"Estoy dispuesta a todo, a mi tarrito de basura con hielo o a piscina temperada"
Con seis semanas de preparación, el miércoles viaja a EE.UU. para intentar completar la Triple Corona del nado abierto, realizando la Vuelta a Manhattan el 1 de octubre. También planea nadar en la Antártica antes de que termine 2020.
Nicolás Labra G.
Los 142 días que Bárbara Hernández estuvo fuera del agua no la detuvieron en sus planes. Con la vuelta a Manhattan en Estados Unidos planificada hace meses para lograr la Triple Corona del nado abierto, cuenta que estaba dispuesta a ir igualmente, aunque no pudiera sumar ninguna semana de entrenamiento. Eso, hasta que por fortuna recibió la autorización de parte del Ministerio del Deporte para entrenar desde el 3 de agosto.
"Era un riesgo muy grande. Lo mínimo que me hubiera pasado sería una lesión. Son carreras difíciles, el año pasado falleció un nadador porque las corrientes igual son fuertes. Y aunque hay seguridad, con una embarcación y un kayak, sigue siendo la naturaleza, donde juegan las corrientes, el frío... cosas que no controlas. Estaba dispuesta a jugármela igual y ver cómo resultaba".
-Subiste un video entrenando en esta especie de basurero. ¿Fue también en parte para lanzar un mensaje de que necesitabas volver?
-Creo que era como lo último que se pierde, por así decirlo. Había mandado mi carta rogándole a la ministra (Cecilia Pérez) y a todo el mundo si es que existía la posibilidad de que se acordaran de mí porque yo iba a competir ahora. Pero nunca pensé que se iba a viralizar tanto por la respuesta de la gente.
Estoy dispuesta a hacer lo que tenga que hacer con tal de seguir compitiendo, porque estas carreras significan años de esfuerzo, dejar muchas cosas. Yo no tengo un sueldo por nadar. De verdad esto es puro amor al agua y a la bandera.
-Estuviste 142 días sin entrenar. ¿Cómo llevaste eso?
-Fue duro volver. Me estuve entrenando en seco, la preparación física, el peso, la musculatura, haciendo bicicleta y muchos ejercicios de técnica, pero en el agua es muy distinto. Las tres primeras semanas fueron durísimas. Salía muy inflamada, con mucho dolor de espalda, fue complejo.
-¿Cómo ajustaron las cargas de trabajo en la vuelta?
-Tenía seis semanas para preparar la maratón y no hubo espacio como para empezar de a poco. Comencé nadando 5 kilómetros al día, unos 35 semanales, que igual es harto considerando que solo tengo la piscina de lunes a viernes. Mi primera semana fueron 30 kilómetros, y luego 35 a la semana. El último entrenamiento fue de 8 km. Tenemos solo dos horas de turno, entonces tengo que intentar hacer lo máximo de volumen en esas dos horas.
Solo estando en el agua es cuando ves el tema del agarre, de las vueltas. El recobro, por ejemplo, que es cuando levantas el brazo para volver a agarrar el agua, ese ejercicio no lo haces de otra manera. No hay símil.
-¿En qué porcentaje físico sientes que llegas a Manhattan?
-Físicamente me siento fuerte. Lo que más trabajé en esta cuarentena son los aspectos mentales, que me hacen distinta de otros nadadores. Igual estoy nerviosa, significa mucho para mí, sería la Triple Corona de nado abierto -la primera prueba fue el Canal de Catalina y luego el Canal de La Mancha-. Es responsabilidad y presión porque también estamos en un año de pandemia.
¿Cuál es ese factor mental que te diferencia?
Mi perseverancia. Estoy dispuesta a todo, a adaptarme a las condiciones que sean, en mi tarrito de basura con hielo o a entrenar en piscina temperada, o hacer lo que haya que hacer sin excusas o lamentos. Estoy dispuesta a trabajar por lo que quiero.
"Uno deja muchas cosas. Yo no tengo un sueldo por nadar. De verdad es puro amor al agua y a la bandera.