Sanantonina cumplió su sueño: abrió su propio salón de belleza
La pandemia y el estallido social impulsaron a la estilista Alejandra Muñoz a atreverse en este desafío que venía anhelando hace muchos años. Ahora puede estar más tiempo con sus hijas, que era su mayor deseo.
Por sus hijas, la sanantonina Alejandra Muñoz Rojas (32) decidió independizarse. Siempre quiso estar más tiempo con ellas, como una manera de disfrutar y vivir más plenamente la maternidad.
Hoy cuenta con su propio salón de belleza en el sector Alto Mirador, un proyecto que venía fraguando hace bastante tiempo.
"Cuando me planteé independizarme con mi propio salón, mi hija menor estaba chica e igual uno no sabe cómo va a funcionar un trabajo nuevo. En ese momento no me quise ir del lugar donde estaba trabajando y preferí esperar a que ella fuera más grande", cuenta esta madre desde su hogar en la parta alta de San Antonio.
Maternidad
Alejandra es madre de Emilia (12) y Olivia (4), y siente que cada decisión que ha tomado en su vida han sido en pro de buscar el mayor beneficio para ellas.
"Desde que estudié estilismo, siempre trabajé en otros lugares, en distintos salones. Nunca me atreví a independizarme, porque en esta idea de buscar lo mejor para mis hijas, también quería darles la mayor estabilidad posible", recuerda.
-¿Fue complicado trabajar fuera de la casa con dos hijas?
-El beneficio que siempre he tenido es que cuento con la ayuda de mi familia para todo lo que he necesitado en cuanto a mis hijas. Si necesitaba que alguien las cuidara para trabajar, ahí estaban mi mamá, mi abuela, mi pareja que es papá de la más chica. Siempre he tenido una mano amiga en la que confiar.
-¿Cómo cambiaron las cosas ahora que se independizó?
-Siento que ahora tengo más control de las pequeñas cosas, porque puedo atender a mis clientas, hacer las cosas en mi casa, compartir con mis hijas e incluso ofrecerles que ellas estén en su casa, cosa que antes no se podía.
Respecto a esto último, Alejandra se refiere a que mientras trabajaba siempre debía llevar a sus hijas a las casas de sus familiares, principalmente de su madre.
"A la más grande ya no le gustaba tanto tener que ir siempre a otra casa, pero yo no las iba a dejar sola, porque son pequeñas de todos modos. Ahora ellas pueden estar siempre en la casa, con sus cosas y visitarnos con mi familia, distinto a como era todo antes", agrega.
Carreras
Antes de estudiar para convertirse en estilista, Alejandra pasó por varias carreras universitarias que dejó inconclusas.
Siempre le gustó el área de la belleza, pero no lo veía como una posibilidad de estudiar, ya que tenía algunos prejuicios.
"Me acuerdo que siempre andaba aprendiendo cosas nuevas para hacer en el pelo y desde chica fui así. Cuando iba a salir de cuarto medio o había alguna presentación en el colegio, yo era la que estaba maquillando a mis amigas o haciéndoles peinados, pero nunca pensé que esto me gustaba tanto como para dedicarme el resto de mi vida", confiesa.
-¿Cuándo surge la decisión final de estudiar estilismo?
-Es un poco chistoso, porque a uno siempre le hacen esa pregunta, pero fue hace algunos años, cuando una amiga mía se hizo algo en el pelo y le quedó muy mal, entonces yo se lo arreglé, quedó fascinada y ahí me empecé a darme cuenta que quizás ese era mi camino.
"Al año siguiente de eso, dije que no iba a perder más tiempo y estudiaría estilismo. Estudié el año y medio en un instituto y de ahí comencé a hacer otros cursos para ir complementando todo y crecer en este rubro", apunta.
-¿Cómo se tomó su familia la idea de estudiar esta nueva carrera?
-Había dudas, no lo voy a negar, además ya había pasado por cerca de tres carreras, entonces cambiarte otra vez era complicado. Me acuerdo que mi mamá me preguntó mucho si estaba segura de esto y yo lo estaba. Pese a todas las dudas que podíamos tener, todos me apoyaron.
El impulso
Dos trabajos con jefes tuvo Alejandra luego de convertirse en estilista profesional. En esos años, insiste ella, su prioridad era la estabilidad de sus pequeñas en vez de apostar por sus propios sueños.
Sin embargo, llegó un momento en que sintió que lo mejor que podía hacer era independizarse, para, además, ser más feliz como profesional.
"El 1 de diciembre del año pasado partí con mi propio salón acá en Alto Mirador, que está en la casa de al lado de la mía. Mi familia me motivó a atreverme, sobre todo mi hermano y mi pareja. Todos me dieron la confianza para esto".
-¿Solo le faltaba atreverse?
-Ojalá solo hubiera sido eso, pero fueron varias cosas. Yo trabajaba en una peluquería en la parte más céntrica de San Antonio, y fue muy complicado, primero por el estallido social y luego por la pandemia. Nos vimos afectados porque la gente ya no quería salir de la casa.
En medio de la crisis sanitaria, pensó que era el mejor momento para concretar el proyecto que venía gestando hace tiempo.
Personalizado
El servicio que ofrece Alejandra en Divina's Salón es de carácter personalizado, ya que siente que de eso se trata la estética.
"Acá no se atiende como en las peluquerías en que llegan simplemente los clientes. Acá todo es agendado y se atiende de máximo dos clientas, que pueden ser, en ocasiones, madre e hija o familiares entre sí. Tengo un servicio personalizado, pensando en madres que vienen con sus hijos chicos o personas con discapacidad", explica.
-¿Cómo funciona todo esto de la confianza?
-Siempre quise, desde que comencé en esto, que las clientas sintieran que estaban arreglándose el pelo con una amiga, pero además estoy prestando un servicio de calidad. Es todo más particular y por eso algunas clientas me siguieron desde mi antiguo trabajo.
Alejandra reflexiona un instante y dice que "hay que tener empatía con la gente y siento que eso pasa en todo rubro, pero acá es algo que a veces falta mucho entre otros colegas, como el simple hecho de que entre ellos mismos se ningunean y esa no es la idea".
-Además de los trabajos en cuanto al cabello, ¿qué más ofrece?
-Bueno, todos los tratamientos capilares, como coloración y corte, y también está el tema del spa de pies. Este, de alguna forma, es un servicio de pedicura, pero como se convierte en algo estético, le llamamos spa.
"Cuando iba a salir de cuarto medio o había alguna presentación, yo era la que estaba maquillando a mis amigas o haciéndoles peinados, pero nunca pensé dedicarme a esto",
Alejandra Muñoz
"Ya había pasado por cerca de tres carreras, entonces cambiarte otra vez era complicado. Me acuerdo que mi mamá me preguntó mucho si estaba segura de esto y yo lo estaba".