La actriz que dejó las tablas para ayudar a otras personas en su desarrollo personal
La sanantonina Vinka Díaz vivió cinco años Buenos Aires, Argentina, donde conoció duras realidades que la marcaron profundamente. Aquí cuenta el porqué.
Vinka Díaz, exalumna del liceo Santa Teresita de Llolleo, recuerda que desde niña no podía faltar en cuanta velada artística había en el colegio, ya fuera cantando, bailando o actuando, por lo que desde la adolescencia supo que su vocación era ser actriz de teatro. Y lo logró.
Esta sanantonina llegó a compartir escenario con destacados actores nacionales, sin embargo, esto no fue suficiente para ella y la llevó a pensar en darle un giro a su trabajo para ayudar a otras personas en distintas áreas como el desarrollo personal.
En medio de esta renovación, dejó San Antonio y con el optimismo al máximo nivel, se subió a un avión con destino a "La Ciudad de la Furia", al otro lado de la cordillera. Todo lo que aprendió y pudo conocer en esta aventura, le sirvió para convertirse en coach y fundar "Luciérnaga: descubro mi luz", donde realiza diferentes iniciativas para promover el bienestar especialmente en mujeres.
-¿Siempre pensaste en dedicarte al teatro?
-Cuando chica decía que quería ser enfermera, doctora y astronauta, y a los 13 años me di cuenta que había una profesión con la puedes ser todo al mismo tiempo. Ahí dije, voy a ser actriz de teatro. Desde esa edad empecé a actuar, primero en compañías chicas acá en San Antonio. Luego, a los 20 años, me fui a Santiago a estudiar teatro. En ese tiempo mi papá estaba enfermo, entonces era muy difícil para mí tener financiamiento o ver que alguien me pudiera ayudar con el pago, así es que empecé a trabajar para estudiar.
-¿Qué opinó tu familia de esta decisión?
-Siempre fui bastante creativa entonces no sorprendió a mis padres cuando decidí ser actriz. Mi papá entró en crisis más que mi mamá. Ella me apoyó y me ayudó a conseguir becas, porque tenía buenas notas. Un día mi papá se sentó y me dijo 'yo me di cuenta que tú puedes ser todo lo que quieras y si decidiste ser actriz, hazlo porque es lo que más quieres, no para lo que te alcanzó'.
-Tuviste que irte de San Antonio para cumplir tu sueño
-Sí, me fui al único instituto de teatro que te daba el título profesional reconocido, que era "Teatro La Casa". Lamentablemente, mi papá falleció cuando iba a empezar el segundo año. Soy hija única y con mi mamá seguimos las dos. Me dieron la beca Presidente de la República, la beca Vicaría de la Esperanza Joven, más los trabajos de verano y salí con distinción máxima. Para mí fue un tremendo orgullo poder llegar a cumplir mi sueño.
-¿Cómo financiabas tus gastos cuando estudiabas en Santiago?
-Trabajaba todo el verano como garzona en un restaurant en El Quisco, para ahorrar dinero y pagar mi mensualidad. Durante el año, si había que animar un cumpleaños, una fiesta o hacer publicidad, ahí estaba. Había un detergente que se llamaba Bold 3 y me contrataron para una campaña en las micros, donde tenía que hacer una escena actuada para vender el detergente. Siempre estaba buscando hacer algo para salir adelante porque tenía pocas lucas.
-¿Qué fue lo que más te costó mientras estabas estudiando?
-Los primeros meses la parroquia de acá iba a poner un departamento para los estudiantes, pero no estuvo disponible hasta julio. Entonces de marzo a julio no tenía dónde vivir y tuve que estar en casas de amigas, unas semanas me quedaba en una casa y después en otra.
-¿Cómo fue tu experiencia como actriz?
-En teatro llegué a estar en un buen nivel profesional, actuando con Pancho Melo, Tomás Vidiella y Paola Volpato, y participando en obras en el teatro de la Universidad Católica. La última obra en que actué fue en "Las Brujas de Salem".
-¿En qué momento quisiste darle un giro a tu profesión?
-En un momento me di cuenta que a pesar de estar trabajando con grandes actores de Chile, no iba a poder llegar más arriba. Ahí me entró una crisis de qué puedo hacer. En el 2008 hice muchos talleres acá en San Antonio, entre ellos en el hospital diurno donde tratan adicciones. Ahí comprobé que la demanda mayor de los pacientes era hacer algo más que teatro y empecé a transformar los ejercicios en teatro terapéutico. Investigué y se llama dramaterapia y fue el primer diplomado que cursé en la Universidad de Chile.
A BUENOS AIRES
Luego de esa capacitación, Vinka Díaz se motivó a no solo cambiar el enfoque de su trabajo, sino que inició un desafío que la llevó a Buenos Aires, la llamada "La Ciudad de la Furia".
-¿Cómo fue lanzarte a la aventura de irte a otro país sin nada concreto?
-Cuando estaba haciendo el diplomado, un profesor me presentó un folleto del Centro Junguiano de Antropología Vincular en Buenos Aires y lo guardé. En el 2012 tomé el folleto, mis ahorros y viajé a Buenos Aires. Lo único que hice fue pagar una semana en un hostal. Me fui sin tener un solo conocido. Llegué allá, conté mi historia, la encontraron genial y me dieron 45% de descuento por ser "chilena aventurera". Allá también estudié programación neurolingüística, coaching, desarrollo personal y meditación.
-¿Te diste tiempo para disfrutar de la ciudad?
-Sí, también aprendí a bailar tango, salsa, afro, hasta combate medieval, porque hay tantas cosas para tomar a un precio muy barato o gratis. Al mismo tiempo trabajé en varios lugares de alto riesgo social. Eso me dio una experiencia de vida de alto impacto, porque no es lo mismo estar en una oficina, que estar enseñándole el trato a mujeres golpeadas, o a manejar la autoestima en lugares donde siempre hay peligro.
-¿Cuánto tiempo te quedaste en Argentina?
-El diplomado en el Centro Junguiano duraba dos años y después quise quedarme un año más. Estudié hasta espiritualidad. Me fui quedando porque me fui encantando con la ciudad, es muy bonita y hay mucho que recorrer y conocer. Estuve cinco años en Buenos Aires.
-¿Qué tipo de trabajo desempeñaste estando allá?
-Hasta trabajé en un siquiátrico y en una escuela de idiomas que era todo lo contrario, donde eran chicos ricos de Brasil que llegaban a aprender el idioma español para estudiar medicina. Entonces fui contratada para enseñarles para que el impacto de ese cambio social no fuese tan grande. Mi clase se llamaba Charla Positiva, se enseñaba autoconfianza, bajar los niveles de estrés.
-¿Hay alguna situación que te haya impactado de alguna manera?
-Tuve un antes y un después en vida, en un lugar que se llama Isla Maciel. Este sector queda frente a la Boca, donde está Caminito, las casas de distintos colores, un lugar muy turístico. En los años 20 solían haber prostíbulos. Por primera vez trabajé con mujeres donde éramos todas comprometidas socialmente. Había una bioquímica, una filósofa, una ceramista, una sicóloga y yo que era actriz y coach. Vimos mucho dolor, delincuencia entre los jóvenes, drogadicción, maltrato, abuso en mujeres, un montón de cosas.
-¿Cómo pudieron ayudar a esas personas?
-Estuve ahí dos años. Recorría la isla, me iba al jardín infantil y junté a todas las mamás que tenían libre a las cuatro de la tarde y les hacía talleres de personalidad, desarrollo y comunicación afectiva de liderazgo, para que tomaran las riendas y no permitieran más maltrato de los maridos. Una vez en uno de los dos colegios que había en ese sector, le pregunté a una niña cuál era su sueño. Y me respondió que era hacer aseo en las casas. Desde ahí uno iba creando realidades y enseñando a las niñas a que podían soñar más en grande.
-¿Cuesta ser fuerte al conocer realidades donde hay abusos o violencia?
-En ocasiones yo llegaba llorando a la residencial donde vivía porque conocía casos muy graves. Tu fortaleza se pone a prueba en lugares así.
Luciérnaga...
De regreso a la comuna puerto, su objetivo es aprovechar la experiencia adquirida como coach, para lo que conformó "Luciérnaga: descubro mi luz", una iniciativa que actualmente promueve a través de Instagram (@vinka_actriz_coach), donde ofrece programas de bienestar y desarrollo personal.
-¿En qué estás actualmente en San Antonio?
-Estoy trabajando en un programa que se llama "Vivir en Plenitud" y que ayuda a mujeres agotadas, olvidadas de sí y con baja autoestima a que se puedan abrir para disfrutar de un tiempo de calidad, conectar consigo mismas, reafirmar su autoestima y confianza. Esto parte el 19 de octubre, donde voy a hacer un acompañamiento personalizado. La invitación es a que se puedan sumar a un desafío gratis de tres días, el 10, 11 y 12 de octubre, vía YouTube, quienes tengan el código que voy a mandarles por WhatsApp, porque es con cupos limitados.
-¿Tienes alguna meta por cumplir?
-Sí, que "Luciérnaga: descubro mi luz" sea una fundación para ayudar a muchas personas que lo necesitan.
"Cuando chica decía que quería ser enfermera, doctora y astronauta, y a los 13 años me di cuenta que había una profesión con la puedes ser todo al mismo tiempo",
Vinka Díaz
"Lamentablemente, mi papá falleció cuando iba a empezar el segundo año (de la carrera de teatro). Soy hija única y con mi mamá seguimos las dos",
Vinka Díaz
"En un momento me di cuenta que a pesar de estar trabajando con grandes actores de Chile, no iba a poder llegar más arriba. Ahí me entró una crisis de qué puedo hacer".