¿No queremos el estadio?
El estadio está terminado, pero no se usa, esa es la realidad. Todo el debate está centrado en el por qué no se usa. Y ahí en ese mundo existen las explicaciones de todo tipo, llenas de argumentaciones, decires, opiniones, molestias y otros, mirando impávidamente con las ganas y las zapatillas de clavo, cómo se pierden oportunidades, como si tuviéramos muchas, de prosperidad. Es como seguir creyendo o aceptando que algo tan cerca de lo posible, no se puede lograr, tapado por el ruido de alegatos, soberbias, estupor, egoísmos, negligencias y de quien tiene el poder de hacer algo o de hacer nada.
A lo mejor no se entiende que en los tiempos actuales y próximos futuros, la prosperidad que pueda entregar una ciudad a sus habitantes está dado en recursos, pero antes que eso, está dado en la variedad de oportunidades que ofrece, así es que por ese lado el estadio es un recurso mayor que ofrece muchas oportunidades muy concretas. ¿Cómo se mide la variedad de oportunidades? Primero: desde la creación de un montón de actividades deportivas y artísticas de corto, mediano y largo plazo. Que producen bienestar y desarrollo sano de las personas. Segundo: el impacto negativo que tiene en la ciudad el aumento de delincuencia, la falta de espacios públicos destinados a actividades comerciales sanas, la falta de urbanidad, entre otras, que el estadio podría resolver en parte sustantiva siempre y cuando se pueda usar.
Lo que digo parece muy obvio, pero algo y/o alguien debe destrabar esto. Tiene que ser algo inteligente, articulador, de buenos propósitos y enfocado para que se logre. Ahora si no se logra, entonces tenemos todo lo contrario a lo expresado de ese algo/alguien, por mucho que se pinte de superior o de súper muy súper.
El estadio es para uso ordenado de los ciudadanos, no es del estado o el municipio ni de alguien distinto que se parezca, ¿De qué se trata entonces?
Sin otro particular, un saludo cordial,
Patricio Mansilla Potocnjak
Comunicaciones