EFE
Las evidencias científicas acumuladas durante décadas han acreditado que la actividad física y deportiva moldea el cerebro y tienen numerosos efectos beneficiosos sobre la cognición, el estado de ánimo o la salud cerebral a todas las edades.
Esas evidencias han sido ahora recopiladas por los investigadores Coral Sanfeliu y José Luis Trejo, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el libro "Cerebro y ejercicio, último de la colección "Qué sabemos de" (CSIC/Los libros de la Catarata)
¿Todo tipo de ejercicio genera efectos saludables? ¿Es cierto que el deporte ayuda a retrasar el envejecimiento? ¿Qué cambios se producen en las neuronas? Son algunas de las preguntas que los científicos responden en esta publicación.
El libro comienza tratando uno de los conceptos básicos que se utilizan cuando se habla de actividad física, el de la 'hormesis', un término que hace referencia a la respuesta dual del organismo al ejercicio: tiene efectos beneficiosos si se practica con determinada intensidad y duración, pero induce efectos negativos si éstas aumentan en exceso.
"Imaginemos la práctica del ejercicio como una figura en forma de curva. Cualquier actividad, por suave que sea, presenta efectos positivos en el individuo, pero hay un techo llamado punto de inflexión de la curva hormética".
"A partir de este punto, si se incrementa demasiado la intensidad o la cantidad de ejercicio se reducen los beneficios, incluso pueden anularse hasta el extremo de no presentar diferencias respecto a una persona sedentaria o producir efectos adversos", explicó Trejo en una nota de prensa.
La curva varía según el individuo y la literatura científica aún no se ha puesto de acuerdo en qué intensidad determina ese punto de inflexión, aunque la frecuencia cardíaca puede ser un indicador válido para calcular la intensidad y la duración adecuadas.
En el libro, los investigadores profundizan en los mecanismos genéticos, moleculares y celulares que sustentan los beneficios del ejercicio para el cerebro, y señalaron que produce un incremento de la capacidad cognitiva y de la formación de neuronas nuevas -potencia la capacidad de análisis matemático y la habilidad lingüística-, hace crecer el flujo sanguíneo en el cerebro y el consumo de oxígeno por las células neurales e incrementa la funcionalidad y disponibilidad de neurotransmisores clave.
Además de las consecuencias directas, el deporte produce efectos indirectos, como ocurre con los individuos que se benefician del ejercicio físico que realizaron sus progenitores, han constatado los investigadores, y han destacado también que es una de las terapias no farmacológicas más efectivas contra el envejecimiento.
"Diversos estudios de poblaciones han demostrado que la actividad física disminuye la mortalidad por todas las causas en adultos de 50 a 70 años", observa Coral Sanfeliu.
El ejercicio físico mejora también la evolución de determinadas enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer, a la vez que retarda la edad a la que se manifiestan y la aparición de síntomas, y contribuye a un mejor bienestar psicológico, ya que los múltiples cambios hormonales del organismo inducidos por el ejercicio físico -como el aumento de la secreción de endorfinas que proporcionan bienestar y regulan el estrés- provocan un mejor equilibrio de los neurotransmisores y el aumento de la funcionalidad cerebral.