La contadora que creó una fundación para ayudar a los niños con autismo
Paulina Jofré decidió radicarse en el Litoral Central para ofrecerles una mejor calidad de vida a dos de sus hijos que fueron diagnosticados con esta condición. Hoy su proyecto tiene dos sedes y busca generar una provincia más inclusiva.
Paulina Jofré Parraguirre (36) es una contadora oriunda de Santiago, pero su vida y su destino comenzaron a cambiar cuando se convirtió en madre.
Tiene cuatro hijos, de 15, 13, 10 y ocho años, con quienes vive en la comuna de Algarrobo junto a su marido.
"El cambio de vida que experimentamos hace cinco años lo hicimos buscando una mejor calidad de vida para mis hijos, pero llegando acá me encontré con un panorama que no esperaba", comenta Paulina.
Nueva ciudad
Hasta antes de convertirse en madre, Paulina Jofré ejercía su profesión de contadora, pero distintas circunstancias la llevaron a dedicarse por completo a la maternidad.
Su segundo hijo, de actuales 13 años, fue diagnosticado con trastorno del espectro autista (TEA) cuando todavía vivían en la capital.
El TEA es una condición que afecta el desarrollo de un niño y puede provocar problemas sociales, comunicacionales y conductuales significativos.
"A mi hijo la vida en Santiago le estaba afectando mucho, y nosotros también como familia nos veíamos afectados, porque no sabíamos cómo ayudarlo. Así que nos dimos cuenta que lo mejor era salir de Santiago", recuerda.
-¿Por qué decidieron abandonar Santiago?
-Lo que pasa es que se estaba encerrando en sí mismo, no podía salir a comprar a un negocio, tampoco interactuaba mucho con otros niños, siendo que tenía terapias y todo eso. La contaminación acústica lo colapsaba y eso mismo hacía que se descompensara mucho.
Diagnósticos
Su tercer hijo, hoy de 10 años, también está diagnosticado con el mismo trastorno, por lo que esta madre siempre quiso buscar las mejores opciones para que ellos y la familia tuvieran una mejor calidad de vida.
Por lo mismo y con sus cuatro hijos a cuestas, Paulina y su marido tomaron la decisión de que ella se dedicaría por completo a la crianza, como una forma de apoyar a los niños en todo su proceso de desarrollo.
"Nos vinimos a vivir a Algarrobo y me acuerdo que fui al consultorio para inscribir a mis niños con el fin que pudieran tener los controles, pero el profesional a cargo me preguntó por qué me había venido a la costa si acá en Algarrobo no había nada que pudiera ayudar a mis hijos", asevera Paulina.
-¿Qué sintió en ese momento?
-Quedé sorprendida. No podía creer que no hubiera gente que le entregara a mis hijos las herramientas que ellos necesitan. Ahí empecé a pensar en qué podía hacer para ayudar a mis hijos.
La contadora afirma que "acá tampoco tenía contactos como para buscar la ayuda que necesitaba y me costó un mundo que en el hospital de San Antonio me atendieran. Estábamos los seis solos acá (ella, su esposo y sus cuatro hijos), porque nos vinimos buscando un mejor ambiente, pero no teníamos familia ni nada, y eso complica un poquito".
Una red de apoyo
Pese a encontrarse en una nueva ciudad y sin ayuda, Paulina tuvo que empezar a buscar información por sus propios medios para apoyar a sus dos hijos con TEA.
"Pensé que si en el consultorio sabían tan poco del diagnóstico, tal vez había más personas de la comuna en mi misma situación. Ahí se me ocurrió la idea de comenzar a compartir la información que yo tenía", afirma.
-¿Qué hizo entonces?
-Creé una página de Facebook donde iba compartiendo información y tenía el nombre de Algarrobo. Entonces, las mamás de acá me hablaban y me preguntaban dónde quedaba esto y si hacía terapias, porque llegaron a pensar que yo era una terapeuta y que les podía ayudar.
Paulina les explicaba que solo era una mamá con dos hijos diagnosticados con TEA y que quería visibilizar la situación en la zona. "Esa era mi única finalidad, porque me di cuenta que había mucha gente de la provincia que estaba en la misma situación que yo, sin saber qué hacer con sus hijos", señala.
Igual a la mía
Al darse cuenta que cada vez eran más las familias que la contactaban para buscar ayuda, lo primero que hizo Paulina fue preguntarle al sicólogo que atendía a su hijo en Santiago si podía brindar una charla sobre el TEA en la zona.
"Esto fue en diciembre del 2016, justo después de haber llegado a Algarrobo. En esa época había elecciones municipales y busqué ayuda en los candidatos para tener un lugar para dictar la charla, porque el sicólogo había aceptado mi propuesta. Fuimos varias familias y entre todos empezamos a pensar qué podíamos hacer para ayudar a nuestros hijos", rememora.
Paulina revela que todas las familias que tenían hijos con TEA se sentían desamparadas y desesperadas ante la falta de atención y especialistas en el Litoral Central.
"Entre las mismas familias nos pusimos de acuerdo y fuimos creando la Fundación Tea Amamos. Conseguimos terapeutas y fonoaudiólogos para que pudieran atender a los niños y así también mostrar a otras familias que se podía. Nosotros pagábamos las sesiones y gestionábamos todo", sostiene.
Una fundación
Para tener un espacio donde recibir a los profesionales que atendían a los niños, inicialmente estuvieron en dos sedes sociales en Algarrobo, las que fueron de mucha ayuda, pero tenían que apuntar a más. "Claramente no eran los ambientes idóneos para realizar las terapias. Ahí nos dimos cuenta que teníamos que arrendar un lugar en el que solo hiciéramos las terapias", detalla Paulina.
-¿Cómo ha funcionado el proyecto?
-Tuvimos la primera sede en El Quisco y luego nos cambiamos a una más grande, pero sin duda es lo mejor que nos ha pasado a las familias que componemos la fundación. Partimos con cuatro niños y ahora se atiende a 260.
"Cuando abrimos la sede de El Quisco, muchas familias de San Antonio nos comenzaron a hablar, porque creían que era una muy buena oportunidad, pero les complicaba viajar por el tema de la distancia. Así que desde el año pasado tenemos otra sede en el sector Hospital, en San Antonio", comenta.
Ambos centros cuentan con un total de 23 profesionales de distintas áreas, como fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales y sicólogos.
Con la ayuda de su amiga Olga Sandoval, la fundación impulsada por Paulina busca generar una provincia más inclusiva.
-¿A qué cree que se debe el éxito de este proyecto?
-A la entrega y dedicación de los profesionales y las familias de los niños. La fundación es más que un lugar para ir a las terapias, porque tratamos de forjar una familia y que los niños encuentren apoyo en alguien que los entiende.
-¿Cómo evalúa ahora el cambio de ciudad?
-Yo los cambios los vi el primer día: mi hijo cambió totalmente, y eso es un alivio enorme para uno como mamá. Todo esto que he generado también me ha acercado un poco más a la vida laboral, y eso también me hace sentir bien, realizada.
"A mi hijo la vida en Santiago le estaba afectando mucho, y nosotros también como familia nos veíamos afectados, porque no sabíamos cómo ayudarlo",
Paulina Jofré
"Me di cuenta que había mucha gente de la provincia que estaba en la misma situación que yo, sin saber qué hacer con sus hijos".