El profe que prepara a jóvenes que quieren llegar alto en el bodyboard
Juan Cristóbal Aranda (40) trabaja en el taller municipal de El Quisco de esta disciplina deportiva hace varios años, y hasta ahora solo ha cosechado buenos resultados y reconocimientos por el buen nivel que presentan sus alumnos.
Todos los veranos, sin excepción, Juan Cristóbal Aranda dejaba su casa en Santiago para pasar los tres meses de vacaciones en la casa de sus abuelos en El Quisco.
"Cuando éramos chicos, con mis hermanos nos veníamos a la playa todo el verano porque antiguamente las vacaciones eran desde el 15 de diciembre hasta el 15 de marzo", rememora el deportista.
Entre sus recuerdos, de inmediato se le vienen a la cabeza los días que pasaba en la playa jugando con las olas porque a Juan Cristóbal desde muy pequeño le gustó el mar.
"Sentí el gusto de tirarme a la ola, de aguantar los revolcones, siempre me gustó eso. Tengo recuerdos de mi infancia porque pasábamos casi todo el día en la playa. Nos tirábamos como de guatita en la ola y a eso nosotros le llamábamos hacer 'playita'. Nos dedicábamos a jugar con las olas", relata el quisqueño.
"Los niños llegaban con sus tablas y se empezaban a tirar. Corrían la ola hacia adelante y se deslizaban más rápido que nosotros. Le pedí a mi papá si me podía comprar una (tabla), pero como éramos tantos hermanos y las lucas eran justas, no le alcanzaba", confiesa.
A medida que fue creciendo, su amor por las olas también iba en aumento, así como su interés por el bodyboard. A los 14 años se trasladó de manera definitiva a El Quisco, y fue en el colegio donde sus compañeros lo invitaron a dar sus primeros pasos en este adrenalínico deporte.
La primera ola
"La primera vez que me metí fue en la playa principal de El Quisco, en el sector de El Batro, con un equipo que me prestaron. Ahí corrí mi primera ola con una tabla, unas aletas y un traje corto que tenía mi amigo. Era pleno invierno y nos metimos igual con el frío que hacía. Primero se metió él y después yo con su equipo mojado (ríe)", cuenta.
A pesar que han pasado muchos años desde ese día, este quisqueño de 40 años recuerda cada detalle como si fuera ayer.
"La sensación de ese día hasta hoy la tengo grabada en mi cabeza, sobre todo cuando iba bajando esa ola. Casi me voy a las rocas porque con la adrenalina solo iba mirando la velocidad con que iba pasando por el agua. Justo otro compañero se me cruzó y me sacó de la ola. Después llegó al lado mío para mostrarme el lugar de dónde me sacó, y claro yo estaba a uno o dos metros de irme de frente a las rocas. Si eso hubiese pasado a lo mejor no habría seguido practicando", afirma.
Desde ese momento se dedicó a practicar body, pero a pesar de sus ganas, el factor económico era una valla para seguir adelante. "Siempre tuve las ganas nomás porque faltaban los recursos económicos, así que de a poco empecé a trabajar. Al principio me prestaban equipos y siempre tenía que andar consiguiéndome".
"Me acuerdo que iba a la casa de un amigo para pedirle la tabla y él me decía 'ya espera'. Yo estaba como 40 minutos afuera esperándolo, y a veces me la prestaba y otras veces no. Cuando me la prestaba, salía corriendo y me perdía en la playa. Como no tenía traje, me metía con un short y estuve así como dos años. Invierno, verano, primavera y otoño a puro short", dice desempolvando otra de sus múltiples historias en el mar.
A estudiar
Con el dinero que obtenía de sus trabajos adquirió unas aletas y el equipamiento que necesitaba para practicar body.
"Cuando logré juntar las lucas para comprarme el equipo me metí de cabeza a practicar, y a los 21 años me picó el bichito por estudiar. Siempre quise ser profe de Educación Física. Cuando salí de cuarto medio ese era mi objetivo, pero las lucas nuevamente fueron un factor importante. Después tuve a mi hijo y se complicó aún más. Finalmente con la ayuda de mis viejos pude completar la carrera de Educación Física. En los veranos también juntaba plata trabajando de salvavidas", asevera con orgullo.
Tras finalizar sus estudios universitarios, comenzó a trabajar en colegios de El Quisco y a realizar algunos talleres con el Instituto Nacional del Deporte (IND), antiguamente conocido como Chiledeportes. De a poco, empezó a "meter la cuchara" en distintos programas que existían en la comuna.
"Me di cuenta que había un programa en el área de la salud para incentivar a los jóvenes en las prácticas deportivas. Hablé con el kinesiólogo a cargo, le conté que tenía ganas de hacer algo con el bodyboard y me dijo 'ordénate, búscate a los chiquillos y me vas mandando la información'. Y así lo hicimos", sostiene.
Taller
Al principio, el taller lo impartía solo algunos días, pero con el pasar de los meses las horas de clases fueron aumentando. Tras un arduo trabajo, Juan Cristóbal logró implementar la iniciativa en su propia comuna.
"Partí con mis implementos y perdí equipos que no me devolvieron. Después me pasaron equipos municipales, estos se perdieron y me hicieron pagarlos. Eso no está bien, ya que debiesen haber respondido como correspondía", manifiesta.
Añade que "con el tiempo fuimos reforzando el tema del deporte y empezamos a participar en campeonatos nacionales, llevando a los chiquillos que se iniciaron conmigo. Comenzamos a recorrer distintas playas de Chile. En el norte llegamos hasta Antofagasta, Arica, Iquique y también hemos recorrido lugares del sur".
-¿Qué esperas de tus talleres y de tus alumnos?
-Quiero que conozcan las posibilidades de salir y que puedan recorrer distintos lugares. Hemos llevado niños al norte y algunos solo conocían Algarrobo. Conseguir muchas de estas cosas ha sido una lucha burocrática, pero afortunadamente la última administración municipal nos está ayudando harto con eso.
¿En El Quisco hay buenos competidores?
-Talento tenemos bastante, por eso somos uno de los grupos, a nivel de Chile, que tenemos la mejor escuela sembradora de talentos. Antes de la pandemia, nos ganamos el Premio Revelación en los Nacionales, por la cantidad de niños que tenemos y por el buen nivel que presentan.
"Hemos logrado resultados buenos, aunque esto no se trata de tomar a un niño y en un año dejarlo sacando trucos y todas esas cosas. Esto ha sido gracias a un trabajo bien largo porque los triunfos deportivos no se logran, como piensan en casi todo Chile, de un día para otro. Ojalá algún día entiendan eso en este país", recalca el profesor.
"Sentí el gusto de tirarme a la ola, de aguantar los revolcones, siempre me gustó eso. Tengo recuerdos de mi infancia porque pasábamos casi todo el día en la playa",
Juan Cristóbal Aranda
"Siempre tuve las ganas nomás porque faltaban los recursos económicos, así que de a poco empecé a trabajar. Al principio me prestaban equipos y siempre tenía que andar consiguiéndome",
Juan Cristóbal Aranda
"Como no tenía traje, me metía con un short y estuve así como dos años. Invierno, verano, primavera y otoño a puro short".