Juan Olivares Meza

Es triste constatar que paulatinamente, como si se tratara de sucesos inevitables, nos acostumbramos a los desastres naturales que causamos y una evidencia palpable de nuestro desdén por la naturaleza podemos verla en el tranque de San Juan, que de tranque ya no tiene nada.

Hace exactamente un año, en marzo de 2022, realizamos una crónica alertados por la abrupta sequía del embalse que para entonces tenía al menos una pequeña mancha de agua como fatal advertencia de lo que vendría. Ahora, 12 meses más tarde, todo lo que hay en el otrora tranque balneario es un terreno baldío sin una gota de agua.

David Laubrié vive y trabaja en el sector desde hace varios años y sobre la situación actual del tranque comentó que "se había visto con muy poca agua, pero completamente seco como está ahora no lo habíamos visto nunca. Es triste ver como se destruyó este lugar, como se llevaron toda el agua porque dudo que esto tenga que ver solamente con la sequía".

Sobre lo mismo, el vecino lamentó que "se fueron todas las aves, ya no se ven patitos, ni garzas, porque está todo seco y hasta los coipos se fueron o se murieron porque no queda nada. Están moviendo tierra donde estaba el tranque, se ven camiones sacando arena. Es como si a nadie le importara que este embalse que alguna vez fue un balneario donde la gente venía de paseo, se haya secado por completo".

Lo concreto es que ya pasaron más de diez años desde que el tranque San Juan no supera el 50 por ciento de su capacidad, debido en parte a la sequía que afecta al país desde hace unos 15 años, pero también a que el agua de este embalse es succionada para regadío.

Es, por lo tanto, desolador constatar el poco interés por la crisis hídrica, ya que actualmente la mayoría de los 60 cuerpos de agua que hay entre Algarrobo y Santo Domingo están secos, o a punto de secarse.

Explicación

Una vez más recurrimos al naturalista local José Luis Brito para conocer una opinión fundada sobre este tema. Al respecto, el especialista en vida silvestre explicó que "el tranque de San Juan o embalse de La Patagüilla, indica por su nombre que había pataguas, una especie nativa asociada a la humedad que simplemente ya no está porque fueron reemplazadas por eucaliptus que consumen una gran cantidad de agua".

Por otro lado, José Luis Brito explicó que este "es un tranque de donde se saca agua para el regadío, se succiona el agua y como no llueve, no hay escurrimientos de agua que lo rellene. En un punto queda tan poca agua que el calor del verano y el viento la evaporan, por lo tanto, de diciembre a febrero y los primeros días de marzo pasa esto. En años anteriores pasó lo mismo, de hecho en 2017-2018 se secó antes y eso causó una gran mortandad de peces".

Según el experto, "la acción antrópica (actividad humana) acumulativa tiene efectos casi irreversibles. La tala indiscriminada del bosque esclerófilo costero, los continuos y catastróficos incendios forestales, la desviación de aguas para cultivos y la nefasta extracción subterránea de aguas han creado esta realidad, porque el agua del estero hace su recorrido por terrenos abiertos y erosionados; no como antaño cuando el cauce estaba protegido a lo largo del recorrido por los árboles nativos".

También hay una mortandad que no vemos, ya que "al no haber agua las aves acuáticas deben irse. Los anfibios mueren y es catastrófico para la ictiofauna (peces de una zona acotada) y para los mamíferos como los coipos, que deben emigrar buscando nuevos hábitats y no siempre lo logran con tantos humanos, autos y perros en el camino" explicó José Luis Brito.

"Es como si a nadie le importara que este embalse, que alguna vez fue un balneario donde la gente venía de paseo, se haya secado por completo",

David Laubrié

10 años han pasado sin que el tranque San Juan alcance al menos el 50 por ciento de la capacidad de agua que alguna vez tuvo en el sector La Patagüilla.