El ingeniero que cambió el mundo de la moda por la gastronomía
Gabriel Cerda hizo una carrera en el extranjero potenciando grandes marcas, sin embargo, apostó por regresar a San Antonio para hacerlo conocido a través de su exclusiva oferta culinaria.
Gabriel Cerda Troncoso (44) es ingeniero civil industrial. Tras titularse, comenzó su carrera en la empresa de fabricación de plásticos Coresa, para posteriormente dar un salto fuera del país, donde desarrolló una destacada trayectoria en la industria textil de importantes marcas del retail, lo que lo hizo estar en contacto con medios de comunicación, modelos y ser parte del mundo de moda.
Sin embargo, las luces, los espectaculares desfiles de moda y todo lo que conoció fuera de Chile, no fueron suficientes para cambiarlo por estar cerca de su familia y en su tierra natal que adora, San Antonio.
Desde enero de 2019, se ha dedicado a algo totalmente distinto, dándole vida a "Amares", una vanguardista sanguchería ubicada en el paseo Bellamar. Hoy está comenzando en un nuevo desafío que lo tiene muy motivado.
-¿Cómo iniciaste tu carrera profesional?
-Por las cosas de la vida me dediqué al ámbito de la producción trabajando en empresas transnacionales como Avon. Después estuve en Coresa y me fui ocho años al extranjero como gerente de producción de una fábrica textil.
-¿Cómo fue la experiencia de vivir fuera de Chile?
-En ese paso por el extranjero dejé la producción y me fui a trabajar de brand manager de una marca de retail de moda femenina en Perú, que estaba en Lima, donde principalmente hice una reingeniería a la marca, definiendo los nuevos lineamientos porque estaba recién ingresando a Perú el fast fashion, que es H&M, Zara, entonces definimos líneas de negocios, sacamos colecciones cápsula y nos metimos a participar en todo lo que era el Lima Fashion Week. Ahí trabajé la parte de imagen de una gran marca, con modelos, desfiles de moda, sesiones en el extranjero, televisión y radio. Fue una experiencia súper buena.
-¿Qué te motivó a volver a Chile?
-En ese periodo del 2017, mi papá se enfermó de cáncer y mi familia me pide que regrese a Chile. Generalmente viajaba cada dos meses y en uno de esos viaje, cuando me vine a celebrar los 40 años, me lo pidieron y el día que tomé el avión de retorno nunca más hubo llegada. O sea, llegué a Lima con la carta de renuncia hecha. De hecho, llegué a mi departamento y mis amigos peruanos me tenían una fiesta sorpresa.
-¿Qué hiciste al regresar a San Antonio?
-Volví a darme un año sabático, porque desde el colegio nunca paré hasta los 40 años. Había estudiado, trabajado, me había ido al extranjero, había vuelto, entonces quería darme un año para mí. Había llegado de una fábrica de sacos a dirigir una marca de moda, entonces en el fondo me habían pasado muchas cosas en mi personalidad y era el momento de replantearme la vida. Además, sentía que desde los 40 en adelante hay que hacer lo que a uno lo apasiona. La vida es muy corta, entonces ya no me sentía sentado en una oficina, con unos bototos de seguridad, ni con un casco y por otro lado, empezar a hacer cosas para mí.
-¿En algún momento te diste cuenta del gran avance que lograste?
-Me daba cuenta de que tenía habilidades comunicacionales y que era súper marketero. Me gustan los números, soy ingeniero civil, entonces es imposible que los que me conocen no sepan que soy cuadrado. Para mí detrás de todo lo que construyo o diseño lo estoy cuantificando numéricamente. A lo mejor trabajar con sacos, la gente lo puede sentir distinto a hacerlo con prendas de vestir, pero para mí igual hay que analizar margen, utilidades y los fracasos. Podemos tener las tremendas colecciones y no se vendía nada y otras veces los sacos traían una tecnología alemana, la implantábamos y en Chile no funcionaba. No era que me interesaran los flashes, sino que me interesaba crecer.
-¿Cuál fue tu objetivo al regresar a San Antonio?
-Volví a San Antonio principalmente porque me pasaba que por temas de trabajo y negocios tenía que viajar mucho. La marca Perú la llevamos al Colombia Moda, a Costa Rica y pasaba que me escuchaban que no tenía acento peruano y, cuando decía que era chileno, me preguntaban de dónde, y al responder de San Antonio, nadie sabía dónde quedaba.
-¿En qué momento surge la idea de dedicarte a la gastronomía?
-Estaba en ese año sabático en el 2018 y en agosto viendo el Diario El Líder, leí de un concurso de Epsa para colocar un servicio gastronómico en formato container y como traía muchas ideas en mi cabeza, me motivé. Estando en Perú siempre cocinaba, desde chico me gusta cocinar, atender gente, la vida social. En Perú tomé cursos de cocina, pero eran para mí, para mejorar mi alimentación. Con mi amiga Danitza Fuentes, nos encerramos cinco días y creamos la marca, el logo. Hicimos una propuesta culinaria, comercial y visual que efectivamente se adjudicó el concurso.
-¿Cómo fue la llegada de "Amares" al paseo Bellamar?
-En enero de 2019 llegamos al Bellamar con esta propuesta que rescata la sanguchería clásica, a hacernos responsable de una sanguchería marina que traía el sanguche de merluza como la vedette y la rompimos. Empezó el negocio a crecer, después nos ganamos unos proyectos de Sercotec. Cuando empezó el estallido social estuvimos dos meses parados. Después vino el verano, tuvimos el doble de ventas que el año anterior.
-¿Cómo enfrentaste la pandemia?
-Una amiga de la florería Isabella me dice si tienes buen gusto porque no haces bandejas desayunos y empezamos a hacer. Durante la pandemia llegamos a hacer dos mil. Todos los días vendíamos, para el Día de la Mamá, del Papá, del Niño y dándoles el sello de "Amares", donde ningún producto era igual a otro.
-¿Volverías a irte del país?
-Ahora estoy haciendo lo que gusta, estoy con mi familia, viviendo una etapa súper linda de mi vida. Entonces irme, no. No está considerado salir del país porque me siento muy cómodo en San Antonio. Creo que estoy en una etapa de mi vida donde recién estoy cultivando, tirando semillas que me van a dar frutos en corto a mediano plazo. Además, estoy cerca de mis papás que me nutren, me llenan y esas instancias las valoro.
Espacio en llolleo
Gabriel Cerda va por más. Hace poco inauguró en la avenida Providencia 2285 de Llolleo "Dédalo", una cafetería con espacio para actividades culturales. "El nombre tiene su origen en la mitología griega y rescata un poco lo que yo soy, porque Dédalo viene siendo un personaje como un arquitecto, un artesano y muy innovador. Sentía que Llolleo se estaba potenciando mucho en la oferta gastronómica y que nosotros teníamos la capacidad de crear un concepto nuevo", afirma.
¿De qué se trata "Dédalo"?
-Es un concepto que está enfocado en acompañar en los tiempos de espera, aparte de ser una plataforma cultural donde se ofrecen nuestras paredes a la exposición de obras de artistas locales con una curatoría. La oferta es cafetería artesanal, postres, dulces, snack y frutos secos.
"Había llegado de una fábrica de sacos a dirigir una marca de moda, entonces en el fondo me habían pasado muchas cosas en mi personalidad y era el momento de replantearme la vida",
"Estando en Perú siempre cocinaba, desde chico me gusta cocinar, atender gente, la vida social".






