Amante del mar falleció tras cumplir una larga travesía desde Panamá
Michel Etchevers, capitán de la Nao Algarrobo, sufrió un aneurisma mientras navegaba, justo cuando estaba a pocos kilómetros de retornar a Algarrobo.
Eduardo "Magoo" Friedman conoció a Michel "Gruñoncito" Etchevers en 1986 en Algarrobo. Al poco tiempo se convirtieron en grandes amigos y también en "hermanos", ya que ambos formaban parte de la Nao Algarrobo de la Hermandad de la Costa, una agrupación integrada exclusivamente por amantes del mar.
Michel Etchevers era el capitán -máximo cargo- de la Nao de Algarrobo y, en enero pasado, el timón de la organización quedó precisamente en las manos de su amigo Eduardo, quien asumió como capitán pro tempore o subrogante ante la ausencia del primero.
El 18 de enero "Gruñoncito" comenzó la que sería su última aventura en el mar y por eso tuvo que ceder su cargo en la Nao. Ese día, junto a dos amigos, zarpó en un velero desde Panamá, en Centroamérica, en dirección al sur. La idea era navegar más de 5 mil kilómetros hasta llegar a Algarrobo, donde Michel Echetvers tenía su hogar.
Eduardo Friedman cuenta que el viaje demoró más de lo previsto por las fuertes corrientes marinas que encontraron al salir del canal de Panamá.
Recién hace un par de semanas arribaron a Arica, donde descansaron unos de días antes de proseguir la travesía. Lo mismo hicieron en Iquique, Copiapó y Coquimbo.
Despedida
En este último puerto "Gruñoncito" recibió un llamado de urgencia que cambió sus planes. Su hermano Etienne Etchevers estaba agonizando debido a una grave enfermedad.
Michel descendió de la embarcación y rápidamente se trasladó hasta Algarrobo para acompañar a su hermano, quien falleció el 27 de marzo pasado. El lunes y martes se dedicó a hacer los trámites funerarios y ya el jueves 31, fiel a su estilo, decidió regresar a Coquimbo para subir nuevamente al velero y completar el periplo que habían planificado.
Pero el destino quiso otra cosa. El capitán "Gruñoncito" y sus dos amigos abordaron nuevamente el velero y navegaron en dirección a Algarrobo.
Pocos kilómetros antes de llegar, los tripulantes decidieron hacer un último alto en Valparaíso. El viernes en la tarde, mientras la embarcación estaba a la gira cerca de la costa, Michel Etchevers, el amante del mar, comenzó a sentir un intenso dolor en el pecho. Tenía un aneurisma detonado por el rompimiento de la vena aorta, la arteria principal que transporta la sangre desde el corazón.
La muerte lo abrazó de manera fulminante. Uno de sus compañeros -el otro había descendido antes de que comenzara con los malestares- lo trasladó rápidamente a la Clínica Viña del Mar, pero los esfuerzos médicos no rindieron resultados. A la 1.40 de la madrugada de ayer Michel Etchevers partió a los 73 años de edad y con un montón de historias de sus viajes por los mares del mundo.
Gran amigo
A través del teléfono, Eduardo Friedman no puede evitar la emoción al hablar de su compañero de tantas jornadas, del amigo dentro y fuera del mar, del hombre con el que participó en varias regatas en Chiloé, Valparaíso y Algarrobo.
"Michel se transformó en un fanático de la vela y de la Hermandad de la Costa, organización que se fundó el 4 de abril de 1951, coincidentemente el mismo día en que despedimos a mi gran amigo", cuenta desde el velorio en la iglesia Santa Teresita de Algarrobo.
En ese lugar los miembros de la Nao local realizaron una guardia de honor al hombre que dirigió los destinos de la institución inspirada en los antiguos corsarios o piratas.
"Fue un adelantado náutico y un tremendo navegante. Por eso recibió las máximas distinciones de la Hermandad de la Costa, como la estrella y el grillete de oro. Si bien era mañoso -de ahí su apelativo de "Gruñoncito-, era un hombre de combate, exigente, justo y ecuánime en su forma de actuar. Era un gran amigo y una gran persona", comentó.
Colaborador del Musa
Michel Etchevers fue un activo colaborador del Museo de Historia Natural e Histórico de San Antonio (Musa), donde su partida impactó profundamente. Su director, José Luis Brito, contó ayer que el navegante trabajó intensamente con los funcionarios del Musa para dar vida a "El rincón del pirata", uno de los atractivos del recinto, y también para traer, reparar y exhibir el velero Snipe "Ojo de Águila", que sigue encantando a los visitantes que llegan el edificio enclavado en el cerro Cristo del Maipo.
"Estamos muy tristes porque Michel fue un gran amigo y colaborador de nuestro museo. Fue un hombre que siempre estuvo dispuesto a enseñar y a compartir sus conocimientos como entusiasta navegante. Creo que murió en su ley, en el mar, que era lo que más amaba", reconoció Brito.
"Fue un adelantado náutico y un tremendo navegante. Por eso recibió las máximas distinciones de la Hermandad de la Costa",
Eduardo Friedman
73 años tenía Michel Etchetvers, capitán de la Nao Algarrobo de la Hermandad de la Costa.