Caracterizado por un estado de ánimo fluctuante entre dos polos opuestos, entre la manía (euforia, exaltación) y la depresión (tristeza), el trastorno bipolar es un estado de salud crónico y recurrente cuya prevalencia es de 2,2% en la población nacional. Este trastorno es diagnosticado entre los 18 y 22 años, siendo una condición que acompaña durante toda la vida a las personas con altibajos emocionales; en el transcurso de años deben navegar en un escenario personal, social e institucional, que la mayoría de las veces, está acompañada de soledad, discriminación y no comprensión.
Pero ¿qué hay más allá de la persona que padece este trastorno? ¿Qué podemos ver a su alrededor? Familia, colegio, amigos/as, estudios, entretenimiento, pareja, trabajo.
De acuerdo con el Ministerio de Salud de Chile hay un factor hereditario muy relevante, así como cambios hormonales y neurológicos, que facilitan la aparición de su sintomatología. Pese a lo anterior, también cabe preguntarse cómo el ecosistema en el cual se desenvuelve la persona tiende a ser un potenciador o inhibidor de esta condición. En tal caso, el cuestionamiento sobre nuestra capacidad social, cultural y tecnológica recae en una responsabilidad que tenemos con la salud mental en particular y la diversidad en general. La deuda y el desafío histórico está en cómo generar y promover circunstancias y estrategias que permitan incluir e incorporar la diversidad en la vida cotidiana, en colegios, instancias sociales y en el trabajo. Es decir, mirando lo individual como una problemática social, tenemos que considerar cómo las diversas organizaciones y sistemas sociales pueden generar o no problemáticas de salud mental.
Respecto a esto último, la capacidad productiva cobra una gran relevancia ya que existen presiones sociales y políticas que invitan a instalar la discusión en el plano público y privado. Es importante, entonces, empujar los cambios culturales para la integración de la diversidad en los distintos contextos en los cuales se desarrollan y trabajan las personas con trastorno bipolar.
Marcelo Jara Ruiz
Psicólogo y académico
Ucen