Un inmigrante exitoso

Heinz era un adolescente judío cuando su familia se autoexilió desde Alemania en 1938. Cinco años más tarde obtuvo la nacionalidad estadounidense, fue llamado al ejército y finalmente abandonó sus sueños juveniles de ser contador y estudió becado en Harvard. Respaldado con sus títulos universitarios se dedicó a la política internacional. Fue el brazo derecho del presidente Richard Nixon y asesoró a otros mandatarios norteamericanos. Su pensamiento marcó la política internacional y hasta hoy su voz resuena con fuerza en todo el mundo.

El viernes 27 de mayo Heinz, conocido ahora como Henry Kissinger cumplió cien años de vida.

Su avanzada edad no le impide ser un activo observador y comentarista. Tiene dos libros en preparación y, en una larga entrevista para The Economist, precisó su pensamiento acerca del conflicto desatado por Rusia al invadir a Ucrania y el futuro de las dos potencias del momento: EE.UU. y China.

Cree que los poderosos no buscan dominar el mundo, sino tener presencia y ser respetados. Ya lo planteó en el pasado, cuando sostuvo que Nikita Jrushov, que se mostraba muy agresivo, solo buscaba que se reconociera el papel a nivel internacional de la URSS. Hoy piensa que Vladimir Putin hace lo mismo.

Entre Rusia y Ucrania, Kissinger cree que la paz solo es posible mediante un "equilibrio de insatisfacciones":

"Ahora hemos armado a Ucrania hasta el punto en que será el país mejor armado y con menos experiencia estratégica en Europa. Si la guerra termina como probablemente terminará, con Rusia perdiendo muchas de sus ganancias, pero conservando Sebastopol (la principal ciudad de Crimea), es posible que tengamos una Rusia insatisfecha, pero también una Ucrania insatisfecha. En otras palabras, un balance de insatisfacciones".

Su visión pareció quedar confirmada por Yevgueni Prigozhin, el jefe de los mercenarios del Grupo Wagner, que han estado apoyando la invasión rusa. Prigozhin admitió en su canal en Telegram el fracaso de la campaña rusa en Ucrania, constatando que no se ha cumplido ninguno de sus objetivos. Por el contrario, "convertimos a Ucrania en una nación conocida en todo el mundo. Los ucranianos son como los griegos y los romanos de sus mejores tiempos", dijo. La desmilitarización de Ucrania, la otra misión planteada por el presidente Putin, también es un fracaso: "Si antes del comienzo de la operación especial ellos (los ucranianos) tenían 500 tanques, ahora tienen 5.000. Si entonces tenían 20.000 efectivos para combatir, ahora son 400.000. Nosotros militarizamos Ucrania, y de qué manera".

Ante este panorama, el pensamiento de Kissinger en vísperas de su cumpleaños fue que el destino de la humanidad depende de si los dos gigantes (China y EE.UU.) pueden llevarse bien. Es la idea del realismo en política internacional (Realpolitik) que preconizo desde siempre.

En EE.UU., dice, predomina una interpretación errada de las aspiraciones chinas: "Dicen que China quiere dominar al mundo… Pero la respuesta es China quiere ser poderosa y reconocida como tal". Los chinos "no avanzan hacia la dominación mundial en un sentido hitleriano". Les basta, cree Kissinger, con "alcanzar la máxima fuerza de la que su país es capaz y ser respetados por sus logros".

Impactante visión de un anciano de 100 años, refugiado en occidente hace 85.