la cocina de don tinto
El gran momento del choclo
Bien entrado el mes de enero por fin tenemos abundancia de choclos en ferias, mercados y supermercados. Generalizando un poco podemos contar que está el llamado choclo americano o dulce, que viene apareciendo desde hace un rato. Pero también ya es fácil encontrar el choclero, o mejor dicho humero, que es ese de granos más grandes y carnosos y que sirve para preparar las tradicionales humitas y pastel de choclo de buena forma. Por su parte el choclo americano, de grano más corto, pequeño y dulce funciona mucho mejor para comerlo directamente de la coronta, con un poco de mantequilla y sal. Hay quienes prefieren este choclo también para ponerlo en trozos en la cazuela, mientras que otros aseguran que es la cocción de los trozos de choclero lo que le da el toque final al caldo de la cazuela. Ahí, la verdad, es cosa de gustos. Lo mismo pasa en guisos como el tomaticán y otros. Ahora bien, esto de elegir entre variedades de choclos no siempre fue así. Esto, porque décadas atrás (muchas) el americano era difícil de encontrar, pero no pasaba nada, porque todo se hacía con choclero. Lamentablemente, al revés no funciona la cosa, porque el choclo americano no tiene buena performance a la hora de hacer la pastelera ya que al rallarse o molerse entrega hollejo, agua y no mucho más. Por otra parte, y como ya se habrán dado cuenta, hace varios años que encontramos -principalmente en supermercados- choclos frescos durante prácticamente todo el año. Se trata por lo general de un producto importado desde Perú y algunas pocas veces el norte de Chile. ¿La verdad? Es tan desabrido y caro que no vale la pena. Lo mejor, como tantas veces se ha dicho en esta columna, es esperar la temporada de cada producto para aprovecharlo de buena manera. Así las cosas, ahora toca darle duro al choclo, pero como no todo en la vida es humitas, pastel de choclo o tomaticán; acá va una receta de un tradicional guiso de verano algo olvidado y que -obviamente- lleva choclo.
por Álvaro Peralta / @dontinto