La joven que teje para recordar a los suyos y sanar su corazón
Constanza Catalán, de 20 años, nunca imaginó que una anécdota se transformaría en un emprendimiento y que con un croché y un ovillo de lana podría llegar tan lejos.
Constanza Catalán (20) lleva casi cuatro años pololeando con Víctor, a quien conoció mientras estudiaba en el Instituto del Puerto.
"En agosto del año pasado él estaba de cumpleaños y yo quería regalarle algo que le durara, pero resulta que no tenía plata para comprarle un regalo. Entonces empecé a pensar y se me ocurrió que le podía tejer algo", cuenta "Conita", como le dicen sus amigos y familiares.
Por insólito que parezca, hasta ese entonces Constanza no tenía idea de tejer, pero sí las ganas y la disposición para aprender. Empezó a ver diferentes tutoriales y técnicas en internet hasta que decidió embarcarse en la aventura japonesa del amigurumi: técnica que consiste en tejer pequeños muñecos mediante croché.
Con mucho orgullo revela que "aprendí viendo videos en Youtube sobre los puntos básicos. Recuerdo que primero hice un mandala chiquitito para practicar y aprender los puntos. Me demoré una semana en aprender y luego dije: me tengo que lanzar y hacerle un regalo a mi pololo. Decidí hacerle un Capitán América porque le encanta Marvel, y es su superhéroe favorito".
El gran salto
Después de hacer el Capitán América, Constanza siguió haciendo otros monitos para practicar, lo que llamó profundamente la atención a sus familiares quienes la incentivaron a que se atreviera a emprender con sus muñecos para mostrarle a la gente su arte. Entre todos la ayudaron a obtener los primeros materiales.
"Coni" hizo eco de este llamado y a los pocos días había creado un Instagram (@conigurumi._) Incluso a los pocos meses y gracias a las gestiones de una tía, una página de la radio BíoBío promocionó el emprendimiento y la entrevistaron para todo el país.
-¿Cómo evalúas la experiencia de tener este emprendimiento?
-La verdad es que nunca pensé que llegaría tan lejos. Este año he hecho más de 20 muñecos e incluso me encargaron un Freddie Mercuri que tuve que mandar al sur. Eso fue maravilloso.
Además de este emprendimiento, Coni estudia Nutrición en la universidad Finis Terrae. Debido a la pandemia no conoce su universidad y sólo realiza clases online desde su casa.
Decidió estudiar esta carrera porque siempre le ha gustado ayudar a los demás y por lo mismo quiere enfocarse en pacientes con trastornos alimenticios.
-¿Cómo compatibilizas ambas cosas?
-Me hago mis tiempos. Me meto a clases en la mañana, luego estudio y tejo en la tarde-noche. Siempre mi prioridad son los estudios.
En tejer un muñeco se demora entre tres a cinco días pero todos los pedidos se hacen con dos semanas de antelación para poder programarlos. Para su arte solo ocupa algodón porque es antialérgico y no bota pelusas.
Tejer es la terapia
Lamentablemente Constanza ha vivido un año durísimo a pesar de su corta edad. En marzo falleció una tía muy querida y en agosto su padre partió de manera sorpresiva.
"Mi tía era como mi hermana. Nos criamos y vivimos juntas. Ella tenía 18 años, era un gran soporte para mí", confiesa con mucha tristeza.
-¿Y qué pasó con el emprendimiento en ese momento?
-Dejé de tejer porque no tenía ganas, me desmotivé muchísimo. Pero luego me puse a pensar que mi tía siempre fue la que más me apoyó con el emprendimiento. De hecho, los primeros pedidos que tuve fueron de ella que le quería regalar algo especial a su pololo. Entonces dije: 'por ella voy a seguir tejiendo'.
-Luego te viste enfrentada a otra muerte muy dolorosa…
-Sí, en agosto falleció mi papá de un paro cardiorrespiratorio. Una muerte totalmente repentina. Mis papás eran separados y yo era su única hija. Cuando era chica no tenía mucha relación con él, pero cuando crecí empezamos a relacionarnos. Ha sido muy muy fuerte, estoy con sicólogo y siquiatra para poder tener mejor ánimo.
- ¿Qué te ha ayudado en este tiempo tan difícil?
-Definitivamente, tejer. Tejer me distrae, me hace bien. Además a mi papá le encantaban mis tejidos. Incluso me había alcanzado a pedir uno para que se lo regalara para Navidad pero no pude entregárselo. Igual se lo voy a tejer.
También gourmet
La Coni toda su infancia la vivió en Cartagena en la casa de su abuela junto a la tía que falleció. Su progenitora fue mamá a temprana edad y estudiaba y trabajaba en Santiago. Una vez que ella se estabilizó se llevó a Constanza a la capital donde vivió tres años. A los 11 años regresó a su querida Cartagena junto a su madre para formar el hogar definitivo junto a sus otros dos hermanos.
Hoy Constanza regresó a la casa de su abuela. "Desde que falleció mi tía pasaron unos meses y me vine a vivir con mi abuela para acompañarla porque era su guagua y tenía mucha pena. Acá me gusta mucho porque estoy cerca de la playa", sostiene.
Eso sí es sincera en decir que una vez pasada la pandemia le gustaría vivir en Santiago y venir los fines de semana a Cartagena.
Esta joven siempre se ha caracterizado por tratar de generar sus propios ingresos. Y como si tejer no fuera suficiente, junto con su pololo tienen otro emprendimiento en el que trabajan especialmente los fines de semana: @Happycatcake. Aquí ambos cocinan una serie de productos caseros como alfajores, postres en vaso, desayunos, entre otras delicias.
Con estos dos emprendimientos y el ímpetu de la juventud, Constanza espera superarse y dejar atrás las penas de este año tan duro.
"Nunca pensé que llegaría tan lejos. Este año he hecho más de 20 muñecos e incluso me encargaron un Freddie Mercuri que tuve que mandar al sur. Eso fue maravilloso",
Constanza Catalán
"Me meto a clases en la mañana, luego estudio y tejo en la tarde-noche. Siempre mi prioridad son los estudios",
Constanza Catalán
"En agosto falleció mi papá de un paro cardiorrespiratorio. Una muerte totalmente repentina. Mis papás eran separados y yo era su única hija".
"Mi tía era como mi hermana. Nos criamos y vivimos juntas. Ella tenía 18 años, era un gran soporte para mí".