La estilista que dio sus primeros pasos como peluquera en el Ballet Folclórico San Antonio
Mientras disfrutaba su amor por el folclor, Teresa Romero comenzó a hacer peinados a sus compañeras bailarinas. Años más tarde tuvo que sacarle provecho a este talento para sacar adelante a su familia.
Una de las primeras cosas que hizo Teresa Romero Carrillo cuando llegó a vivir a la población Juan Aspeé, a sus cuatro años de edad, fue asistir al club de cueca de la casi extinta población barranquina.
"Mis papás nos trajeron a vivir a San Antonio y llegamos a la Juan Aspeé, donde había un club de cueca que se llamaba Hernán Carreño Escobar, ahí unas chiquillas me enseñaron a bailar a los cuatro años", recuerda la joven de 28 años.
Luego de eso, no dejó el baile. Es más, a corta edad comenzó a participar en campeonatos de cueca. "En esa época se creó el Campeonato Nacional de Cueca Mini Infantil y ahí yo participé con Uri Castillo, el hijo del tío Javier (Castillo Maldonado, destacado folclorista sanantonino fallecido en 2018, quien estaba a cargo del club). Participamos bailando cueca chora, con un baile representativo del puerto dedicado a la Negra Ester, y ganamos. Teníamos siete años".
-¿Por qué le gusta la danza?
-Mi papá y mi mamá son bailarines también. De hecho, mi mamá participaba en un ballet contemporáneo femenino acá en San Antonio y mi papá bailaba folclor. Ellos nos metieron la danza todo el rato.
Teresa agrega que "mi familia es de Curicó y allá el folclor es súper movido, acá es poco lo que se trabaja para mí gusto".
-¿Cómo fue el cambio de Curicó a San Antonio?
-Me gustaba mucho acá. Yo llegué a un San Antonio donde había mucha vegetación y ahora no hay nada, es todo demasiado industrial. Yo me acuerdo que no extrañé mucho el campo, porque en Juan Aspeé había alcayotas, higos, árboles de manzanas, teníamos un patio gigante donde podíamos jugar e íbamos a la playa a correr, era todo muy lindo.
Recorriendo Chile
A los ocho años, Teresa se integró a las filas del Ballet Folclórico San Antonio, Bafosan, donde continuó descubriendo bailes y también nuevos rincones del país. "Yo conozco todo Chile gracias al folclor. Viajamos mucho", expresa.
-¿Cómo fue viajar y ser reconocidos en otros lugares?
-Fue una experiencia demasiado enriquecedora. Fue muy importante el intercambio cultural que hicimos a lo largo de todo Chile, porque conocimos y compartimos con diferentes personas, y con muchos chicos jóvenes como nosotros. Acá a San Antonio también venían chicos de otros lados, era un movimiento súper bonito.
-¿Hay algún viaje que recuerde con más cariño?
-Cuando tenía 10 años viajamos a Collipulli y solo tuvimos una presentación, porque estaba tan intensa la lluvia que no bailamos más. Lo recuerdo porque era chica y fue un viaje largo. El otro que fue muy divertido fue cuando viajamos a Mendoza. Nos fuimos en bus y allá no bailamos, porque estaban cayendo granizos y teníamos que bailar en un estadio. Al final no bailamos nada y nos quedamos como tres día allá, nos dedicamos solo a pasear.
Aunque hace siete años Teresa guardó sus trajes de baile, reconoce que "los tiempos han cambiado mucho. Siento que el valor del folclor se ha ido deteriorando de una forma increíble, por lo menos en las generaciones más jóvenes. El valor de la cultura es muy importante y acá en Chile es tan poco valorada, cuando tenemos recursos tan bonitos".
Nuevo rumbo
En sus años como bailarina folclórica, Teresa adquirió una habilidad que le permitió sobrevivir cuando decidió dejar de trabajar como técnico en enfermería, una labor que desempeñó por cuatros años.
"Yo aprendí a peinar en el ballet cuando era chica. Cuando mi hijo tenía un año, yo había dejado atrás la carrera de salud y empecé a hacer peinados para las chiquillas, primero para los campeonatos y luego para eventos, como matrimonios".
En el año 2017, Teresa decidió oficialmente continuar en este rubro y se matriculó en Estilismo en el Instituto Ignacio Domeyko de San Antonio. "Empecé a estudiar y a ejercer en ese mismo momento, porque como me había separado del papá de mi hijo necesitaba lucas. Primero me enseñaron a cortar pelo y empecé a hacerlo a domicilio y así pude hacerme las lucas para pagarme la carrera. Fue súper duro para mí, porque tenía que trabajar y estudiar y hacerlas todas, porque tenía un hijo chico", revela.
Independencia
Tras egresar de la carrera, estuvo en dos peluquerías de la provincia e incluso fue administradora de un salón de belleza que estuvo ubicado en Llolleo. En ese tiempo, comenta, "nunca dejé de trabajar a domicilio, en mis días libres yo iba a domicilio, porque hay clientas que no tienen tiempo de ir a atenderse a los locales".
El año pasado, cuando llegó la pandemia, la joven atendía en un local de Llolleo, junto a unas amigas estilistas. "Nosotras queríamos seguir trabajando y nos habíamos puesto de acuerdo con cerrar solo hasta mayo, pero no se pudo volver. Yo trabajé allí hasta el sábado 14 de marzo y justo el domingo tiraron la cuarentena preventiva y ahí cerró todo", manifiesta.
Sin la posibilidad de retornar al local, Teresa volvió a trabajar a domicilio y prontamente decidió independizarse. "Adapté en mi casa un espacio para mi peluquería, en una pieza aparte. Yo atiendo con horarios y, como tengo conocimientos médicos, soy súper rigurosa y trabajo todos los días con los protocolos correspondientes. Las chiquillas tienen que venir con mascarilla y sin síntomas. Todas mis clientas han sido súper responsables con todo esto", destaca la peluquera, que reserva horas a través del Instagram @Staterens.
-¿Cómo es trabajar desde su propia casa?
-Es súper distinto, porque aquí tengo tiempo para compartir con mi hijo. Él está súper acostumbrado a esto, cuando trabajaba en el local a veces lo tenía que llevar y era súper engorroso por la cantidad de gente, pero ahora él me ve trabajando y no se mete, porque sabe que es mi espacio. Él es súper independiente.
Su propio arte
Desde su salón, ubicado cerca de la Plaza Estrella, Teresa se preocupa a diario de darle un estilo único a sus clientas y, además, cumple un sueño que tiene desde que comenzó en este oficio. "Cuando empecé a estudiar uno de mis objetivos era usar productos veganos, pero en esa época no existían y ahora sí y los uso en mi trabajo", expresa.
-¿Por qué era relevante para ti?
-Yo soy animalista y para mí es súper importante evitar la crueldad animal, por eso todos los productos con los que trabajo son sin testeo animal, son casi todos veganos y no son tóxicos ni agresivos para las personas. Para mí es importante trabajar con productos que no sean nocivos para el ser humano y tampoco para los animales. Ese es mi enfoque en la peluquería.
En su salón, realiza cortes, tratamientos capilares y coloración, enfocándose principalmente en los colores de fantasía. "Siento que el estilismo es arte, me gusta mucho y creo que el cabello es la portada de uno, es lo más importante y poder expresarse de una manera distinta a través del cabello me parece demasiado lindo. Por eso, me gustan los colores de fantasía, porque son llamativos y se pueden hacer muchas mezclas, eso es lo que más me gusta y de ahí viene mi amor por el estilismo", afirma la joven.
"Mi mamá participaba en un ballet contemporáneo femenino acá en San Antonio y mi papá bailaba folclor. Ellos nos metieron la danza todo el rato",
Teresa Romero
"Me enseñaron a cortar pelo y empecé a hacerlo a domicilio y así pude hacerme las lucas para pagarme la carrera. Fue súper duro para mí",
Teresa Romero
A los cuatro años aprendió a bailar cueca, baile en el que incluso fue campeona nacional.