El renacer de una madre tras la dolorosa pérdida de su hija
A fines de 2018 Elizabeth Amaya atravesó uno de los momentos más duros de su vida. Hoy se repone gracias a su emprendimiento familiar de mueblería y al amor de su esposo e hijas.
"El 2019 fue un año que ni siquiera viví", revela Elizabeth Amaya Espinoza (44) desde su casa en El Tabo, el "palacio" donde alguna vez compartió la felicidad con Tania, su hija mayor que falleció en 2018.
Tras años soñando con vivir cerca de la playa, en 2017 ella, su esposo y sus tres hijas arribaron desde Santiago con la misión de "un cambio de vida para nuestra hija mayor. Pensamos que viniéndonos la íbamos a tener por más tiempo… pero la niña no alcanzó a estar un año más con nosotros".
Madre adolescente
Elizabeth tuvo a Tania a los 17 años y desde entonces se hizo cargo de todos sus cuidados, ya que el padre de la niña la abandonó en cuanto supo que estaba embarazada.
"A los seis meses de vida se le declaró una meningoencefalitis herpética (enfermedad viral que afecta el cerebro) y esto me la dejó con daño neurológico. En octubre del 2018 le dio una neumonía fulminante. En ese momento yo estaba embarazada y a punto de mejorarme. El día 19 de diciembre fui a tener a mi guagüita y el 20 fallece mi hija. No alcancé ni a estar 24 horas en el hospital, tuve que salir rapidito para poder despedirla", cuenta.
Su legado
Durante los 25 años de vida de Tania, Elizabeth dedicó todos sus días a cuidarla. Tania también la cuidaba a ella. "Conocí a mi marido cuando mi hija tenía cinco años y él fue su papá, pero ella lo eligió, porque yo conocí otras personas y ella los echaba, en cambio a mi marido no, ella me echaba a mí y dejaba a mi marido a su lado. Era más fresca", señala sonriendo con el recuerdo.
Es por esto que afirma, sin dudar, que "no fui yo la que le hice la vida a ella, ella me dejó toda mi vida organizada para que cuando partiera yo no quedara sola".
La relación entre su hija y su marido, David Gutiérrez Duarte (46), era tan cercana que motivó la compra del terreno donde hoy viven junto a Anaís, de 13 años, Belén de 9 y Maite de 2.
"A Tania le gustaba mucho la playa, le gustaba que uno la colocara en la orilla en la sillita de ruedas y las olas le reventaran en las piernas. Entonces, cuando nos casamos mi marido le dijo 'algún día voy a comprar un terreno en la playa, Tania, y te voy a construir un palacio', y en 2012, cuando nos empezó a ir un poquito bien, vimos la oportunidad de comprar este sitio en El Membrillo y él empezó a construir el palacio".
-¿Cómo era la relación de Tania con sus hermanas?
-Ella las cuidaba, cuando Anaís nació yo a veces la dejaba con ella en la cama para que me la viera un rato y ella la abrazaba, eran muy unidas. Y con Belén jugaba harto, jugaba a las barbies. Ellas extrañan a su hermana.
Emprendedores
Para poder darle todos los cuidados requeridos a su primogénita, llevarla a sus controles médicos y a la Teletón, el matrimonio santiaguino decidió trabajar de manera independiente, ofreciendo servicios de carpintería. "Al principio busqué todos los avisos que decían publicidad gratis y ahí publicamos. Así, nos empezaron a contactar de lugares y empezamos a hacer trabajos chiquititos, después una constructora nos llamó y ahí logramos varios propósitos, hasta que por una estafa perdimos todo", cuenta.
-¿Quién los estafó?
-Una de las constructoras que nos contactó. Como éramos principiantes en todo, hicieron que mi marido realizara una factura por 20 millones de pesos, la que nunca se canceló. Eso nos generó un problema con la Tesorería, con Servicios de Impuestos Internos y no logramos nada porque el tipo desapareció. Perdimos todo.
A causa de esto, se aceleró la decisión de vivir en el Litoral Central. "Mi marido quedó mal y dijimos 'vámonos lejos de todo y de todos, que nadie nos vea derrotados, empecemos de nuevo'". Sobre el cambio, Elizabeth cuenta que "fue empezar de cero, teniendo sueños, queriendo llegar a algo y cuando nos estábamos reponiendo pasa lo de mi hija".
Ser fuerte
La partida de su hija mayor caló hondo en la emprendedora. "El 2019 fue un año que ni siquiera viví, no tengo idea de nada, no me acuerdo de nada. Mi marido y las niñas grabaron todo el crecimiento de mi chiquitita (Maite) y cuando yo les hago preguntas ellos me muestran videos, porque no tengo recuerdos de ese año", manifiesta.
"El año pasado dije no, si mi hija me ayudaba a ser fuerte, tengo que volver a pararme, no puedo seguir toda la vida así y ahí me inscribí por si acaso en el Fosis, sin pensar que me iban a llamar y que me iba a ganar el proyecto", señala.
Ese proyecto generó un cambio en ella. "Eso me ha ayudado un montón, nos ha tirado para arriba a mí, a mi marido, nos ha hecho volver a creer en que nosotros podemos y vamos a salir adelante y que solo fue un tropiezo en la vida".
Tanais
Con la ayuda del Fosis, Elizabeth compró herramientas y materiales para el negocio de carpintería que tiene junto a su marido desde que llegaron a la comuna costera, al que denominaron Muebles Tanais (en Instagram @muebles.tanais25) y donde venden distintos mobiliarios para el hogar.
"Mi marido los fabrica y yo me encargo de la parte administrativa y de las redes sociales. Este último año nos hemos dedicado a hacer bares y no pensamos que iba a causar tanto furor entre la gente. Los hemos estado vendiendo estos últimos tres años, pero este año ha agarrado vuelo", afirma ella.
Renacer
La motivación para volver a la vida vino de sus tres hijas. "Yo creo que la partida de un hijo es el dolor más grande que uno puede sentir, no se compara con nada, no tengo palabras para describirla, pero en mi caso el hecho de tener una hija chiquitita me ayudó a enfocarme y vivir por ella. Ella es parte fundamental de la fuerza que he vuelto a adquirir para enfrentar esta pena. Fue como... ya perdí a una hija, no quiero perder a tres más", expresa.
"Ellas me ven que tengo pena y todo, pero les digo que vamos a salir adelante, porque sé que la Flaca está conmigo. Aparte que mi hija me enseñó a ser fuerte en la vida", agrega.
Uno de los soportes principales en este proceso ha sido su marido. "Él ha sido mi compañero en todo, no ha dejado que yo decaiga, está siempre para sostenerme cuando la pena es más grande, es el hombro en el que puedo llorar, con quien me puedo desahogar".
Para Elizabeth la única forma de sobrevivir a este dolor es hacerlo en compañía. "Siempre hay alguien que a uno lo tira para arriba, los hijos o un compañero, pero uno tiene que dejar que alguien esté al lado de uno, porque la pena no se pasa sola. Se puede sobrellevar el dolor, pero no olvidar", expresa la emprendedora, quien recorre este nuevo camino acompañada por su familia y la fuerza que le entregó Tania.
"A los seis meses de vida se le declaró una meningoencefalitis herpética (enfermedad viral que afecta el cerebro) y esto me la dejó con daño neurológico",
Elizabeth Amaya
"Yo creo que la partida de un hijo es el dolor más grande que uno puede sentir, no se compara con nada, no tengo palabras para describirla",
Elizabeth Amaya