La historia de los curiosos moáis que aparecieron en un antiguo edificio de San Antonio
El ecologista José Luis Brito reconstruyó el pasado para conocer el origen de estas figuras que estaban talladas en los pilares de madera del subterráneo de una propiedad de calle Angamos, cerca del puerto.
En uno de los salones del Museo de Historia Natural e Histórico de San Antonio (Musa) están en exhibición cuatro moáis tallados en madera de roble que recuerdan a los ancestros pascuenses.
Lo particular de estas piezas históricas es que fueron realizadas por dos pascuenses que arribaron al puerto de San Antonio en busca de nuevas perspectivas laborales y un mejor futuro del que a mitad del siglo pasado entregaba Rapa Nui a sus habitantes.
El historiador y conservador del Musa, José Luis Brito, quiso saber más sobre el caso y escarbó en el pasado para desentrañar cada detalle de estas figuras de madera que llaman la atención de los turistas y visitantes que recorren el recinto enclavado en la parte alta del Cristo del Maipo, en Llolleo.
Kenrick en San Antonio
De acuerdo a la investigación desarrollada por José Luis Brito, esta historia comienza a escribirse a principios del siglo pasado. En 1901, el próspero comerciante británico George C. Kenrick funda la compañía que, bajo su mismo nombre, se dedicaría a la importación de carbón de piedra, carbón koke y negocios marítimos en general.
"La empresa se creó oficinas en Santiago y los puertos de Iquique, Valparaíso y San Antonio", señala Brito en su investigación, agregando que en estos dos últimos terminales la Geo C Kenrick Cia. tuvo varios remolcadores como el RAM (Remolcador de Alta Mar), el Poderoso en Valparaíso y el Kiwi en San Antonio. "En la década del 70 llega un segundo RAM Kiwi, además de poseer varias lanchas de práctico y muelles para atender a los buques que requerían descarga y carga". dice.
En San Antonio, la empresa construyó un amplio edificio en calle Angamos, a pocos metros de la entrada principal del puerto (Espigón).
"El inmueble, destinado a oficinas y bodegas, fue construido con paredes de adobe enchapadas en yeso y sus estructuras interiores eran de pino oregón y roble americano, maderas nobles muy utilizadas en el pasado", detalla Brito.
Según el historiador, la empresa funcionó en San Antonio hasta la década de los '70 y posteriormente el edificio de calle Angamos cayó en un abandono total.
Eso duró hasta principios de 2004, cuando la propiedad fue adquirida por el empresario italiano José Monachi. En poco tiempo, el nuevo dueño la restaura a un alto costo con la intención de habilitarla como un restaurant: "El Congreso".
Pese a lo acogedor del local y sus amplias dependencias, el emprendimiento gastronómico no tuvo una buena acogida del público sanantonino, por lo que el empresario italiano decide venderlo al poco tiempo a la empresa Supermercados San Francisco, que también había comprado el recinto del ex gimnasio Esparta para construir ahí un supermercado.
"Finalmente los nuevos propietarios determinan demoler el viejo edificio de características patrimoniales para habilitar en ese sector los estacionamientos exteriores del actual supermercado Tottus", relata el autor de la investigación.
Los moáis
En su calidad de historiador y conservador del Museo de San Antonio, José Luis Brito sabía de la existencia de algunos moáis tallados en madera de roble exótico que correspondían a algunos de los pilares de la bodega subterránea del vetusto edificio de calle Angamos.
"Según los antecedentes que teníamos hasta ese momento (antes de la demolición) estas figuras pascuenses habían sido realizadas probablemente en la década del '50 ó '60 por jóvenes de origen Rapa Nui, que habían trabajado para la compañía Geo C. Henrick en San Antonio cargando carbón de piedra. Las habían realizado como recuerdo nostálgico por su querida isla oceánica. Tallaron caras de moáis y deidades de Rapa Nui", apunta.
Consciente del valor histórico de las piezas, Brito se movilizó rápidamente y pidió al alcalde Omar Vera y a la Municipalidad de San Antonio que solicitaran oficialmente los pilares tallados para evitar su pérdida. La empresa San Francisco aceptó la petición, por lo que en 2006 los cuatro moáis fueron cortados con motosierras y trasladados al museo, que en ese tiempo estaba en su antiguo recinto de calle Sanfuentes, en Barrancas.
Los pascuenses
En su investigación José Luis Brito revela que fueron al menos dos los jóvenes que tallaron los moáis de madera en los pilares, que tienen una altura de 2,85 metros. "Ellos habrían llegado posiblemente con otros jóvenes pascuenses al puerto de Valparaíso, aproximadamente en 1955, en un barco de carga a probar suerte y a conocer el continente. Comenzaron a trabajar en el puerto de Valparaíso, y como se necesitaba gente también en el puerto de San Antonio, viajaron a probar suerte dos de ellos: Reynaldo Huke Hatam y Nicolás Pakomio Paoa", afirma.
Estos dos muchachos oriundos de Rapa Nui empezaron a trabajar "carboneando carbón de piedra para el combustible de los buques de la época en la empresa Kenrick en San Antonio", cuenta.
De acuerdo a las indagaciones y a la bibliografía consultada por Brito, ambos arribaron primeramente a una pensión en Lo Gallardo, donde la Señora María, con quien establecieron una sincera y larga amistad. "Más tarde ambos conocieron a las mujeres que serían sus esposas y se casaron en San Antonio. Se sabe que los dos regresaron muchas veces a su natal Rapa Nui y es Nicolás Pakomio quien termina falleciendo en San Antonio". Sus restos descansan en el cementerio Parque del Sendero, en el cerro Cristo del Maipo en Llolleo, curiosamente frente al museo donde hoy se conservan los moáis tallados en su juventud.
Vida en el continente
La información recopilada por el ecologista indica que Nicolás Pakomio Paoa nació en Isla de Pascua el 29 de septiembre de 1939. Hijo del agricultor Juan Luis Pakomio Tekena y Aurelia Paoa Languitopa, se embarcó a mediados del siglo pasado rumbo al continente, recalando primero en el puerto de Valparaíso y posteriormente en San Antonio.
El pascuense se casó en San Antonio con Juana Fierro González, con quien vivió en calle Litoral 497, en el sector de Villa Italia. Tuvieron dos hijos: María Angélica, quien actualmente reside en Francia; y Francisco, que vive en España.
"Nicolás Pakomio falleció en San Antonio el 3 de junio de 2007, a la edad de 68 años, producto de una enfermedad metástica (cáncer de boca). En 2021 su viuda fue internada para su cuidado en el Hogar de Ancianos San Juan y Santa Ana, en Llolleo, debido a su demencia senil", aporta el historiador sanantonino.
Pocos meses antes de morir, Nicolás Pakomio visitó el museo para ver los moáis que había hecho con sus propias manos tras enterarse del caso por la prensa.
Brito sostiene que tanto Nicolás Pakomio como Reynaldo Huke trabajaron varios años en el puerto y vivieron en la población Fiscal, en el cerro Alegre.
El exconcejal de San Antonio Rubén Meza recuerda que Nicolás Pakomio siempre sobresalía en las competencias de buceo que hacían en el molo sur del puerto. "A los 30 años Nicolás era un excelente buceador. No utilizaba ningún tipo de equipamiento y siempre ganaba las competencias", rememora Meza, quien conoció y compartió de cerca con uno de los protagonistas de esta desconocida historia.
La investigación de Brito también dejó al descubierto otra curiosidad. Al momento de donar los moáis al museo, la empresa de supermercados San Francisco también entregó al municipio una antigua escalera de roble que también formaba parte del edificio de la compañía Henrick en calle Angamos.
En 2006 la escalera fue desarmada por funcionarios municipales y trasladada hasta las bodegas municipales, a la espera de la construcción del nuevo museo para ser exhibida.
"Lamentablemente la escalera termina desapareciendo totalmente de las instalaciones municipales donde supuestamente estaba resguardada", reconoce Brito.
Afortunadamente, con los cuatro moáis no ocurrió lo mismo, ya que fueron llevados directamente a las dependencias del museo en calle Sanfuentes, lo que permite que hoy puedan ser exhibidas al público que visita el Musa para conocer esta particular historia que esconden estas figuras talladas en roble.
"Según los antecedentes que teníamos hasta ese momento, estas figuras pascuenses habían sido realizadas probablemente en la década del '50 ó '60 por jóvenes de origen Rapa Nui",
José Luis Brito
"A los 30 años Nicolás era un excelente buceador. No utilizaba ningún tipo de equipamiento y siempre ganaba las competencias",
Rubén Meza.