la época de (Salvador) Allende, cuando estaban las cosas feas. Trabajé en La Última hora, un diario que pertenecía a José Tohá, que fue ministro del Interior de Allende y que murió en circunstancias bastante dolorosas. Éramos todos muchachitos con unas cámaras prestadas, si no tenían plata. Salíamos a la calle, viviendo todo ese clima álgido que había en Chile", recuerda.
El cine también lo cautivaba y tomó un curso de esta materia en el Instituto Chileno Norteamericano. "Allí hice amistad con muchos brasileños. Había muchos extranjeros, pero no eran terroristas, como dice mucha gente, eran todos jóvenes que andaban estudiando y haciendo cosas. A mis 20 años vino lo que todo el mundo sabe, el 73. No me gustó lo que estaba sucediendo y me fui a Brasil. Viví 12 años allá".
El intérprete
En Brasil se encontró con un mundo nuevo. "Imagínate, yo con 21 años, saliendo del Chile pacato de 1973 y llegando a Río con Copacabana, Ipanema, Leblon y todo eso, me volví loco", recuerda entre risas.
Gracias a sus amistades, ingresó a estudiar comunicación social en la Universidad Federal de Río de Janeiro. "Brasil es un país del tercer mundo, no es rico como este (Suiza), así que había que estudiar y trabajar. Iba estudiando de a poco, porque además me enamoré y tuve una hija, por lo que tenía responsabilidades. Tiempos económicamente difíciles", comenta.
Gastón trabajaba haciendo fotorreportajes y en turismo, donde se valía de su habilidad para los idiomas, la que en los 80 puso a disposición de la Cruz Roja Internacional. "Brasil tiene un contraste social enorme, hay muchísima pobreza. Entonces, diversas misiones internacionales llegaban para ayudar a las personas más pobres y yo era intermediario de los voluntarios, porque hablaba inglés, francés, portugués y español".
En ese tiempo, cuenta, "conocí a un suizo muy simpático, un señor mayor con el que hicimos amistad. Este caballero, que se llamaba Armando, me dijo: 'dentro de unos meses va a venir mi hija, quiero que la orientes'. Esa hija es la que hoy es mi esposa -se ríe-. Eso fue hace 35 años y estamos juntos hasta el día de hoy; nos conocimos, nos enamoramos altiro y no nos separamos nunca más".
Pasajes a Suiza
Tras casarse en una playa paradisíaca de Buzios y vivir por un tiempo más en Brasil, la pareja se mudó a Suiza, una nación que lo sorprendió. "Este es un país de condiciones excepcionales, aquí te pagan para estudiar. Como era casado y trabajaba, me dieron todas las facilidades, me dijeron 'usted va a trabajar menos, le vamos a cubrir lo que va a perder de su salario y además le daremos más'. Así que continué estudiando, hice un posgrado y después estudié antropología social".
En el país europeo trabajó en la Facultad de Ciencias Sociales de una universidad y luego en el Museo de Arte Popular. Hace tres años jubiló, pero continúa trabajando en una fundación, con la que incluso ha colaborado con proyectos culturales de la comuna puerto.
Unido a San Antonio
"Yo no he perdido mi vínculo con San Antonio y, por consecuencia, el afecto que tengo", sostiene.
Aunque ya no tiene familiares por estas tierras, cuando viaja a visitar a sus sobrinos chilenos aprovecha de visitar la comuna. "He visto que San Antonio ha cambiado enormemente, hay muchas barriadas de gente pobre".
Gesto solidario
El conocimiento de la realidad local lo movilizó para donar cajas de alimentos a 50 familias de Cartagena y San Antonio, que fueron entregadas con el apoyo de su amigo Claudio Pontigo, el conocido director del taller de teatro Talita Cum.
"No hay que solamente predicar, porque hay varios que hablan 'remucho' y después les pides cinco luquitas y ni eso dan. A veces no tienen, pero hay muchos que tienen y no quieren dar nada y eso sucede harto en Chile", recalca.
Gastón agrega que "hay gente que tiene dinero y es muy egoísta. Yo los conozco, porque tengo amigos que son de la clase más alta, que viven en Las Condes, los veo y me quedo callado nomás... No piensan en la otra gente, creen que tienen que arreglárselas por sí mismos nomás, si son pobres es por culpa de ellos mismos, porque son tontos, porque son lesos, porque no estudiaron, entonces se merecen la desgracia que tienen. No lo dicen, pero hay muchos que piensan de esa forma".
"Aquí (en Suiza) aprendí que el humanismo va más allá de la política, no tiene nada que ver con ser izquierdista o no sé qué cosa, tiene que ver con humanismo universal, que es pensar en la justicia y en que es necesario tener conciencia de que el prójimo es también tu hermano".
-¿De dónde proviene su conciencia humanitaria?
-Creo que la he tenido desde niño. Estudié en la Escuela 4 (actual colegio Presidente Aguirre Cerda, Barrancas), donde había niños, hijos de los pescadores, que iban a pata pelá al colegio, con los pantaloncitos amarrados con cordel. Así era el país, era muy pobre. De eso no te hablo más, porque me emociono y me pongo a llorar. Yo iba a sus casas, me convidaban a sus cumpleaños y yo a los míos, y había casas que no tenían ni piso, pero la mamá se había ocupada de hacer una tortita y unas sopaipillitas para celebrarle el cumpleaños al muchacho. Ahí aprendí a convivir y a ver.
En un comienzo, Gastón no quería que se divulgara la ayuda que envió, pero la idea de entregar un mensaje lo hizo cambiar de opinión. "Somos todos hermanos en Chile y vivimos un problema que nos tiene a maltraer en este momento y que nos va a provocar graves problemas económicos y sociales en lo que viene. Tenemos que ir todos juntos y los que tienen más que se metan la mano al bolsillo para dar un poquito, aunque sea pal vecino, y los que tienen remucho que den más todavía".
Su llamado va también para los chilenos en el extranjero. "Que se junten y tomen conciencia de que en Chile las cosas no están bien. Juntar mil dólares en un país desarrollado no cuesta nada, cada uno pone 30 o 50 dólares, que es nada, y en un ratito tienen la plata. Mil dólares son 850 mil pesos poh mija, sirven para comprar hartas cosas. Esa es la intención y el objetivo que se sepa", declara.
"A mis 20 años vino lo que todo el mundo sabe, el 73. No me gustó lo que estaba sucediendo y me fui a Brasil. Viví 12 años allá".
"Este es un país de condiciones excepcionales, aquí te pagan para estudiar. Como era casado y trabajaba, me dieron todas las facilidades (...)".