Impulsora del movimiento de "Remadoras Rosas" fue distinguida por su labor
Mónica Hernández, luego de desarrollar una destacada carrera deportiva en el canotaje, fundó el voluntariado del bote dragón para sobrevivientes de cáncer de mama.
Un merecido reconocimiento recibió Mónica Hernández Carreño, profesora de Educación Física y destacada deportista sanantonina exponente del canotaje, en la celebración del décimo aniversario de la Fundación Mujer Impacta, donde se destacó a diez mujeres que lideran emprendimientos con impacto social con el premio "Mujer Impacta 2022".
Mónica Hernández es la impulsora a nivel nacional del voluntariado de "Remadoras Rosas" en bote de dragón, enfocado a mujeres sobrevivientes de cáncer de mama. En la provincia está la agrupación "Rosas de Santo Domingo", en el que también participan vecinas de la comuna de San Antonio.
La exalumna del liceo Santa Teresita de Llolleo, en su carrera deportiva cuenta con una brillante trayectoria, llegando a ser seleccionada nacional de canotaje, jueza en los Juegos Olímpicos de Río 2016, patrón deportivo de bahía y entrenadora de paracanotaje, entre otros logros.
-¿Cómo fue para ti ser elegida "Mujer Impacta 2022"?
-El premio Mujer Impacta lo entrega una fundación que distingue a emprendedoras que hacen un cambio en la sociedad. Ellas vieron mi proyecto de vida, lo estudiaron y tuve que pasar por muchas pruebas y competir con 400 mujeres. Mujer Impacta cumple diez años entonces quisieron premiar a diez mujeres y yo resulté premiada en el ítem de Salud y Cultura. Ese premio significa que voy a pertenecer a la red de amistades, convenios y poder tener contacto directo con empresariado que me van a enseñar a potenciar.
-¿A qué edad empezaste en el canotaje?
-A los 17 años. Salí a los 16 años de cuarto medio y a los 17 ya estaba en la universidad y ahí estaba la asignatura del canotaje. Pensé en probarlo un semestre y después dejarlo porque los fines de semana no iba a poder viajar a San Antonio a ver a mis papás. Para aprobar esa asignatura tenía que bajar el río Claro desde Talca hasta Constitución y cuando lo hice, dije no puedo dejar de practicar este deporte. Así fue como empecé a practicar, clasifiqué para un Sudamericano, fui a diferentes países del cono sur, después fui a juegos Panamericanos y mundiales. Soy dirigente, secretaria general de la federación chilena de canotaje y directora de paracanotaje.
-¿Qué es el paracanotaje?
-Es una disciplina en la que le enseñas a los muchachos que tienen una discapacidad funcional, ya sea por ejemplo, amputación unilateral o bilateral de extremidades inferiores o aquellos que tienen daño medular por impacto de bala, causado por accidente automovilístico, los que tienen poca movilidad en el tren superior y que son usuarios de sillas de ruedas. A todos ellos les sirve mucho el canotaje. Los siento en una embarcación y salimos a remar juntos. El que quiere puede practicar más fuerte de una manera competitiva.
-Desde que partiste en el canotaje, ¿has visto cambios en este deporte a lo largo del tiempo?
-Todo ha evolucionado. Ha evolucionado la técnica, los materiales y la forma de las embarcaciones. Nosotros ahora como federación somos un equipo de trabajo y hemos hecho un cambio estos últimos cuatro años y conseguimos que dos muchachas fueran a los Juegos Olímpicos de Tokio.
-¿Crees que hace falta difundir más este deporte?
-Hace falta que los periodistas deportivos miren hacia el costado y vean que hay miles de deportes entretenidísimos que están creciendo y que ellos tienen que visibilizarlos. Lo que ustedes están haciendo con esta entrevista es abrirnos la puerta para que nos puedan mirar y decir no todo es fútbol, estamos haciendo más deporte, necesitamos niños en el agua practicando y haciendo deporte y menos niños encerrados en su casa con el tablet.
-¿Cómo conociste este tipo de rehabilitación a través del canotaje?
-Me inscribí como voluntaria para lo Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en el 2016. En esa oportunidad conocí al doctor McKenzie, un médico canadiense de Vancouver, que desde el 96 hizo un estudio con 24 mujeres sobrevivientes de cáncer de mamas a las cuales las hizo practicar el deporte del bote de dragón. Las analizó, acondicionó y las preparó durante tres meses, tres veces a la semana durante más de 40 minutos de paleo intenso, constante, de movimientos enérgicos y repetitivos.
-¿Qué beneficios detectó luego del estudio?
-La conclusión fue que mejoraron la movilidad articular de esa extremidad, el tono muscular, la elongación y además por sobre todas las cosas mejoraron la autoestima y todos los daños emocionales que puede conllevar tener que sufrir cáncer de mama.
REMADORAS ROSAS
En la provincia, hace un año se conformó formalmente la agrupación "Rosas de Santo Domingo".
-¿Qué te motivó a promover el voluntariado de las remadoras rosas en Chile?
-Producto de esto el doctor McKenzie realizó este movimiento donde se formó en Vancouver, Canadá, un equipo de mujeres en el 96. Después de eso, este movimiento de rehabilitación se fue expandiendo por todas partes. Llegó a Argentina, Brasil y cuando estaba en Río vi que había un encuentro internacional de remadoras rosa, pero había muchos equipos de Brasil y Argentina, pero de Chile no había nadie y yo decía, pero por qué si somos tan buenos en el canotaje, siempre nos hemos destacado.
-¿Cómo fue la respuesta cuando planteaste el proyecto?
-Volví, regresé a Santiago y en la laguna Carén donde he remado toda la vida, empecé a promocionar un taller de rehabilitación para remadoras rosas o sobrevivientes de cáncer de mamas, pero no llegaba nadie, por más que pedía ayuda a los médicos, les informaba todo, iba a las fundaciones, a las clínicas y nadie creía en esto. Decían ellas no pueden hacer fuerza, es muy peligroso, están en quimio. Entonces producto de eso mi proyecto se demoró todo el 2017 en empezar a funcionar.
-¿Cuándo se empezó a masificar en el país?
-En el 2018 se empezó a conocer un poco más de este movimiento y de la investigación del doctor, comencé a tener un poco más de ayuda con los médicos y esto empezó a llenarse de "rositas" como les digo a las remadoras rosas. Empezamos remando en kayak de plástico, después de travesía, luego en uno de paseo, en canoa polinésica, hasta que de pronto pudimos comprar el bote de dragón y a Chile llegaron tres (…) uno de ellos lo compramos gracias a la donación que nos brindó la Municipalidad de Lo Barnechea. Desde que compramos el bote de dragón este deporte empezó a expandirse.
-¿Cuántas agrupaciones se han formado desde que partió?
-Empecé a abrir núcleos deportivos donde hay espejos de agua, en lagunas o donde hay ríos tranquilos. Hasta la fecha llevamos once equipos formados con muchas integrantes, partiendo por Calama, Santiago, Concón y Santo Domingo donde van muchachas de San Antonio a rehabilitarse en la laguna del Tricao algunas veces y también en el río Maipo. Además, formé otros grupos de Concepción, Talca, Laja, Valdivia, Puerto Montt. Donde puedo y tengo amigos formo grupos de remadoras rosa.
-¿A través del deporte también promueven la prevención?
-Sí, es una competencia amistosa donde se levanta la bandera de la prevención. Tratar de convencer a todo el mundo de que se haga los análisis y los exámenes para la detección precoz, porque es la única manera de poder continuar con una vida activa. Mientras más a tiempo se detecte la enfermedad es más fácil el tratamiento.
-¿Qué destacarías de este tipo de rehabilitación?
-La rehabilitación que nosotros realizamos en contacto con la naturaleza, el que remen todas juntas en el bote dragón provoca una simbiosis y un cambio de energía maravilloso en ellas. Dejan de hablar del cáncer, disfrutan viendo como reman al lado de las garzas o de los cisnes. El contacto con la naturaleza aparte de rehabilitarlas físicamente, lo hace emocionalmente y no sólo a ellas, también rehabilitamos a una familia completa que está dañada.
-¿Por qué te interesó apoyar a mujeres que padecen cáncer de mama?
-Es lo que siempre digo, he sido una afortunada y beneficiada por el canotaje. Gracias al canotaje he viajado por todo el mundo como seleccionada nacional primero, después como entrenadora y jueza internacional. Entonces tenía que buscar una manera de hacer algo que fuera mi voluntariado de pasión y que a la vez devolviera la mano. Es mi voluntariado de vida, la huella que quiero dejar.
"Que remen todas juntas en el bote dragón provoca una simbiosis y un cambio de energía maravilloso en ellas. Dejan de hablar del cáncer, disfrutan viendo como reman al lado de las garzas o de los cisnes",
Mónica Hernández.