Solidaridad en el mar
En medio de su incesante labor, la lancha de práctico Taylor Dalcahue ayudó a los pescadores de un bote artesanal que quedó semi hundido tras ser volcado por los lobos marinos. En el mar, siempre está la posibilidad que hoy apoyes en una emergencia y que mañana seas tú quien pida auxilio.
Es domingo y el sol se asoma tímido sobre la ciudad. Hasta hace tan solo unas horas un temporal de lluvia y viento asolaba nuestra costa.
En uno de los vértices del Sitio 7 hay una estructura de metal con peldaños que llegan hasta el nivel del mar, es la "escala de práctico" y, mientras San Antonio aún dormita, los tres tripulantes de la lancha Taylor Dalcahue ya la utilizaron para embarcar a bordo de su lancha; ¿el motivo?, llevar a personal de Puerto Panul a realizar una inspección de gases a un buque granelero que se encuentra a unas cuatro millas de distancia y que está ansioso de ingresar al terminal para descargar las 29 mil toneladas de trigo que trae en sus bodegas. Nuestro país se abastece de granos de consumo humano por nuestro puerto y los marinos lo saben.
Cuando estaban por zarpar, a los tripulantes de la lancha Taylor Dalcahueles avisan que la inspección está suspendida y la maniobra de arribo del granelero ha sido aplazada. Los dos marinos de la lancha se aprestan entonces a preparar un desayuno para compartir con su capitán, Lindor Saavedra, que dicho domingo está de cumpleaños.
Mientras la lancha se dirige rumbo a su lugar de fondeo, ya se siente olor a pan tostado que emana desde la cocina. Sin embargo, el festejo se ve interrumpido por un avistamiento que el festejado hace desde la cabina: una embarcación de pesca artesanal flota semi hundida en las proximidades del muelle de la caleta Pintor Pacheco Altamirano. Los lobos marinos la habían volcado durante la noche.
El capitán avisa a los marinos y en cosa de segundos los dos tripulantes están en la proa tratando de comunicarse con los pescadores que, a esa hora trataban de reflotar el malogrado bote. "¿Había alguien a bordo?", pregunta el capitán desde el sistema de comunicación a la gente que está en el muelle y le responden que no. Un suspiro de alivio se siente a bordo. Ahora se trata de ayudar a recuperar algo material, que puede costar pero que siempre se podrá recuperar.
Son recién las ocho de la mañana y todos participan activamente en las labores de salvataje, nadie sabe a ciencia cierta cuando el viento volverá a soplar, así que hay que apurarse.
La gente que trabaja en el mar es modesta, pues sabe que el océano es siempre el más fuerte. En alta mar una embarcación de pesca puede desaparecer sin más y los prominentes cascos de acero de los gigantes que llegan a puerto cada día pueden terminar desgarrados como papel si es que los vientos y el oleaje los llevan contra los roqueríos diseminados a lo largo de la costa. Debido a esto, la solidaridad entre los marinos es innata; hoy ayudas, pero mañana puedes ser tú quien requiera auxilio.
Con destreza, la Taylor Dalcahue se mueve en espacios estrechos y rápidamente pasa una cuerda para hacer firme uno de los costados de la embarcación, de la cual solamente sobresale parte de su quilla (parte inferior del caso). La maniobra para reflotarla es complicada, hay que tirar con mínima fuerza, pues el frágil casco se podría romper con el impulso.
Al cabo de unos minutos y varios intentos fallidos, los pescadores deciden tomar otro curso de acción para reflotar el casco hundido y agradecen a los marinos de la Dalcahue, que ahora navega lentamente hasta su lugar de amarre en puerto. Tras tomar un milo con leche y tostadas con mermelada, y cuando ya es mediodía, el equipo regreso a su hogar para volver a reunirse unas horas más tarde. Jaime Araneda y Juan Figueroa se despiden de Lindor. Y así en este cumpleaños, el capitán podrá almorzar con su familia.
"La maniobra para reflotarla es complicada, hay que tirar con mínima fuerza, pues el frágil casco se podría romper con el impulso".