La mujer que dejó el estrés de la capital y ahora enseña a hacer huertos en casa
Marcela Núñez Flores apostó por una nueva vida lejos del ajetreo de Santiago y se radicó en el Litoral Central para potenciar un emprendimiento que había iniciado hace siete años.
Un cambio de ciudad significó el inicio del emprendimiento y de un nuevo comienzo para Marcela Núñez Flores (47).
Oriunda de la capital, hace siete años decidió, junto a su pareja, dejar su trabajo y su rutina en Santiago para empezar desde cero y, a la vez, optar a una mejor calidad de vida
"En Santiago yo trabajaba en la Cámara de Comercio y mi pareja en otro rubro, pero decidimos dejar esa vida atrás. Estábamos cansados del ajetreo y el consumismo. Hace siete años que nuestra vida comenzó a cambiar", revela.
En un primer momento, la pareja, junto a su hijo, se trasladó a la comuna de Talagante, donde partió la historia que hoy genera los ingresos familiares.
Talagante
Cuando arribaron a Talagante, pudieron aprender de primera fuente el proceso de cultivo en los campos de la zona.
Ese fue el primer acercamiento con los huertos orgánicos, lo que de alguna manera los comenzó a liberar del estrés santiaguino.
"Mi pareja es de La Serena y yo siempre he sido de Santiago. De alguna forma, éramos santiaguinos los dos, hicimos nuestras vidas allá. En Talagante todo fue distinto respecto a los productos naturales como las papas o las zanahorias, por ejemplo", recuerda.
-¿Qué tenían de distinto estos productos?
-Básicamente que eran cultivados en un proceso mucho más natural. En la capital era lo típico de andar comprando en el supermercado o en la feria, que no siempre es algo tan natural. Los alimentos que empezamos a consumir ya no venían de una gran empresa, sino que eran los mismos vendedores quienes cosechaban los productos de sus campos.
Marcela Núñez explica que los almácigos son una planta o hierba que se encuentra en su primera etapa de crecimiento, luego de la plantación y brote de la semilla.
Con este primer conocimiento, comenzaron a idear la que sería la primera parte de su emprendimiento y que tuvo un excelente recibimiento en dicha zona.
"Cuando vimos que ahí había un nicho y que cada vez más gente apostaba por los alimentos más orgánicos, decidimos comenzar a ofrecer cajas con estos productos, que comprábamos directamente a los agricultores locales", cuenta.
Marcela reconoce que "siempre quisimos tener una vida más tranquila y fue algo que pudimos alcanzar con mi pareja. También lo hicimos por nuestro hijo, para que él tuviera una mejor calidad de vida. Desde pequeño lo educamos en casa y también pudimos enseñarle acerca de estas temáticas como los huertos orgánicos", sostiene Marcela.
Al Litoral
La emprendedora es comunicadora audiovisual de profesión, pero el cultivo de diversos productos poco a poco se transformó no solo en su pasión, sino también en la forma de ganarse la vida.
"Después de estar dos años en Talagante, empezamos a ver dónde podíamos irnos. Lo único que sabíamos era que volver a Santiago no era una opción. Al tiempo, una amiga me dijo que deberíamos venirnos a El Quisco. Como se dice a veces, agarramos nuestras cosas y nos vinimos", comenta.
Al arribar a la provincia de San Antonio, quisieron promover la misma modalidad de negocio que tenían en Talagante, pero no tuvo el mismo recibimiento: las ventas eran mucho menores.
Ante esa realidad, Marcela comenzó a aprovechar todas las capacitaciones que el municipio quisqueño ofrecía para mujeres emprendedoras. Esa fue la clave para iniciar su propio negocio.
"Sentía que tenía todas las herramientas necesarias y pensé que lo mejor era separar la relación de trabajo que teníamos con mi pareja. Y así lo hicimos. Cada uno tuvo su propio emprendimiento, pero enfocado en lo mismo", dice.
Vivero Rayün
Cuando Marcela decidió independizarse creó el vivero Rayün, que durante los últimos meses ha permanecido cerrado por la pandemia, pero las ventas las mantiene con reparto a domicilio desde Tunquén hasta El Tabo.
Además de comercializar sus productos por las redes sociales (@viverorayunlitoral en Instagram y Vivero Rayün en Facebook), cuenta con un punto de venta en el supermercado El Gallito, en Mirasol.
"Después de estar viviendo en El Quisco casi dos años, nos vinimos a Mirasol, en Algarrobo, que es el mismo lugar donde está ubicado el vivero. Desde nuestra llegada al litoral han pasado casi cinco años y no podemos estar más agradecidos", afirma.
Tras arribar a Mirasol, se asoció con su amiga Natalia Bugueño y "comenzamos con Rayün, que en mapudungun significa florecer. Las cosas que nosotras vendemos son principalmente almácigos y tierra. Cada vez es más la gente que se atreve a cultivar sus propias hortalizas y hierbas medicinales, que es lo que ofrecemos".
"Tenemos una amplia variedad de hortalizas y hierbas agroecológicas, que significa que están libres de pesticidas", explica.
-¿Tuvo dudas al iniciar su emprendimiento?
-De todos modos. Al principio no sabíamos si la gente tenía el conocimiento de estas cosas o si querría atreverse, porque a veces las personas no saben ni lo que es un almácigo. Nuestro lema es "cultiva tu comida" y así también lo ve la gente que nos prefiere.
Otra de las metas de Marcela y su amiga Natalia es que los habitantes de la provincia puedan aprender a crear sus propios huertos.
"La gente igual entiende que no tendrá hectáreas llenas de zapallo italiano y que el proceso tomará un tiempo, pero prefiere hacerlo porque sabe que obtendrán los alimentos en su estado más puro y saludable. Y nosotras también enseñamos a hacer los huertos", señala la emprendedora detrás del vivero Rayün.
Cambio de vida
Volver a lo simple ha sido uno de los primeros y más importantes propósitos de la pareja desde que se embarcaron en esta aventura.
"Dejar Santiago fue una de las mejores decisiones que tomamos. Si hubiese trabajado en mi carrera ni siquiera tendría tiempo para ser mamá. Ahora le puedo dedicar todo el tiempo que quiero a mi hijo. De todos modos estamos pegados a la tecnología, pero muy conscientes de que podemos disfrutar de las pequeñas cosas que nos hacen felices", concluye.
"Siempre quisimos tener una vida más tranquila y fue algo que pudimos alcanzar con mi pareja. También lo hicimos por nuestro hijo, para que él tuviera una mejor calidad de vida",
Marcela Núñez
"Después de estar viviendo en El Quisco casi dos años, nos vinimos a vivir a Mirasol, en Algarrobo, que es el mismo lugar donde está ubicado el vivero",
Marcela Núñez
"Cada vez es más la gente que se atreve a cultivar sus propias hortalizas y hierbas medicinales, que es lo que ofrecemos".